Creatividad
Un simple observador
Solía pasar a menudo por el campo deportivo, se sentaba en las gradas y observaba como se divertía la chavalada corriendo tras un balón.
Desde hacía varios años tenía que conformarse con verlo, ya que debido a ciertas limitaciones estaba impedido para practicar aquel deporte que lo encandilaba, solo le quedaba ver como los demás lo disfrutaban.
En esas circunstancias recordaba las veces en las que demostró su talento, cualquiera hubiera podido decir que podría llegar a ser profesional, pero ese mundo no era para él, con el tiempo se convirtió en algo inalcanzable, a pesar de poner todo de sí, comprendió que no bastaba con tener talento, se necesitaba estar relacionado y, lamentablemente, eso era lo que le faltaba, estar metido en ese mundillo cerrado, al que solo entraban los que se ceñían a sus regulaciones.
Muchas veces habría querido vestirse de corto, pero en su condición física actual no podía, ya que no bien empezaba a correr le surgían problemas, se quedaba sin aire, le dolía el pecho, no daba para más, por este motivo prefería sentarse a mirar, una actividad que le exigía poco esfuerzo.
La hora que elegía para acercarse por el complejo deportivo era la de la merienda, justo cuando se reunían los jóvenes del lugar, un espacio construido con el esfuerzo de los vecinos, sin el apoyo del ayuntamiento, que estaba más centrado en hacer obras que le dejaran comisiones y no así en obras que le fueran útiles a la población.
Le gustaba centrarse en ver a los que más técnica demostraban, en especial en aquellos que llenaban los ojos del espectador. En ocasiones se imaginaba siendo un ojeador, uno de esos tipos que captaban nuevos talentos para los equipos de futbol.
No sería una mala idea, así podría trabajar en algo que le gustara y no en un empleo que no le aportaba nada esencial.
Así pues, tomaba apuntes en una libreta, en ella hacía un análisis detallado de los chavales que demostraban cualidades, describiendo sus puntos fuertes y flacos.
A algunos les daba consejos para que patearan mejor el balón, les indicaba cual era la posición más certera para tirar a gol, se daba la molestia de ilustrarlos y así compartir lo que sabía de ese deporte.
Un día se le ocurrió que lo mejor era fundar un club, sin embargo, cuando comenzó a indagar sobre cuáles eran los requisitos para hacerlo, se topó con una serie de requerimientos que lograron que se lo replanteara, daba la impresión de que el estamento encargado no quería dar luz verde a iniciativas de este estilo.
Como no quedó contento con esto, no perdía la oportunidad de comentar sus ideas a todo aquel que mostrara interés. De este modo notó que muchos pensaban como él, estaban interesados en realizar algo que dejara huella, que ayudara al barrio a sobresalir por encima del resto.
Por ese motivo no se desalentaba, intentaba ganar más soldados para su causa, no era difícil, pues tenía la suficiente habilidad para convencer, no obstante, en este caso, no era necesario desplegar ese don, pues sus planes contados, como los contaba, eran lo suficientemente atractivos, sin la necesidad de utilizar florituras innecesarias que, en realidad, servían para engatusar a los demás, no así convencer.
En este sentido seguía metido en su papel de ojeador, al inicio hacían falta muchas líneas para describir lo que le interesaba, pero con el tiempo aprendió a ser más específico, porque comprendió que menos era más, no había necesidad de llenar varias páginas cuando lo que quería decir fácilmente se podía hacer en media carilla.
Conforme iba llenando los cuadernos con sus apuntes, los iba almacenando, para cuando fuera necesario utilizarlos en aras de impulsar la actividad de esos chavales talentosos.
Al atardecer, cuando el complejo comenzaba a quedar vacío, regresaba a su piso, revisaba lo que había apuntado y, en cierto modo, se sentía reconfortado, así ponía su granito de arena para que el mundo fuera un lugar mejor, un lugar en dónde todos se echaran una mano desinteresadamente.
Confiando en que sus ideas se harían realidad, comenzaba a planificar los pasos a seguir para dar un mejor empaque a todo aquello que, por ahora, simplemente, estaba en el mundo de las ideas, aunque al hablarlo le resultaban factibles, convenciéndose que conseguiría los fondos necesarios para poder asesorarse y así, fundar el club que ansiaba. Una vez conseguida esa meta, podría hablar con los que se encargaban del campo deportivo para tenerlo en determinados horarios y así entrenar con aquellos que estuvieran interesados. De este modo podría llevar a los chicos del barrio a distintos campeonatos, diferentes competiciones, en la que demostrarían su capacidad, dotes para ese deporte que tanto les gustaba, y la magia que escondían en sus pies.
Los inscribiría en donde hiciera falta, lo fundamental era conformar un buen equipo, mientras se divirtieran, el esfuerzo habría valido la pena. Por lo demás, no los presionaría, el resultado de los encuentros sería lo de menos, en tanto aprendieran que lo esencial era jugar en equipo, era empujar para que todos sacaran lo mejor de sí, para que cada uno se hiciera fuerte ante las adversidades.
Sabía que no sería fácil, pero estaba dispuesto a dedicarle todo el tiempo necesario, lo principal sería sacar adelante ese club y convertirlo en el trampolín para muchos chavales sin recursos y darles la oportunidad de salir adelante, quería brindarles las facilidades que muchos no tuvieron.