Creatividad
Percance
Las paredes retumbaban, las ventanas se estremecían, por momentos se detenía, pero de lapso en lapso se volvía a sentir.
La construcción era de mediados del siglo XIX, levantada por la necesidad de viviendas. La gente comenzó a asentarse por la zona, con una cara muy distinta a la de ahora, y se adecuó el espacio para darles cobijo.
A veces parecía que movían cosas, otras que caminaban, lo harían por incordiar o simplemente era debido a lo mal construidos que estaban los pisos.
Cuando una vez preguntó la causa de este problema, explicaron que la razón era simple, eran edificios antiguos.
Se dio luz verde a los proyectos y los bloques comenzaron a levantarse, se utilizó tecnología punta, a la vanguardia de la modernidad.
También solía sentirse la vibración de un móvil, esto lo confundía, lo buscaba pensando que alguien le llamaba, pero era en vano, ese vibrar venía de otro lado.
Y no fueron tan mal construidos, ya que, aún se mantenían en pie, a pesar de haber pasado por varios momentos peliagudos e incluso una guerra. Una vez, en una exposición fotográfica observó como las imágenes lo mostraban derruido, nadie diría que era el mismo lugar ahora, el que habitaba.
Estaba pensando en ello cuando nuevamente, alguien comenzó a saltar, las vigas lo notaban, haciendo que todo retumbara, parecía un temblor.
La zona cayó en el olvido, la gente que tenía pocos recursos comenzó a habitar los pisos que aún quedaban en pie. Las corralas se hicieron populares.
El lugar no estaba insonorizado, se sentía el mínimo movimiento.
También comenzaron a llegar escritores de todas partes, viviendo la experiencia, incluso lo plasmaron en relatos o novelas. El barrio les sirvió de escenario para sus ficciones.
En este lugar, sin querer, uno se volvía cotilla, indirectamente, todos los vecinos eran como una gran familia, aunque no lo supieran.
Gracias a esos toques literarios, la zona comenzó a cobrar fama, de tal modo que se levantaron más edificios e incluso se construyó una plaza.
Las paredes parecían de papel, igual si las recubrían con algún protector, sería más cómodo. Pero esto era utópico, para conseguirlo se tendría que levantar de nuevo todo y era inviable.
A veces pensaba si a él también se le escuchaba, se avergonzaba si era así, pues en ocasiones elevaba la voz, sin darse cuenta.
Los edificios antiguos, los primeros construidos, se adecuaron a los nuevos tiempos, quedando irreconocibles por fuera, sin embargo, por dentro, aún guardaban vestigios de su antigüedad.
Sería complicado, más aún en verano, cuando tenía las ventanas abiertas.
Esta remoción hizo que el barrio fuera considerado como el más cool del mundo. Este apelativo se lo pusieron los encargados de una publicación famosilla.
Antes, cuando vivía en una zona alejada, podía estar a sus anchas y nadie se enteraba.
Las construcciones antiguas, cayó de nuevo en ello, eran las causantes de la incomodidad que se podía sentir.
Durante la época que demoró en aclimatarse, se afincó en uno de los suburbios al norte de la comunidad.
Esta antigüedad la notó un día en el que paseaba por el lugar, se encontró con uno de los edificios acordonado, corría el peligro de derrumbarse y ocasionar daños a los viandantes. Alguien, haciendo una reforma, se trajo abajo un muro de carga y con esto generó daños irreparables a la infraestructura, evacuarían a las familias y la demolerían.
Pero un día sintió que estaba aislado de las zonas más importantes, en las que había más movimiento.
Un bombero lo invitó a desviar su trayecto en aras de salvaguardar su seguridad.
Tras pasar un casting, le informaron los pasos que debía seguir para firmar el contrato de alquiler. Una vez cerrado podía trasladarse. No demoró mucho en hacerlo, tenía todo preparado para la mudanza.
Tal vez en su lugar levantarían una construcción moderna, tendría que estar al tanto para cuando pusieran los pisos en alquiler.
Cuando él llegó, se encontró todas las particularidades, al inicio no lo incomodaban, le parecía que daban color, generando un ecosistema particular.
Nuevamente, con esto, cambiaría el rostro de la zona, pasaría a otra etapa de su evolución.
Dejó de tener gracia cuando se hizo costumbre.
Sería conducida por derroteros insospechados.
Si quería estar a gusto tendría que cambiar de piso, a uno de obra moderna, eso implicaría endeudarse, tras pensarlo hizo un balance, entre los ruidos o la calma, sopesó las circunstancias, ¿merecía la pena gastar más dinero?, cuando se enfocó en el tema económico, no tuvo que darle más vueltas a su dilema, aguantaría un poco más, estaría menos en el piso y más en la calle, convertiría el lugar en un departamento dormitorio que estaba en el puto centro.