Opinión

Duda razonable

Dentro de una habitación, durante una tarde calurosa en una ciudad cualquiera, se encuentran reunidos un grupo de ciudadanos para dirimir sobre el destino de un desgraciado, este conjunto diverso es el encargado de declarar inocente o culpable al imputado, partiendo del sumario, su función es dar un veredicto sucinto y comunicárselo al juez. En un contexto así, durante la deliberación, cada miembro debe dejar de lado sus prejuicios o pasiones, su opinión debe ser lo más objetiva posible. Su votación tiene que ser sensata; está en juego el futuro de un ser humano. Situaciones como esta se dan diariamente en todos los juzgados.
La película Doce hombres sin piedad (Sidney Lumet, 1957), profundiza en ese universo —desconocido para muchos—, en donde los miembros de un jurado se ocupan de debatir, sopesar pruebas, declaraciones, alegatos y dar un veredicto que será tomado en cuenta a la hora de salvar o condenar a un muchacho. La discusión entre los componentes durará varias horas hasta lograr unanimidad de opiniones.
Este jurado, conformado por doce personas, tiene que dar una sentencia en un proceso donde el imputado está siendo condenado a muerte, todo lo incrimina, su culpabilidad, aparentemente, es irrefutable. Varios de los integrantes están satisfechos por el camino que ha tomado el caso, su decisión será sencilla, no demorarán demasiado en ponerse de acuerdo, sin embargo, uno de los miembros tiene una duda razonable, se está hablando de la vida de un muchacho, no es un asunto para ser tomado a la ligera. La ley obliga a realizar una votación, cualquiera de las opciones debe contar con los doce votos de los participantes.
Mientras se nos va contando la historia, vamos descubriendo varios entresijos, quizás al inicio podemos estar del lado de los que consideran al imputado culpable, las circunstancias lo incriminan, está claro, por eso no se puede poner en duda su apreciación.
Todos podemos creer que un grupo de este tipo está integrado por personas con juicios objetivos, desprovistas de prejuicios, frivolidades, prepotencia, intransigencia, ira, estupidez, en pocas palabras, gente de una moral intachable, es cierto, se puede argumentar que es imposible encontrar un ser de estas cualidades, pero si se desea ostentar un cargo con esta responsabilidad es importante acercarse a ese ideal, no olvidemos que representan el papel de verdugos o salvadores. Este es un asunto con el que no se debe banalizar, evitar sus motivaciones personales y centrarse en hacer cumplir la ley.
A mí me parecer es un puesto complicado, no me sentiría a gusto sabiendo que una mala decisión podría mandar a la muerte a un inocente, vivir con ese cargo de conciencia sería insoportable, un calvario, no podría dormir tranquilo, mi vida no sería la misma.
Los personajes que conforman el jurado tienen diversas personalidades, esas diferencias ocasionan disputas entre ellos, hay momentos de tensión. Sus actuaciones no se pueden valorar de forma individual, son parte de un todo, con sus interpretaciones hacen de la película una de las mejores de la historia del cine. Todos parecen estar de acuerdo, un solo voto se les opone. El disidente es el vocal número 8, interpretado por Henry Fonda. Este sujeto tiene una duda razonable, no está convencido de la culpabilidad del acusado, tampoco de su inocencia, sin embargo, quiere agotar todas las opciones que estén en sus manos para estar seguro de la decisión a tomar. No busca convencer a nadie, tampoco quiere tener la razón, su propósito es debatir con el resto de miembros y llegar al consenso, ver en cada uno la seguridad suficiente como para decantarse por una de las opciones. Su fin es sacar a la luz la verdad, en este grupo integrado por desconocidos. Gracias al proceso de deliberación algunas posiciones iniciales irán cambiando, se irá avanzando, no todo está perdido. En un par de minutos no se pude decidir si se manda a un tipo a la muerte, es necesario tomarse un tiempo prudencial. Esta duda razonable será el elemento de conflicto, a partir de ella se podría desentrañar la trama, este punto inédito será el responsable de cuestionar nuestras ideas iniciales.
Esta película es una crítica soslayada al sistema judicial y su criterio para elegir a los miembros del comité ciudadano de administración de justicia. Al parecer se centran en valorar ciertas aptitudes y dejan de lado otras que, quizá, sean más adecuadas para el desempeño del puesto. Esto se ve reflejado al inicio de la historia; ese conjunto de desconocidos se enfoca en sus intereses y no en cumplir a cabalidad la tarea encomendada, se pueden prever las complicaciones que generará deviniendo en juicios equivocados.
Durante el transcurso del relato no existen puntos desechables, cada escena aporta suspense, por eso nos encontramos pegados a la pantalla esperando el desenlace. Ese ambiente absorbente, claustrofóbico, tenso y opresivo, nos hace partícipes del problema, los encuadres, la forma de narrar, los diálogos que aportan dramatismo, reforzados por elementos visuales, nos muestra en ese microcosmo la hipocresía humana y de la sociedad.

Mitchel Ríos

Lume

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