Creatividad

Aparcamiento

Al ver el justificante noté que el precio era excesivo, mi error, no haber buscado el cartel de las tarifas al entrar, sé que era algo fundamental, pero pequé de confiado, además no me apetecía buscar más sitios, ingresé en el primero que encontré.
El inicio de año no fue halagüeño, esperaba que trajera buenas noticias, pero no fue así, lo único bueno fue que me obligó a salir de viaje.
Los días para conseguir una habitación eran complicados, en la ciudad confluían varios eventos, lo que significaba tener aprietos para encontrar un sitio acorde a lo que podía pagar.
No quiero relatar lo que es pasar por una situación así, sentir que tu pequeño mundo comienza a desmoronarse, porqué sería un no acabar, sería entrar en un ciclo redundante, en el que no añadiría nada nuevo, pues simplemente me regodearía en mi mala suerte, por llamarlo de un algún modo.
Hace unos días me fui a la sierra, recordaba que, en aquel lugar, me lo pasé genial, fui con pocas pertenecías, así como con poco dinero y me cundió.
Solo estuve esa vez, no volví a regresar, no era un sitio que llamara la atención por sus alrededores, valía la pena estar ahí solo por su centro histórico.
—Hay sitios amplios y cómodos, la única pega es su lejanía, por lo demás, una vez que te acostumbras, el tiempo se pasa volando, cuando te des cuenta serás uno más.
Tenía muchas dudas, salir del espacio en el que había vivido muchos años era una decisión seria.
Me había adaptado y esto era algo que pesaba, pues se me hacía complicado interactuar con la gente, tenía la empatía justa, se me hacía difícil ponerme en el lugar del otro. No había nada peor que notar que los demás eran condescendientes, se acercaban para analizarme y ver en que me podían ayudar, no necesitaba de esas buenas intenciones, simplemente requería de un lugar para hospedarme y, sí no entablaba relaciones, mejor.
Lo atinado era considerar ese viaje como unas vacaciones, como no tenía nada planificado podía ir parando en donde me apeteciera, disfrutaría de una buena experiencia.
Deje a cara o cruz la dirección que tomaría, una sería el norte y la otra, el sur, tras lanzar la moneda, resultó que mi destino lo decidió la primera opción, esperaba volver con mejor ánimo.
Con la suerte echada, seguí planificando, tendría que coger un coche, no era mala la idea de tomarme este viaje como unas merecidas y dulces vacaciones, tenía que ver el lado bueno de las cosas, estas pasaban por algo, podía sonar fatal, pero era lo que consideraba pertinente.
Lo mejor de ir a un sitio que no conoces es que nadie se fija en ti, eres uno más, pasas desapercibido.
Cuando llegué a un pueblo que parecía acogedor, busqué un sitio en donde aparcar, no fue fácil. Al no encontrar un parking en condiciones, decidí meterlo en el primero que encontré.
Al entrar, estaba cansado, solo pensaba en dejar el coche e ir a cualquier sitio a dormir, conducir no tiene demasiada ciencia, sin embargo, el estar mucho tiempo haciéndolo el cuerpo se cansa y la mente también.
En tal tesitura, y tras dejar el coche, salí con una pequeña maleta en dirección al hospedaje, un pequeño sitio que se encontraba en una zona céntrica, un pisito acogedor, con mucho espacio.
Los días se pasaron rápido, pensé que iban a resultarme pesados, no fue así.
Al llegar al aparcamiento, resultó difícil encontrar una máquina para hacer el pago, no encontré a ningún responsable, tras buscar, pagué y salí en dirección a casa.
En ese momento, el encargado, se acercó a decirme:
—Si me hubieras informado a mi antes, te habría conseguido un descuento —le enseñé el tique y añadió—, ahora que pagaste no puedo hacer nada, será para la próxima.
Ni que fuera el norte —respondí.

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