Creatividad

De vocación, servidor

El trámite era relativamente sencillo, calculó no más de quince minutos para hacerlo, consistía en acercarse a la ventanilla, presentar un comprobante, decir un código recibido en el correo electrónico, hacer sellar el papel, solicitar un recibo y listo —diligencia terminada—. La ventanilla quedaba como a unos siete metros de la puerta de entrada, había mucho ruido, diversas sillas y varias pantallas, por el modelo se sabía su antigüedad, en donde se señalaba el orden de atención, conocía bien el sitio, unas veces estaba en el primer piso, otras en el bajo, cuando tocaba arriba debía subir unas escaleras, era de color blanco, el material parecía mármol; no lo podía afirmar, era un lego en esos asuntos. Ocupó un sitio cerca de un tipo que estaba leyendo el periódico, como había espacio suficiente entre los asientos sacó el portátil de la mochila y se aseguró de tener todo en orden, no demoró demasiado en esa verificación, no bien guardó el ordenador, tuvo que ir hacia la ventanilla siete, se acercó y estaba una señora con gafas atendiendo, fue cogiendo su móvil para dar el código, también los documentos de la carpeta.
Me acerqué a la ventanilla, tenía los tiempos bien calculados. La encargada de realizarme el trámite me solicitó los documentos, además del código. Todo iba según lo planificado hasta que me pidió el correo original, le dije que no lo tenía, me lo había enviado el encargado de la empresa, es necesario, me respondió, volví a insistir, con eso es suficiente, la respuesta fue la misma, por un momento dudé si estaba bien la insistencia o tal vez estaba errada al decir que con el código bastaba. Viendo esa poca colaboración, decidí apartarme de ese puesto, me jodió sobremanera el plan de la tipa: Si no me enseñas el original no te atiendo, si no haces lo que te digo te vas sin el sello. Estaba en una situación complicada, tendría que volver al día siguiente si no me resolvían esa formalidad. Llamé al tipo que me mandó el correo, no respondía, miré la hora, era demasiado temprano; tenía apagado el equipo. El trámite era demasiado sencillo como para tener que volver, intenté contactar nuevamente, fue lo mismo; no me apetecía regresar, me coloqué cerca de los asientos, comencé a observar todo a mi alrededor. Analicé todas las posibilidades que tenía, no me podía poner en contacto con el encargado de la empresa, no estaba segura si con lo que tenía me debían hacer el trámite, sentía estallar mi cabeza. Estaba en esa disquisición cuando vi una ventanilla libre, no soy de las que suelen colarse, mas como aún era temprano y no había mucha gente esperando, aguardé un tiempo prudente, como nadie se acercaba, el que atendía se puso a conversar con su compañero de al lado. Sería maleducada al interrumpir su charla, pero estaba desesperada, por eso, me acerqué, pregunté si ahí realizaban esos trámites, me dijeron que en principio no, añadí si con los documentos que tenía bastaba para que me pusieran el sello que necesitaba, mostré los papeles, con esto es suficiente, no deberías de tener problemas, lamentablemente aquí no podemos hacer ese tipo de trámites, en las ventanillas aquellas: la siete, ocho y nueve los hacen, lamentablemente ahora están ocupadas. Me aparté, no me solucionaron nada, pero por lo menos corroboré que no estaba equivocada. Me quedé en pie mirando como pasaba la gente, de reojo observaba la ventanilla siete, pensé en la mala suerte que tuve, si me hubiera tocado otra estaría fuera, yendo al trabajo. Todos pasaban a mi lado satisfechos con sus procesos, yo masticaba la frustración, esto demoraría más de media hora, sonó el móvil.
Hola, ¿cómo lo llevas?, esperando, ¿Por qué?, me tocó una gilipollas, se empecinó en que le muestre un correo que no tengo, dice que para los trámites es necesario el correo original, no sé qué tan original tiene que ser, la vez anterior resultó más sencillo, se tratará de un error, puede ser, pero te deja mal cuerpo, te levantas temprano, vienes a este lugar, esperas, llevo buen rato tratando de dar solución a esto, tranquilízate, estoy tranquila, pero jode, en serio jode. Si esa señora está aburrida de trabajar, debería decirlo, habrá muchos, con mejor trato, que quisieran ocupar su puesto, en serio, esto te condiciona el día, es una gilipollas, tú lo has dicho, disculpa que te corte, se acaba de desocupar una ventanilla, mucha mierda, gracias.
Se acercó a la ventanilla nueve y expuso su problema a la que atendía, le comentó lo que había pasado con la tipa de la siete, ciertamente tenía todo en orden, pero en ese momento no la podía atender, tenía una persona esperando, eso le aparecía en la pantalla del ordenador, tal vez si se acercaba al puesto en donde proporcionaban los turnos y solicitaba su ventanilla le daría solución al problema.
Se acercó a ese lugar, solicitó que le reactivaran el turno, de muy buen agrado la encargada de hacerlo lo reactivó, no demorará en salir, le dijo; sin embargo, el número de ventanilla fue el mismo, nuevamente le tocó la siete, volvió a hablar con la encargada, le dijo que en esa no le quisieron hacer el trámite, no sé si es pedir demasiado, pero quiero que me asigne la nueve, sin problemas, espere y le atenderán en ella, efectivamente, le tocó la ventanilla nueve. Se aproximó, facilitó todos los papeles y tuvo que dar su documento de identidad. Mientras hago una copia mira si tus datos están bien. Se dirigió hacia una fotocopiadora, volvió con un papel en la mano, le devolvió su documento y solicitó el código, lo digitó, pero daba error, tal vez por eso mi compañera te pidió el correo original, pero déjame intentarlo de nuevo, puede ser que el trámite sea diferente. Cerró la pantalla y abrió otra, en esa funcionó la combinación de números, imprimió unos folios, se los hicieron firmar; le pusieron el sello en el papel que había entregado. ¿Eso es todo?, sí, gracias por solucionarme el problema, es mi trabajo.
Se puso de pie, mientras salía pensaba en la razón por la que no hizo lo mismo la otra funcionaria. Vio la hora y se dijo: sabes cuando entras, pero no cuando sales.

Mitchel Ríos

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