Creatividad

Sutiles

Hoy sería… −se dijo mientras dejaba el espejo en la cama.
Llevaba varios días sopesando la idea de dar el paso.
¿Le sentaría bien, sería una buena decisión?
Volvió a entrar… nadie le prestaba atención, se sentía insustancial.
Cogió nuevamente el espejo, ¿valdría la pena?
Las dudas le aquejaban, ¿si no resultaba como esperaba?, su seña de identidad era su aspecto y cambiarlo podía traerle más de un dolor de cabeza.
Durante la espera pensó en que tal vez debería dejar de ir por ahí.
No tenía por qué ser alarmista, igual le sentaba bien y todo era para mejor, incluso una amiga le había recomendado un sitio al que ir, en donde había especialistas que brindaban un buen servicio.
Con todos los avances esto seguía siendo igual. Era necesario que alguien le diera otro enfoque, ya que, así como estaba, desaparecería tarde o temprano.
Lo dijo en buen plan, no porque le pareciera impresentable.
Siempre los mismos nombres, las mismas fórmulas, no había novedad.
Aquellas palabras quedaron retumbando: «Te vendría bien un cambio».
Con esta sensación comenzaría a desengancharse de ese mundo innecesario o sería temporal, pues, al igual que en otros sitios, aquí también se tomaban vacaciones.
Quizás era una forma de darle ánimos. No estaba pasando una buena racha, eso se notaba con solo verle la cara.
¿Qué tipo de vacaciones serían?
A pesar de no contar nada a nadie, saltaba a la vista que algo le pasaba, no rendía como era habitual, se agobiaba con facilidad.
Lo que otrora era un sitio ameno, en dónde pasárselo bien, hoy no ostentaba ese carácter.
Se deprimía, le afectaba psicológicamente, estaba pensando seriamente en ir a un especialista.
A dónde habrían ido, la afluencia no era la misma… había pasado de moda.
Decirle que desde hace tiempo sentía una nausea, como si nada importara, como si todo fuera repetitivo, como si estuviera viviendo algo que no debería.
Un reducto clásico −elucubró−, si se le añadía este término, inmediatamente cavilabas en lo vetusto y desfasado.
Era difícil confiar en alguien, contarle lo que le aquejaba.
Le hubiera gustado tener la inocencia de los primeros años, cuando le resultaba nuevo y solía divertirse.
Su actitud le dejaba en evidencia, no se caracterizaba por tener gestos cercanos.
Las expresiones fluían y le parecía interesante, por eso repetía, volvía, siempre volvía, llegó a sentirse parte de un ente más grande. Compartían ideas, coordinaban quedadas, le ilusionaba pensar en un colectivo.
Esa forma de alejarse a la larga producía un efecto extraño.
Un colectivo conformado por gente que estaba dispuesta a compartir sus ideas de cambiar el mundo,
Tras pensar en todo eso, cayó en que no era tan malo lo de hacerse un cambio radical, ya era hora de dejar de lado los complejos, dejar el pasado y pensar en el porvenir. ¿valdría o no la pena?… no lo sabía, tendría que comprobarlo in situ.
Pero el mundo no cambió, todo siguió igual, el ambiente resultó ser inmutable. No sirvieron las charlas en las que compartían su modo de ver la vida, la forma en la que planteaban hacer una revolución profunda e ir en contra de las conspiraciones, causantes de los problemas que aquejaban al orbe.
Tomó el consejo, iría por el cambio de imagen, tendría que pedir cita para someterse al proceso, en quince días estaban a su disposición.
Entraba por los recuerdos.
Le resultó significativo que tuviera una agenda así de solicitada.
¿En dónde estarían los despiertos?
Tras ponerse en manos del encargado este le indicó que debería seguir un tratamiento, tras el cual recuperaría la salud que nunca debería haber perdido, pero era usual −le señaló− a causa de la rutina en la ciudad.
Habrían mudado de piel.
Estuvo un largo tiempo en ese trance hasta que escuchó, es suficiente.
El grupo de los listos, los que veían al mundo como era realmente.
Se miró en el espejo, valió la pena.
Con sus imperfecciones que pasaban desapercibidas para el resto.
El tratamiento resultó ser reconfortante, ¿cuánto valdría? hasta no efectuar el pagó no lo sabría.
El mundo no cambió −se repitió−, cambió ese espacio y dejaría de existir, ya no era novedad, estaba condenado a desaparecer.
Ahora tenía un desbalance en su presupuesto mensual, no había planificado suficiente, tendría que apañárselas como fuera −pensó.

APP

300

Dos