Creatividad
Un juicio propio
Durante la última semana Manuel estuvo expectante porque saldría a la venta una novela de un autor que admiraba, a pesar de que ofrecía obras flojas últimamente, no perdía la confianza de que en esta se volvería a ver su grandeza.
Había leído algunos artículos en los que se hablaba sobre la calidad de la nueva obra, los encargados de redactarlos recibían copias de la editorial, les venía bien que les hicieran publicidad.
En esos artículos exaltaban las cualidades del escritor, en dónde indicaban que, al referirse a un tema tan estudiado por él como la música, hacía gala de sus conocimientos en las artes melómanas.
Hacía parangones entre los distintos conciertos alrededor del mundo, elevando a un altar el del año nuevo en Viena, concierto en el que se interpretaban composiciones de un afamado músico. Durante sus casi dos horas de duración hacían un recorrido por su obra, desde sus inicios hasta su época madura, indicando que esta era la mejor, asimismo lo cerraban con una de sus marchas más conocidas, inspirada en un combate que marcó la historia mundial.
Manuel tenía memorizada esta marcha, no se perdía la transmisión del concierto, la hora era la misma todos los años: a las doce del mediodía, el primero de enero, una fecha marcada en su calendario. A pesar de no ser un conocedor en profundidad, disfrutaba de las melodías.
En base a ese tema realizaba su ficción, dando giros que encandilaban al autor, afirmaban, sin exagerar, que todo aquel que siguiera su trayectoria se sentiría reconfortado por el modo en el que desarrollaba la novela.
Gracias a este acercamiento conoció varias obras que poco a poco fueron engrosando su pequeña colección, eso sí, alguna le costó conseguirla. Al no ser demasiado comerciales, la venta se hacía por encargo, esto significaba esperar por lo menos dos semanas para tenerlas.
El tema le gustaba, además tenía cierta afinidad por varias composiciones que mencionaba, sin embargo, era escéptico con eso de que volvería al nivel de toda la vida.
Pasado este tiempo iba a recogerlas, las llevaba a casa y las reproducía en un pequeño equipo de alta definición.
Hace menos de dos años había caído en esas tretas mercantilistas, adquirió el libro y al leerlo sintió que, a pesar de ser entretenido, no estaba al nivel que solía demostrar.
Antes de meterse en el mundillo de la música, no sabía nada de la calidad del sonido, durante el proceso de hacerse con una colección de clásicos fue aprendiendo.
Su queja no estaba en el modo en el que estaba escrito el libro, pues el autor nunca lo hacía mal, iba más enfocada al tema que tocaba, el escenario de una dictadura con todos los entresijos que se ciernen en ella daba para más, pero solo se quedó en la superficie, se centró en contar una buena historia y no en realizar una gran ficción.
Tenía un amigo que lo inicio en esas lides. De este modo aprendió diversos términos que solo conocían los especialistas. A él no le interesaba ser uno, solo quería disfrutar de la música en buena calidad, sin la superposición de sonidos que, a la larga, era los causantes de tener una mala experiencia.
Pero ¿por qué le exigía tanto?, con que publicara una nueva novela debería de conformarse, ya que con la edad que detentaba, el autor, muchos se dedicarían a vivir de la gloria pasada, en lugar de seguir produciendo.
Estaba convencido de que si seguía ahondando en el tema llegaría a un punto en el que le resultaría aburrido, en especial cuando comenzaba a sonar como teoría, en lugar de apreciaciones que podrían enriquecer su gusto.
Siguió revisando ensayos, todos apuntaban a lo mismo, la construcción de los personajes era notable y el escenario propuesto aún mejor, el … de los años 50, en donde se veía el nacimiento de un arte que, hasta esos momentos, era marginal.
Eso era lo importante para él: disfrutar, no perder el tiempo con cuestiones que si bien, para algunos era importante, le resultaban baladís para sus fines
Lo popular se alzó y cubrió con sus bríos todo aquello que se acercaba a su estilo, es aquí donde hacía una comparación, indicaba lo que significó para aquel entorno, como transformó el mundo cultural de su tiempo.
Sabía que para muchos la teoría era importante, pero sin obras esta sería nada, por eso mismo el prefería ir a las fuentes y, luego, hacerse un juicio personal.
Dentro de todo, añadían, era una buena observación que resaltaba un mundo que en la actualidad estaba siendo olvidado, aquejado por ese cáncer de la globalización en la que todo comenzaba a sonar igual, perdiéndose las singularidades que tanto enriquecían al ser humano.
No tener una lectura guiada de las melodías era lo esencial.
Pero lamentablemente, recalcaban, era un fenómeno que se estaba produciendo aquí y en todas partes, por lo tanto, se podía hacer poco contra él, únicamente quedaba en manos de los que tenían cierto prestigio cultural, el defender con sus armas esas expresiones en vías de extinguirse y nada mejor que una novela para este fin, con la firma de un autor de renombre, allí recaía el valor, según los entendidos, de la nueva publicación
A partir de él podía continuar o no, pero no basado en textos que le explicaran su valor.
Leyó algunas hojas más, tampoco eran tantas como para nunca acabar, tras ello tuvo una idea más clara, por lo menos sus inquietudes habían sido sosegadas.
Viniendo en el metro un chaval escuchaba la marcha de aquel famoso combate, ¿sería una señal?, ¿un mensaje para que fuera a la librería a comprar la novela? A pesar de esto, tenía muchas dudas en adquirir el nuevo libro, no quería sentirse minusvalorado como lector, esperaba que las novelas fueran un reto, no solo que lo entretuvieran.