Opinión

Buenas intenciones

Hace poco tiempo he comenzado a ver la serie Ley y orden: Unidad de víctimas especiales. La forma en que abordan distintos problemas que se dan en la sociedad, más aún, en los casos de abusos sexuales, muy en boga en nuestros días, le da toques verosímiles.
En la actualidad, aparentemente, se producen más casos de violaciones, los vemos en las noticias. Sin embargo, no es que se produzcan más, sino que ahora las víctimas tienen la voluntad de hacer valer sus derechos y llegar hasta las últimas consecuencias.
Durante el tiempo que se extienden las emisiones del programa, se puede ver una serie de casos en los que, los integrantes de este grupo especial, tienen que sacar lo mejor de sí mismos para cumplir con su labor. Tras desempeñar su trabajo, muchas veces en situaciones peliagudas, ponen a los criminales en manos de los jueces. Aquí se dan una serie de actuaciones, en donde la parte acusadora, el fiscal de turno, tiene que aportar suficientes pruebas para que sea recluido en la cárcel el acusado. No obstante, la presunción de inocencia prima en todos los casos.
Lamentablemente, como se puede ver en nuestros días, la presunción de inocencia se está convirtiendo en papel mojado, con una denuncia que, sin ser corroborada, aparezca en un medio de comunicación, terminarás con tu reputación por los suelos. Obviando ese derecho que tenemos todos, porque se juzga y se acusa sin mediar palabra alguna del acusado, como sostienen varios estamentos, cualquier tipo de denuncia debe realizarse en los entes pertinentes, por lo tanto, no se puede salir alegremente a declarar.
Lo mejor es que en esta serie no siempre ganan los buenos, los que están del lado de la ley, esto le da un toque especial, pues, a pesar de las reticencias que podemos tener con ciertas actitudes, en la vida real pasa lo mismo; gente que es culpable termina saliendo libre, debido a la buena defensa que tienen y a lo débil de las pruebas acusadoras.
La serie lleva en el aire veinte temporadas, en este tiempo ha ido evolucionando, ha adquirido matices que la hacen más intrincada. Los guionistas han añadido elementos que hacen que sea una buena ficción, gracias a que sus referentes se obtienen de su misma historia, haciéndonos olvidar nuestra realidad y confundiéndose con un documento que nos habla de la realidad. Las herramientas de las que se valen consiguen elaborar personajes interesantes que logran ofrecernos la intriga necesaria para seguir pegados a la pantalla.
En uno de los capítulos de su temporada 19, de repente aparece la hija de una familia después de diez años. El caso, que se había cerrado, se abre para esclarecerlo. Los miembros de la familia reciben con los brazos abiertos a la muchacha, pero hay algo que no les termina de cuadrar a los investigadores. Gracias a su buen olfato siguen una serie de pistas para dar con el meollo del asunto. Durante sus indagaciones dan con la tecla y hacen que se cumpla la ley. A consecuencia de ello la familia queda deshecha, debido a una sucesión de mentiras que giraron en torno al caso.
Después de ver este episodio me surgieron una serie de preguntas ¿qué necesidad había de esclarecer el caso?, sí todos eran felices dejando las cosas como estaban, ¿no era mejor, zanjar el tema y mirar a otro lado?, estas preguntas pueden ser fácilmente respondidas: La ley no conoce de sentimentalismos y es necesario cumplirla. Por el contrario, queda otra duda, ¿es mejor vivir una mentira, siendo feliz, o vivir con una verdad siendo desgraciado?
No sé si será mejor vivir como parte de una mentira, pero está claro que tampoco será gratificante vivir de forma desdichada. Esta interrogante es difícil de desentrañar. Mas no se puede olvidar que una mentira, por muy venial que sea, no deja de ser una mentira, a pesar de las buenas intenciones que se tengan, porque el infierno está lleno de ellas.

Mitchel Ríos

Lume

Agli