Creatividad

Un mensaje cualquiera

Aquel día, al leer un saludo que le dejaron, recordó que todo mensaje tiene un destinatario, inmediatamente pensó en las distintas posibilidades, ¿valdría la pena interesarse en las palabras de un desconocido?
Al leer aquel hola no le quedaban dudas, alguien quería contactarlo, en ese momento se imaginó que los chats formaban parte de un mar enorme en el que flotaban las diferentes intenciones comunicativas, cuyo asidero eran las palabras a la espera de ser leídas.
¿Por qué lo habían elegido a él?, ¿sería el destinatario ideal?, su cabeza era un hervidero.
También existía la posibilidad de que fuera un mensaje perdido. El medio no era infalible, por lo tanto, era factible pensar en que algo así pudiera suceder, ¿acaso no era verdad que hace unos meses atrás al contestar el teléfono lo confundieron con otra persona y comenzaron a contarle una milonga, en la que el hilo conductor era un problema en el que se encontraba sumido alguien que conocía?, al inicio pensó que sabía de quién se trataba, pero conforme fue escuchando notó varias incoherencias que le hicieron contestar un rotundo: número equivocado.
La posibilidad de que fuera un mensaje perdido iba tomando forma en su imaginario, nadie perdería su tiempo intentando contactar con él. Si esto era cierto, todo lo que había pensado no dejaba de ser parte de las pajas mentales que solía hacerse, al final solo fue parte de un juego en el que la reglas las escribió un desconocido.
Continuó pensando, si contestaba no perdía nada, dejando de lado, eso sí, las ideas dantescas de verse inmerso en un fraude.
No obstante, tendría un compromiso, pues aceptaría que él era el destinatario, por ese motivo tenía que responder, pero tendría que prepararse para lo inesperado.
Al no saber quién estaba del otro lado, las opciones se hacían infinitas, podía ser cualquiera, de repente una persona solitaria con vicios acentuados y problemas tales que le contagiaría su desánimo. No podía permitírselo, no era factible en su situación recaer en un estado que no le permitiera avanzar.
Por otro lado, si ese no era el caso podía sentirse tranquilo, continuaría con su vida como si nada hubiera pasado, total, había sido un error.
Ambas situaciones eran factibles, cada una tenía argumentos a favor y en contra, por eso se dijo que pondría todo en una balanza, los pros y los contras, de acuerdo con el resultado que diera, elegiría una u otra.
La primera implicaba entablar una relación, reconocer que había un nexo entre aquel que envió el mensaje y él.
La segunda era simplemente no darle importancia, dejar de creer que era sustancial.
El mensaje soltado en un mar desconocido podía llegar a cualquier lugar, no necesariamente a su destino, por eso, al entrar en juego otros factores como la suerte, comenzó a tener claro cual opción debía elegir, solo era cuestión de darse cuenta de aquello que le convenía, no había mucho que pensar.
Al final, borró el saludo y le deseó suerte a su interlocutor, probablemente lo seguiría contactando, pero eso sólo lo sabría con el tiempo.

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