Creatividad
Experiencia efímera
Volvió a soñar con aquello que lo venía persiguiendo desde hacía unos días. No sabía el motivo, pero se adentraba en un espacio desconocido, sin parangón con los que era asiduo.
Era un mensaje críptico que tomaba momentos aislados de su vida, se entremezclaban y daban como resultado algo inexplorado, un reducto del cual salía con más dudas que certezas.
En ocasiones se despertaba sobresaltado, con la imagen clara de lo que había transitado, en ese momento, seguramente podría haber rememorado su aventura, pero, aunque se lo hubiese planteado, pronto esa intención era reemplazada por otras distintas, de tal modo que pasaba a engrosar las filas de las cosas sin importancia.
Cuando pernoctaba trataba de llegar al final, necesitaba hacerlo, con ello esperaba apaciguar los sentimientos confusos que lo desvivían.
Se sentía como un personaje de ficción tratando de descifrar el misterio de aquellos indicios que se desperdigaban ante él. A veces tenía el control, llevaba las riendas de lo que acontecía, pero en otras, solo era un espectador, un ente pasivo que observaba, sin poder hacer nada, se dejaba llevar con lo que iba surgiendo ante sus ojos.
Era como si estuviera dividido en diferentes piezas, ninguna encajaba. Tal vez si las dibujaba, luego las podría ordenar, pero estaba centrado en otras disquisiciones, intentando buscarle sentido a lo que tenía delante.
Tenía la misma sensación de aquellos sueños en los que uno intenta moverse, pero una fuerza invisible se lo impide, incluso no es posible hablar, se vive una angustia tal que solo se ansía no recordar el trance que se está recorriendo.
No era bueno para escribir, si lo hubiera sido, posiblemente habría apuntado lo que observaba, habría detallado y descrito lo que sentía en ese momento, encajando todo, descubriendo la razón de aquello.
El olvido, en tales circunstancias, es un obsequio valioso, gracias a él la vida diurna no se ve afectada.
Quizá si hubiera tenido la suficiente pericia habría elaborado una historia, en la que habría desarrollado las premisas que aparecían fraccionadas, encontrándole el sentido que aclarara todo lo que aparecía desperdigado en esas quimeras persistentes.
Solo quedaba una leve impresión de lo recorrido que no lograba condicionar los efectos de lo sufrido en esos momentos.
Y el sueño se repetía, seguía el mismo sendero, recorría los escondrijos entremezclados de sus vivencias, era como la lectura de un libro, pero, en este caso, sus imágenes eran vívidas. Los colores, los arquetipos, todo aquello que lo rodeaba, los paisajes, los escenarios en los que tenían lugar.
Podía estar dentro de un gran juego en primera persona, un personaje utilizado por un ente superior, el cual lo utilizaba para satisfacer sus deseos lúdicos, por eso se venía repitiendo, porque pertenecía a una gran partida, como un cubo con los costados roídos.
En ocasiones intentaba recorrerlos, coger las riendas de aquello que lo aquejaba, pero siempre terminaba perdiéndose en los confines de aquel universo de bolsillo, en la cáscara de nuez.
Era un simple juguete puesto ahí por azar, para servir de divertimento, de ahí devenía su destino preestablecido. Un objeto que servía para el disfrute de alguien más.
Si tuviera la suficiente pericia habría tomado el control, hubiera dirigido el rumbo de lo que estaba viviendo en ese entorno de fantasía.
Un determinismo que lo aquejaba, pero contra el cual no tenía herramientas para combatir, por eso se remitía a lo que le resultaba conocido.
Nada tenía sentido, todo seguía un curso confuso, su voz no tenía valor, era una simple imitación de todo lo que iba surgiendo conforme se le iba ocurriendo.
Luego volvían las premisas del sueño, aún más imprecisas que al inicio, entreverando hechos reales con imaginarios. Intentaba comprender cual era la razón de aquello, pero era en vano, no la encontraba, sus limitaciones eran las causantes de que no pudiera comprender el alcance de lo que se presentaba ante sus ojos.
En lo onírico residía la respuesta, pero vagamente se mantenía en su mente, cuando creía tenerla por las disquisiciones del día, se le olvidaban, se le escapaban y no le era posible conservarla.
A causa de las repeticiones, el entorno se le comenzó a hacer conocido, podía moverse por sus rincones, pero sin poder ubicar, como si de una calle se tratara, lo que estaba ahí, no existía una guía de la cual valerse para hacerle frente al desconcierto.
En tal tesitura, estaba convencido que saldría airoso, como casi siempre, dejaría de lado las dudas y conseguiría las respuestas, pero era algo utópico, así como iban sucediéndose las repeticiones, recordaba menos, era como estar en un mundo de ensueño, pero del cual no podía contar nada, por eso le requerían que olvidara todo, que no fuera capaz de llevar al mundo exterior lo que ahí se venía dando.
Pero un día se sintió seguro de que sería capaz de mantener las imágenes en su mente, analizarlas con paciencia, describirlas, ordenarlas y volver a tener certezas de lo que lo aquejaba cada vez que descansaba, cada vez que cerraba los ojos y parecía transportarle a un universo paralelo que se alejaba de los convencionalismos que le habían inculcado.
Esta sería la oportunidad esperada, podría desentrañar el misterio que lo atormentaba, no sería necesario hacer nada más, solo repetirse en la mente que todo tenía un sentido, no se estaba volviendo loco.
Convencido de que recordaría aquel sueño, por la mañana, cerró los ojos, esta vez no tuvo ninguna imagen, solo sombras, tras dar unas cuantas vueltas en la cama volvió a dormir. Al despertar a causa de la claridad de su habitación, no tardó en ponerse en pie, siguió el ritual de costumbre, se duchó, desayunó, se vistió, se lavó los dientes y como era habitual, salió a la calle y olvidó lo soñado.