Opinión

Experiencia interrumpida

Es usual, cuando se va al cine, en hora punta, encontrarse con una gran cantidad de público, algunos en la zona de ingreso a las salas y otros, haciendo cola para comprar golosinas, snacks, refrescos o lo que se les antoje, en tanto se enmarque en la categoría: comida rápida.
Esto sucede en especial durante los estrenos, ya que el despliegue propagandístico llega a tal nivel que es imposible no enterarse de un evento así, por eso mismo, en esas jornadas, la asistencia suele ser mayor de lo acostumbrada.
Algunos entran tan cargados que parecen haber ido a comer y no a ver una película, quizás ese era su idea inicial; lo de comprar la entrada para ver la cinta fue algo anexo. Esto se repite una y otra vez, les han metido en la cabeza a los usuarios que la mejor forma de verla es comiendo y bebiendo, tal vez así harán entretenido el momento.
Ciertamente esto es lo que nos vende el imaginario norteamericano, si no estás masticando algo, no puedes disfrutar satisfactoriamente una producción cinematográfica. En todas las realizaciones venidas de esos lares, inculcan que lo mejor es llevar algún snack, pues acompañará al usuario en los momentos más interesantes de la puesta en escena, les ayudará a disfrutar la experiencia en su total plenitud. Hacer eso mientras se ve una película es un despropósito, debido a que lo normal sería enfocarse en una u otra, no en las dos a la vez. Al final, el que está a ambas, terminará distrayéndose y perdiéndose hechos sustanciales de las acciones.
Los dedicados a este rubro, deberían ofrecer la posibilidad de ver un filme sin tener a alguien incordiando con su degustación, en un espacio sosegado y no en uno en donde el sonido del hielo de las bebidas suene como si fueran maracas.
A todos los que hemos ido a un estreno nos ha pasado, más de una vez, estar centrados en una escena y, de repente, ser interrumpidos, por el ruido de un envase de bocadillos, el momento de entusiasmo que se estaba consiguiendo es resquebrajado por el insensato de turno. Tras esto, volver a engancharse a la obra es difícil, hacerlo no es inmediato, pues es necesario obviar todo lo que pasa en el ambiente.
Estos que están más centrados en cualquier otra cosa que en ver la cinta, serán los que dirán, más adelante, que la realización no estuvo a la altura de lo que esperaban, e incluso afirmarán que les pareció lenta, haciendo alarde de una erudición única, como si hubieran estado pendientes de ella.
La comida debería ser lo secundario en una sala de cine, un añadido más que no fastidie al resto, sin embargo, el hecho de colocar a la entrada los expendedores de esta, nos deja claro el mensaje, por lo visto, la comodidad de los que no van a comer ha sido olvidada por los dueños de estos negocios, en aras de agenciarse un ingreso extra, prefieren esto a otorgar una mejor experiencia a todos sus asistentes.

Lume

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