Creatividad

Una decisión

Decías que te daba pavor la seguridad con la que hablaba sobre nuestro futuro, mi afirmación era metafórica, pero claro, a eso le faltaban más detalles, notas a pie de página que indicaran lo que realmente quería decir, pero decidí mantener el misterio. Me gustaba el gesto que ponías cuando repetía lo de pasar la …, ¿a qué le tenías miedo?
Hubiera sido consecuente preguntártelo, me imaginaba lo que pasaría, podía deducirlo, probablemente descubrirías que compartíamos las mismas inquietudes, pero evité darte pistas sobre algo que tenía como una debilidad.
Tal vez por eso me alejé, quería guardarme algo y que no supieras hasta qué punto teníamos muchas cosas en común.
No tenía que continuar en este camino, mis palabras se estaban yendo por un sendero que no traería nada nuevo, tendría que reformular todo.
Quizás de una vez por todas, en tal situación, aclarábamos el malentendido, pero consideramos que con la confianza no hacía falta, en ella depositábamos todo y siempre supo hacer frente a lo que nos aquejaba.
Ese fue el problema, creer demasiado en ella, como si lo pudiera todo, como si hiciera magia.
No tengo claro lo que debo decirte, ¿por qué estoy escribiendo esto?, ¿será por qué me siento solo?, ¿vale la pena volver sobre mis pasos a causa de esa sensación?
No sé si lo que redacto tiene el sentido real de lo que quiero decir, aunque en mi cabeza suena bien, las formulaciones no siempre se leen como uno cree.
La mayoría de las veces no pasaba de ser una broma, es más, te lo aclaré aquella vez, cuando sentados en el bus, me dijiste que éramos demasiado jóvenes como para cerrarnos las puertas a vivir.

Eras muy buena para sacar temas, nunca fue un problema para ti, estar a tu lado era entretenido.
Igual no te interesaba que empezara así, yéndome a reminiscencias en lugar de ir al presente.
Volver a hablar era en vano, los intentos de retomar la normalidad no valían la pena, pero, a pesar de ello, no sabía cómo contactar, aún nos esperaba aquella taza de café.
De repente, esa promesa era una de tantas que no cumpliríamos, la dejamos pendiente para la siguiente salida.
No he contado las semanas que han pasado, solo sé que ahora cuando me veo en el espejo tengo alguna cana en la perilla, ¿será cuestión de la edad?, quién sabe, ¿nos reconoceremos?
No he pensado en ti o, por lo menos, no de forma consciente.
Probablemente ya no tenga sentido retomar algo que duró lo que debía durar, ni más ni menos, cumplió su ciclo.
Varias veces he pensado lo que hubiera pasado si asistía a ese encuentro semanal, pero todo me dice que se repetiría lo de costumbre, bromearíamos, iríamos al lugar al que éramos asiduos, te hablaría de algún plan que habría maquinado, de algo imaginado para nosotros…
Tras darle vueltas comprendo que aquellas ideas eran egoístas, solo pensaba en mí, en lo que me convenía o no, mi egoísmo fue tal que decidí por ambos, sin consultarte….
No obstante, en ese momento me pareció lo correcto, éramos jóvenes y no debíamos cerrarnos a vivir, tendríamos muchas experiencias por delante, te hice caso.
Por eso, cuando pienso en la posibilidad de volver a hablar, imagino que estarás enfadada, no querrás saber nada de mí.
Sé que me equivoqué, hubiera sido mejor hablar contigo sobre lo que me pasaba e indicarte cual era mi problema.
Tendría que empezar por este punto, sin ser muy extenso en mis palabras, cuanto más directo, mejor.
Al final tenías razón, nada de lo que contaba era factible, sin embargo, tenía una leve esperanza, pero la apagué aquella tarde, cuando, pensando que era lo correcto, decidí desaparecer, parece una contradicción escribir lo que estoy escribiendo, pero ¿qué somos sino un conjunto de contradicciones?, a veces, ni nosotros mismos nos entendemos.

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