Creatividad

Un grupo cerrado

A lo lejos una melodía sonaba y conforme se acercaba se hacía más audible. Al inicio, no le prestó atención, era ininteligible, parecía un simple rumor que distraía.
La contaminación acústica era algo común y la población se sentía afectada, este hecho generaba un ambiente de crispación, sin embargo, no parecía que esto fuese a cambiar a corto plazo, las prioridades estaban centradas en asuntos más significativos.
Así, como era habitual, trataba de estar implicado en sus actividades, de ese modo sentía que era más productivo.
Desde sus inicios, los compañeros le espetaban que se centrara y añadían: enfócate en lo que estás haciendo, no puede ser qué siempre nos retrasemos por ti, aquí todos queremos irnos temprano a casa. Durante sus primeros días le costó tomar consciencia del alcance de su desempeño, era el nuevo y esas cosas, por lo general, pasaban.
El problema era que nadie se detenía a enseñarle, cada miembro del plantel solo velaba por sus intereses. Pero pesó más su tozudez.
Desde el primer instante no pudo desenvolverse tranquilamente, el hecho de sentirse ajeno a ese grupo, le acojonaba. No obstante, a pesar de esos sinsabores, con el tiempo consiguió hacerse un lugar, su actitud, la de pasar de todo y estar a lo suyo había dado sus frutos, lo tenían como el tonto útil, pero, en cierto modo, eso estaba bien, así pasaría desapercibido a pesar de las bromas que debía soportar.
Esto quedó demostrado cuando una noche a tomar el bus, el más veterano del grupo lo invitó a acompañarlos, de buenas a primeras no le pareció una mala idea y acepto ir con ellos, pero las cosas no fueron como pensaba, comprobó con esa experiencia el nivel de apoyo que podía tener, por estar haciendo el tonto llegó a casa sin un euro, lo que significaba que no tendría para pagar las facturas del mes, se vería en la tesitura de solicitar un préstamo, con ello, si lo conseguía, podría saldar sus compromisos.
Siempre estaba a la defensiva, no trataba de darles muestra de sus intenciones, prefería llevar la fiesta por dentro, yendo a lo suyo. Ya que logró calar a sus colegas, tendría que ir con cuidado.
Cuando entendió la melodía, comenzó a tararearla, le gustaba, era de sus preferidas, era una de las canciones que lo acompañó en su época de la facultad, le traía buenos recuerdos, porque fue una época divertida y, asimismo, sintió que había un lugar al que pertenecía. Ahí era bien recibido, pero eso pasó, las siguientes veces en que la escuchó fue en otras circunstancias, una estaba durmiendo en un lugar de mala muerte y la otra, al lado de alguien que ya no estaba en su vida, fueron años de descubrimientos.
Daba igual en donde la escuchara, dejaba de hacer cualquier cosa y trataba de seguir la canción. Esto le ayudaba a dar un extra en el trabajo, distraerse, tener mejor ánimo.
Pensaba en ese elemento inmaterial y abstracto que lo influenciaba, si comparaba las reminiscencias que le ocasionaba al inicio, con las de ahora, tenían una carga significativa única.
A pesar de estar trabajando se detuvo, así sin más, sin darse cuenta, comenzó a cantar, por un momento se sintió en otro lugar.
Se retrotrajo a esos días en los que se sintió parte de algo.
Tras ensimismarse fue interrumpido por una voz:
—¿otra vez soñando? Venga, sigamos con el trabajo, parece que duermes con los ojos abiertos.
En realidad, no era así, sonrió tontamente, intentó no darle importancia y continuó trabajando.

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