Creatividad
En fin de semana
Un día al volver a casa me encontré con una invitación en el buzón de correos, me sorprendió, ya que, últimamente, vivo alejado de los colegas, lo que implica estar desconectado de todas las noticias que se puedan decir en el grupo.
La invitación tenía un mensaje escueto: Te espero el sábado, en la caseta… de la….
No soy asiduo a ese tipo de eventos, por eso me sorprendió ser invitado a una presentación de ese estilo, los considero ostentosos y elitistas, alejados de lo importante, ya que, a pesar de ser un acontecimiento cultural, no deja de ser una reunión de amiguetes para darse una palmadita en la espalda. Solo sirve para hacer crecer el ego de quienes están dentro de ese mundillo, llegando a considerarse como los únicos que mantienen viva la llama de la cultura, en un mundo cegado por los convencionalismos actuales.
Al entrar en el piso dejé la invitación en mi escritorio.
Al inicio no éramos amigos, solo compartíamos facultad, hasta que cruzamos unas palabras la vez en la que, apoyado en la fuente central del claustro, vi que entregaba folletines a un grupo de chicos —al parecer eran sus escritos y se los daba a sus colegas para que le dieran una opinión.
Como estábamos cerca, le pregunté si los vendía o los regalaba, su timidez hizo que no respondiera, como no nos conocíamos supuse que ahí residía la razón de su silencio. Uno de los chavales del grupo dijo en broma, deberías leerlo, es el próximo premio nobel de…, como me lo puso fácil respondí:
−Lástima, no leo a escritores que no lleven años bajo tierra, solo leo clásicos. Escritores actuales, no −solo quería trolearlo.
Esto hizo reír a todos y así comenzamos a interrelacionar.
Con el tiempo llegué a leer lo que escribía y me pareció que tenía un estilo peculiar, propio. Resultaba sencillo de leer, así como entretenido, de todos los ahí presentes era el que tenía más futuro, podía ser el… de nuestra generación.
Seguí con mi reticencia a asistir, pero comprendí que una invitación así, no se daba todos los días, sería una buena oportunidad para poner la patita en ese mundillo, a pesar de que no fuera de masas.
Las previsiones para el clima no eran halagüeñas, se preveía que hubiera lluvias (algo raro en esa temporada), a puertas del cambio de estación, se esperaba otro tiempo.
Esta incertidumbre era un escollo para elegir la ropa para salir, sin embargo, dejé todo en manos de la suerte, tampoco venía mal que lloviera.
Durante el trayecto noté que había muchas personas con maletas a cuestas, tal vez cogerían el puente y saldrían a descansar.
Al acceder a la… me encontré con una cantidad ingente de asistentes, miré el número de la caseta que indicaba la invitación y comprendí que tendría que recorrer más de un centenar.
Iba fijándome en el nombre de los autores que se encontraban en cada una de ellas, algunos estaban acompañados por las fotos y la leyenda: hoy firma….
Estaba en esto cuando leí el nombre de uno que me interesaba, intenté verlo, pero fue imposible, había muchas personas que lo tapaban y no dejaban que el resto pudiera admirarlo.
−Si hubiera sido en día laborable y no en fin de semana −me dije− el número de asistentes sería menor, sería más cómodo transitar por ahí, se podrían ver mejor los libros que ofertaban las distintas editoriales.
Mientras tanto, seguí recorriendo el lugar, esperaba dar con el sitio indicado en la invitación, a pesar de mi reticencia inicial, igual cuando me encontrará con el remitente del mensaje, le podría preguntar: ¿cómo se ve el mundo desde ahí?