Creatividad
Trabajo ideal
Se acercó al mostrador de la librería y solicitó la guía actualizada de…. El encargado la buscó en su catálogo y le indicó en dónde la podía encontrar, tenía que dirigirse a la planta baja, ahí la hallaría.
Uno de sus pasatiempos era adentrarse en páginas de viajes, le encantaba imaginarse recorriendo el mundo, visitando sitios poco concurridos y elaborando reseñas de sus descubrimientos. Sin embargo, esas travesías imaginarias no las podía realizar por sus circunstancias actuales, tenía demasiados compromisos, demasiado trabajo acumulado, demasiado de todo, pero nada de lo que le gustaba.
Para entretenerse sintonizaba un canal de televisión donde el leitmotiv era el turismo —su tema favorito—. En el solían darle una serie de pautas para emprender el viaje de su vida, le recomendaban qué debía llevar, como debía moverse y qué debía revisar, si las cumplía a rajatabla, le otorgarían la mejor experiencia jamás vivida, una promesa que en el papel sonaba bien y le satisfacía.
Por las noches, en hora punta, emitían un programa presentado por una chica que se aventuraba por todas partes, probando la gastronomía y las bitácoras que marcaban los guías de aquellos lares. No se perdía ninguno, lo tenía apuntado en su agenda, estaba en rojo, tenía escrito la hora de inicio y el día, casi siempre era el miércoles.
Cuando lo visionaba se perdía en sus imágenes, se vislumbraba siendo partícipe de aquella aventura, parecía muy real. En ocasiones pensaba que, quizás, lo haría de otro modo, empezaría por…, en lugar de…, escribiría a la productora y le daría consejos, con ello mejorarían, aunque por lo demás, era entretenido.
Al terminar, por lo general, se quedaba meditando en la suerte de la presentadora, desde su perspectiva, esta tenía el mejor trabajo jamás inventado, por lo menos, así lo pensaba: le gustaría desplazarse por distintos parajes y recibir un sueldo por ello, no rellenando formularios, la vida era injusta —se decía.
Tras darle vueltas al asunto, llegó a la conclusión de que le había robado el trabajo, solo así se explicaba no estar en su puesto soñado, por eso comenzó a llamarla: La tía que me robó el curro.
Sus recelos iban en aumento, en especial porque durante las últimas semanas el programa se enfocaba en visitar los lugares que tenía marcados en un mapa de su pared, lo cual le parecía extraño, ¿cuántas probabilidades había de que alguien siguiera su plannig? o, tal vez, ¿tenía un espía en su apartamento?, esto era improbable, pero resultaba raro. Es así que, con el paso de las emisiones, podía prever cuál sería su siguiente destino, le bastaba con verificar qué puntos tenía marcados y, ¡oh sorpresa!, acertaba.
Seguía sin perderse ningún programa, pero la emoción inicial iba disminuyendo, podía estar ocupando ese puesto —se repetía.
Cuando disfrutaba de tiempo libre se dedicaba a ordenar su biblioteca, estaba llena de guías turísticas ordenadas por continentes, las tenía puestas por orden alfabético: África, América, Asia, Europa y Oceanía. Dentro de cada continente tenía colocadas las de países y en cada uno de ellos las de ciudades. Las iba actualizando conforme salían nuevas ediciones, esto era un no acabar, cada nada las revisaban, haciendo que comprara en determinadas épocas, dos por año, pero esto no le importaba, era un gasto necesario, invertía el dinero preciso y más.
También tenía un apartado dedicado a las revistas, ordenadas por su temática, las fue juntando poco a poco, aún recordaba la primera que compró, fue al pasar por un puesto de periódicos e interesarse por una, fue un momento mágico, fue como si hubieran plantado aquel folleto para iniciar su afición por comprarlas, cuando se dio cuenta tenía bastantes.
—¿Por qué no contratas una suscripción, si te gusta coleccionarlas?, haciéndolo puedes ahorrar dinero.
—Tal vez sea cierto, pero no me veo pagando de golpe esa cantidad, es mejor hacerlo de forma mensual.
—No es pagar de golpe, puedes ir juntando el importe que pagas por cada una de las revistas en una hucha.
—Ahorrar se me da fatal, si tengo dinero en casa me lo gasto, me conozco y sé cómo me manejo.
Después de escuchar una afirmación tan contundente callaban y cambiaban de tema. Cuando se le metía una idea era como una piedra, nadie podía hacer que se moviera de ella.
Un día estaba ordenando sus guías, cuando de repente, se topó con una desactualizada, por algún descuido se le había pasado, algo inusual, pues tenía todo controlado, se guiaba por una web especializada, en ella informaban de todos esos temas, por eso, de vez en cuando, para verificar el estado de su colección, ingresaba en ella y salía de dudas. Fue así como descubrió ese desliz, hacerlo le causó un gran sinsabor.
En vista de esto se decidió por coger la nueva edición lo antes posible, lo haría en una librería situada a cuatro bloques de su casa, era un sitio que, por la fachada, no daba la impresión de ser demasiado grande, mas al entrar uno se encontraba con un espacio enorme, lleno de libros por todas partes.
Se dirigió a donde le habían indicado, pero no encontró la guía, al parecer el responsable no había actualizado la base de datos, esto lo dedujo al no ubicar el volumen, a pesar de su interés, tendría que esperar su reposición, dentro de un par de días o semanas, no lo sabía, por lo pronto, seguiría con la edición del año pasado.