Creatividad
Fuera de forma
Con el tiempo había descuidado su condición física, al hacerse mayor cualquier esfuerzo, por mínimo que fuera, lo dejaba jadeando, en tales circunstancias se dio cuenta de que necesitaba ponerse en forma pronto, pero, como todas las cosas en su vida, lo iba posponiendo, se decía, mañana empiezo con la rutina, se imaginaba realizando caminatas, corriendo por las mañanas, por el parque en chándal, y así pasaba el tiempo. Dentro de todo consideraba que no era importante, tal vez, por eso no le daba la trascendencia que se merecía. En ese momento estaba centrado en realizar otras actividades que le reportaban mejores satisfacciones, ocupaciones más esenciales que lo hacían sentirse orgulloso.
Un día, paseando por el barrio, unos colegas de toda la vida le comentaron que participarían en un campeonato que organizaba el ayuntamiento, solo tendrían que pagar la inscripción, para ello, los integrantes del equipo colaborarían con una cuota, esto les permitiría hacer el desembolso correspondiente. Luego, añadieron que contaban con él, si quería participar tenía las puertas abiertas.
Como tenía en mente comenzar con algún programa de ejercicios imaginó que era una buena oportunidad para empezarlo, así, a la fuerza, se pondría en forma. No demoró en tomar la decisión, quería ser parte de ese proyecto.
Rememoraba la época en la que no había tarde en la que no estuviera jugando al fútbol, en el club, era conocido por los encargados de seguridad y, muchas veces, cuando olvidaba el carné de socio, lo dejaban pasar, era uno más en aquel lugar, se sentía a gusto, se divertía y eso no tenía precio, aun cuando al regresar a casa se enojaran con él, porque descuidaba los trabajos del instituto.
—Ni que fueras a hacerte profesional —le decían—.
Escuchaba esa afirmación y guardaba silencio, era cierto, practicaba ese deporte como un pasatiempo, no lo veía como un fin al cual dedicarse el resto de su vida, aunque tampoco tenía claro lo que pensaba hacer en el futuro, cada vez que trataba de planificarlo, le surgían cientos de dudas, le resultaba difícil proyectarse dentro de un lustro y si le seguía dando vueltas, le resultaba aburrido, lo suyo era actuar, no perder el tiempo pensando en el porvenir. En tal tesitura intentaba evadirse, por eso se dirigía al complejo a pasar el rato.
Sin embargo, de aquel tiempo al actual habían pasado muchos años, hoy le gustaría tener la misma disposición física, pero era imposible, intentaría, por lo menos, acercarse, para eso tendría que poner de su parte si quería llegar en buenas condiciones al acontecimiento deportivo.
Antes de cerrar el acuerdo para participar en el equipo de sus colegas dejó claro que le sería imposible, por el trabajo, asistir a todos los entrenamientos, si eran por la tarde sería perfecto, pero por la mañana no le era factible. Le respondieron que no había problemas, pero con una condición, debería convencer a…, una vieja gloria del deporte local para que jugara con ellos, aceptó e iría a verlo, le pareció justo. De este modo pasó a formar parte del equipo.
Desde hacía muchos años que había perdido contacto con ese tipo, durante un tiempo coincidieron en distintas actividades, pero después de una temporada se alejaron. Se dirigió a su casa, sin duda sería un gran añadido para el equipo, él solo podría hacerles ganar el campeonato, le haría una buena exposición del proyecto para convencerlo.
Hablarle no fue difícil, lo recibió en casa y charlaron un buen rato, hasta que le explicó el motivo de su visita, en ese momento se calló, escuchó atentamente lo de participar en un equipo del barrio, formado por colegas, en plan amateur —recalcó—. Terminó y esperó una respuesta.
Su interlocutor se mantuvo en silencio, al parecer le daba vueltas a la propuesta, no le era sencillo interpretar sus gestos.
—¿Quiénes van a participar? —soltó la pregunta en un tono inquisidor.
—Solo los chicos del barrio, ningún foráneo —añadió lo de foráneos para dar la impresión que solo participarían los colegas de toda la vida.
—¿Cómo se llama el equipo? —al parecer esto era importante.
—El equipo se llama… —miró en su rostro que tal nombre le pareció ridículo, la gestión se iría al traste.
—Sabes, yo tengo cierto caché, mucha gente me conoce, no puedo jugar con cualquiera, tampoco puedo ser integrante de un equipo con un nombre tan risible, ¿cómo nos tomarían en serio? —hizo una pausa y agregó—, lo siento, pero no me veo jugando con vosotros —fue tajante con su afirmación.
Se despidió con la promesa de quedar un día para tomar algo. Pensó en añadir que el equipo no era profesional, no asistiría nadie importante al torneo del ayuntamiento, lo hacían por amor al deporte, sin embargo, no dijo nada.
Tras la decepción inicial, pues consideraba que las minucias en las que se había fijado no eran tan importantes, fue con la noticia a sus colegas. Irían sin ese refuerzo, trato de convencerlo, no fue posible. La negativa le sentó mal al grupo, tras esa reacción inicial se resignaron, este inconveniente no los desmotivaría, a pesar de este impase, lo compensarían dando todo de sí. No dieron marcha atrás, se inscribieron en el torneo y esperaron a que iniciara.
Lamentablemente el primer partido fue un desastre, su desempeño fue pésimo, se notó su poca preparación, corrió muy poco y mal, no se entendían bien en el campo, el rival sacó a relucir su mejor nivel, no habían caído en que los demás se tomarían en serio su participación, este fue un error, si no se ponían serios, era muy probable que no podrían ganar el campeonato y, por consiguiente, perderían el dinero aportado.
Él no estuvo tan mal, es más, había metido un gol durante el tiempo que estuvo en el campo, pero tuvo que pedir que lo cambiaran, iban ganando, pero en una entrada desafortunada le dieron un codazo en la boca del estómago, intentó seguir jugando, fue imposible, el esfuerzo de correr le causaba molestias. Se sintió mal por hacerlo, pero el problema podía ir a mayores. Por desgracia el equipo comenzó a hacer aguas por todas partes, les empataron y el equipo rival no tardó en meter el gol del triunfo, se notaba que estaban mejor preparados, corrían más.
Los integrantes del equipo se enfadaron, acordaron que nunca más jugaría nadie que no fuera a todos los entrenamientos, de ese modo esperaban ser más competitivos, al escuchar esas palabras se resignó, si bien, la derrota no había sido por su culpa, comprendía que no estaba al ciento por ciento, no rindió como debería haberlo hecho. Se apartó del grupo, los dejó discutiendo, no necesitaba escuchar más.