Creatividad

Mirada molesta

Aquella jornada tuve que madrugar, cogería el primer tren para volver a la ciudad.
Durante varios días estuve hospedado en un pequeño piso, alejado del ruido de siempre. Tenía de todo, incluso un par de balcones con buenas vistas a la calle.
Como no conocía bien las bondades del lugar en el que estaba, me puse a indagar algunas cosas sobre su historia. Luego de buscar supe que era un sitio famoso, porque varias de sus construcciones sirvieron de locaciones cinematográficas, por su estilo barroco, medieval. Además, y esto era lo más importante, fue en un momento el centro neurálgico de la economía del estado, así como del poder.
A pesar de tener calles estrechas, fue difícil hallar el sitio en el que me alojaría. Tras dar varias vueltas en círculos di con el lugar, era lo que tenía ser foráneo —me dije.
Cuando estuve situado, tuve una grata sorpresa, mi alojamiento era mejor de lo esperado. Superaba por mucho las fotos de la aplicación en donde hice la reserva. Al instalarme comencé a revisar mis asuntos pendientes.
Poco a poco fui ordenándome, sacándome cosas de encima. Al final, lo que parecía intrincado, se volvió claro, si todo salía bien, tal vez, tendría tiempo libre y deambularía por aquel lugar. Esto me resultaba interesante. Ya que estaba por ahí, por lo menos podría recorrer sus calles y, si era posible, tomaría algunas fotos —afirmé.
Cuando me desocupé, busqué algún restaurante para picar y beber algo. Hallé un sitio pequeño que tenía unas cubas por mesas. El ambiente rústico hacía que adquiriera un aire especial. Tras salir de ahí di un paseo por su plaza y visité su catedral.
Al día siguiente me levanté pronto, pensaba desayunar antes de coger el tren. No fue complicado dar con un bar, al entrar estaba saturado de gente, tuve que esperar para ser atendido, luego me ubiqué en una de las mesas más alejadas de la puerta.
Mientras desayunaba noté que alguien no dejaba de mirarme, parecía que no tenía nada mejor que hacer. Al inicio hice como si no pasara nada. Sin embargo, esta se hizo persistente, llegando a ser molesta. Tal vez nos habríamos cruzado en alguna calle y le llamé la atención o, en su defecto, se dio cuenta de que no era de ahí y, con su actitud, quería hacérmelo notar.
Con ello estaba consiguiendo que, en lugar de disfrutar del espacio, estuviera pendiente de sus gestos, me sentía incómodo.
A pesar de esa impresión, yo seguí con lo mío, miré la hora, no me quedaba mucho tiempo, tendría que salir cuanto antes e ir a coger el tren.
Una vez concluido el desayuno me levanté y abandoné el local, salí a la calle principal y di la vuelta por un pasaje ubicado perpendicularmente para tomar el camino de la estación.
Tras darle vueltas a lo que había pasado, me seguí preguntando el porqué de su mirada insistente, sin embargo, me respondí al instante: tal vez no me habría afeitado bien, solía pasarme cuando me levantaba temprano. Apuré el paso, estaba cerca del andén…

APP

300

Dos