Le interesaba conseguir las canciones que solía escuchar en la emisora más popular, quería tener una especie de antología, una selección a su gusto que pudiera transportar a todas partes.
Pronto se dio cuenta que hacerlo requeriría de un trabajo arduo, pues tendría que estar pegado a la radio y conseguir una cinta de audio. Hacer lo primero no era difícil, obtener lo segundo, algo más intrincado, al no ser un producto de consumo masivo, solo estaba a la venta en pocos lugares, a pesar de ello siguió empeñado, hasta que se hizo con una.
Grabó cuidadosamente las pistas, solo esperaba que el encargado de poner la música no soltara alguna frase, ya que eso implicaría empezar de cero.
Requirió un esfuerzo concienzudo, y varias repeticiones, tener la selección en sus manos (se sintió realizado), por fin un proyecto suyo se había hecho realidad.
Como era fácil trasladar la cinta, solía llevarla a todas partes, incluso, cada vez que podía, cuando visitaba a sus colegas, solicitaba que la reprodujeran, la mayoría de las veces no tenía problemas, nadie se negaba y resaltaban su buen gusto.
Así pasó aquella década, le gustaba ser el centro de atención.
Hasta que un día su hermana menor entró a su cuarto cogió la cinta y se puso a escucharla, él la observó sin que se diera cuenta, no bien percibió los primeros acordes dijo escuetamente:
—Esta música es de viejos, es fea.
¿Cuántos años tenía? —se preguntó—. Hasta ese momento no había caído en la antigüedad de los temas que contenía, se le hacía natural tenerla, le seguían gustando, pero aquellas palabras le cayeron fatal, tal vez era cierto que aquellos sonidos estaban desfasados.
Aquel día al quedarse solo se dijo que dejaría aquellos gustos viejos en el pasado, migraría a la vanguardia.
La guardó, la colocó en una caja, esperaba sacarla cuando se volviera a poner de moda, confiando en que todo era cíclico, pero eso no pasó, con el tiempo solo sonaban esos temas en emisoras especializadas, centradas en aquella época puntual. Solían hacer una introducción explicando su razón de ser y la década a la que pertenecía, con algunas florituras más.
Con las diversas mudanzas aquella caja fue cambiando de lugar y pasó a engrosar la lista de los objetos vetustos que trasladó a su trastero, llegando a ser olvidada.
Hasta que, de tanto acumular, cosas en ese almacén notó que todo estaba desordenado, eso de colocar por colocar sus pertenencias fue un despropósito y saltaba a la vista.
Por eso planificó hacer una criba, conservaría lo que servía y tiraría a la basura lo que no.
Mientras estaba en esa tarea se topó con una caja vieja, al hurgar en ella se encontró con la cinta. Tras concluir su labor ahí, la llevó a su casa. La reprodujo en un viejo trasto.
Las melodías le recordaron la época en la que estuvieron de moda, en la que no dejaban de oírse, le trajo alguna anécdota, un ensueño, algún amor.
Retumbaban en su cabeza. Era peculiar las evocaciones que tenía con ellas, lo remontaba a una época en la que todo era más sencillo. Esta experiencia, sin embargo, fue entorpecida a causa de lo mal que sonaba la cinta, unos ruidos extraños se acoplaban, quizás tuvo que ver el tenerla en aquel sitio sin el menor cuidado.
Por suerte, con las nuevas tecnologías, ubicaría las canciones en alta calidad, anotaría sus nombres. Se dijo que compraría un pendrive para que estuvieran mejor conservadas, así le daría nuevos aires a esa selección y tal vez iría a visitar a algún viejo amigo, aunque esto no lo tenía muy claro, se había distanciado de aquella época y de aquellos colegas.