Creatividad

Sin presentaciones

Los recuerdos se alejaban cada vez más, durante las últimas temporadas se sentía superado, era agobiante… un tiempo aciago.
Sus planificaciones se cumplían, su día a día había cambiado. De repente, alguien le contactó, a pesar de su sorpresa, contestó, no esperaba una llamada en ese momento.
Hasta hacía poco, acompañado, tenía una mirada más halagüeña, menos pesimista, pero conforme incrementaba sus años, esta se acentuaba.
Nadie se presentó del otro lado, daba por supuesto su interlocutor que sabía quién era.
La poca interacción que tenía con el resto del mundo, le fue ocasionando trastornos que se acentuaron con el paso del tiempo, su carácter se agrió.
Con un par de palabras, bastaba.
El momento no era el más adecuado, estaba ordenando lo acumulado durante el año, compraba compulsivamente, cayó en la parafernalia propagandística, era presa del consumismo.
Probablemente el acento lo delataba, lo tenía muy marcado, bastaba con que dijera dos palabras y automáticamente sabían quién era.
Para paliar la soledad se hizo asiduo a las páginas de compras, tenía la idea de que así se sentiría mejor, pero con ello solo conseguía acaparar objetos que luego no le eran útiles.
A pesar de fingir su voz, había una huella analógica en sus palabras que le indicaba a su interlocutor que era él.
Al ver los catálogos se emocionaba con la idea de poseer determinados objetos, pensaba que adquiría un pedazo de felicidad, pero era una falacia, su vacío no se llenaría tan fácilmente.
Esa forma extraña de pronunciar las palabras era su seña de identidad.
Con sus carencias se fue abstrayendo de la realidad, de tal modo que a nadie le interesaría acompañarle.
Si hubiera intentado imitar al resto habría sido un sinsentido.
Era un lastre.
Al escucharse sintieron que la charla era la continuación de su última vez, el distanciamiento solo fue un pequeño momento de espera.
Esas simples palabras le reconfortaron, le hicieron olvidar que estaba en un momento complicado, intentó ocultar su cambio, mostrarse de un modo diferente, como si no hubiera pasado nada, al final era lo mismo.
Un lapso, una pausa necesaria.
¿De qué hablarían?
Se le ocurrió colgar, pero sopesó la situación, no escaparía, escucharía lo que tenía para decir.
Un contacto extraño, inesperado, que no hubiera sido posible si hubiera cambiado de número, pero algo le dijo que no lo hiciera, a pesar de que en alguna ocasión pasó por su cabeza, como una posibilidad de empezar de cero, sin que nadie conocido lo contactara.
Solo estar ahí.
Pero lo descartó a esas alturas tenía memorizado su número.
Nadie le había obligado a coger la llamada, nadie, solo su sentido común, tenía una leve esperanza de salir con ello del hoyo, de sentirse mejor, con su medio.
Con lo difícil que le era memorizar cosas nuevas, por eso mismo era mejor que todo siguiera inalterable, con la única motivación de hacer de su espacio una trinchera.
Era una quimera, no era bueno depender de alguien más para sentirse mejor, lo sabía, pero no era capaz de darle solución, lo había intentado en su soledad y fue imposible.
Y así continuó la charla, se dijeron varias cosas, todo lo que hicieron hasta ese momento, lo contaron, fue como hacer un recuento de los daños, de lo que había pasado tras su despedida, tras ese instante en el que pensaron que cerraban una etapa, etapa que vivieron de un modo diferente, con distinta intensidad, con distinta piel, con circunstancias extrañas, pero que eran suyas.
Conforme avanzaron en su charla, sintieron que podían seguir compartiendo sus ideas como siempre, podían ser ellos mismos, no se juzgaban, más bien festejaban cada una de sus aventuras, de sus vivencias, que les hubiera gustado compartir, pero pensaron que fue lo mejor, pues de otro modo no estarían ahí conversando, estarían aún más distanciados.
A pesar de sus imperfecciones parecía plausible que el encuentro pondría orden, por lo menos, en el caos de sus eventualidades.
Así continuaron, sin necesitar presentarse, no tenía sentido hacerlo, se conocían desde siempre.
De ese modo se dejarían la voz en aquella charla.
Tal vez era verdad, no era necesario que se presentaran, pues eso significaría perder un tiempo importante que no tenían.

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