Creatividad

Texto desechable

Llevaba el QR de la entrada en el móvil que mostró en la puerta del recinto para acceder al concierto.
Aunque no sabía lo que realmente escucharía ya que solo indicaban que se trataba de un grupo de Jazz, pronto se percató de que se trataba de un cuarteto y, según la programación que entregaron los organizadores, versionarían composiciones actuales, sin embargo, no bien empezó, por el estilo parecía música de cámara, un género que no le entusiasmaba, pues solía hacerlo bostezar.

—Los medios oficiales nos mienten en la cara —expresó—, quieren vendernos la idea de que todo va bien, que no hay nada de qué preocuparse, vivimos en paz, eso gracias al sistema imperante, ya que es quien velaba por el bienestar de los ciudadanos.
Su afán de saber más, no quedarse con el sesgo político que imperaba en su medio, lo hacían replantearse el sentido de todo lo que sucedía a su alrededor, algo que para muchos era un despropósito, pues no se conseguía nada en ir contra la corriente, tal vez, el único problema que tenían delante era el político, debido a que los representantes del pueblo se enfrascaban en pugnas vanas, sin centrarse en el fin para el que habían sido elegidos, por lo demás, no había nada que hiciera mella en el bienestar social.
No estaba acostumbrado a asistir a esos eventos, es más, evitaba rodearse de los seres que solían concurrirlo, ya que desprendían un aire de superioridad insoportable, por sus modos aparentaban tener una vida perfecta, en la que su única preocupación era coger el mejor asiento para la representación de turno.
Por eso en exhibiciones de ese tipo sentía que estaba en un universo paralelo, en el que todo era perfecto y al que no se podía acceder con determinadas ideas, ya que la ideología, según ellos, era necesario dejarla en la puerta, pues se debía a sus patrocinadores y a sus postulados.

No le entraba en la cabeza que sus pares fueran tan ciegos y que obviaran las condiciones desfavorables en las que vivían millones de personas en el planeta, pues a él si le afectaba, no podía vivir tranquilamente pensando en los menos favorecidos.
En tal tesitura, había días en los que se levantaba con ganas de escribir textos que giraban en torno a la belleza del mundo que lo rodeaba, pero lo descartaba no bien se informaba de los conflictos armados que se sucedían, ¿con qué ganas podía seguir con su disposición inicial?
Así pues, escribía textos de protesta, en dónde expresaba el modo en el que se le desgarraba el alma con las guerras, las hambrunas y la forma en la que los más fuertes abusaban de los débiles.
Aunque era consciente de que su aporte era nimio, por lo menos, dejaba patente su posicionamiento y no se quedaba callado. Hacía esto confiando en la libertad de expresión y en la inteligencia de quienes lo rodeaban, por eso compartía sus escritos de forma desinteresada en distintos medios, su afán era abrir los ojos del ciudadano de a pie.

La música era entretenida, a pesar de su estilo lírico, los arreglos que les aplicaban a las melodías modernas, las hacían sonar diferentes, por momentos decimonónicas, eran un deleite para quienes disfrutaban de la puesta en escena, para quienes iban enfocados en regocijarse.

De este modo se sentía a gusto en su papel de colaborador, sin embargo, un día hablando con el director de un medio en donde participaba, este le expresó que no era el adecuado para publicar denuncias de ese estilo, pues en él se editaban textos para que la gente se distrajera y no para que se rompieran la cabeza, para eso están los especializados —afirmó—, en su espacio de divulgación no había lugar para la política, si quería que lo siguieran leyendo, debía virar en su posicionamiento —le aclaró—. No lo estaba censurando, simplemente le estaba explicando que ese no era el lugar adecuado para que sacara a relucir su vena comprometida.
Esta afirmación le sentó fatal.
—No soy un escritor comprometido, solo soy alguien a quien le afecta todo lo que sucede en el planeta, cerrar los ojos no solucionará nada. No soy comprometido, solo soy alguien que denuncia los hechos deleznables que tienen lugar en el planeta, como un gesto humanitario. No entiendo que nuestros escritos sean vacíos, escudándonos en que son arte y por lo tanto no se pueden meter en esos meollos. ¿De qué sirve poder expresarse si callamos ante las injusticias?
Pero su argumentación no fue escuchada, más bien fue desechada, lo cual le enfadó.
—Por lo que entiendo, según tu forma de ver las cosas, escribir es un arte que solo sirve para hacerse pajas mentales, para distraer a la gente y evitar que se posicione ante un tema en particular.
Por más que le daba vueltas no entendía que el arte evitara enfrentarse a los dispositivos del poder, tampoco entendía que se lo considerara como algo vacío, sin carga ideológica, bello en forma, pero vacuo en el contenido, una práctica que se regía solo por las modas y por lo tanto descartable.
En fin —se dijo—, era una pérdida de tiempo hacer entender a los estómagos agradecidos —concluyó.

Al terminar la presentación miró su reloj, notó que aún era temprano, sin embargo, al salir y ver el cielo oscuro, se decantó por volver a casa, no quería que la lluvia lo pillara en la calle.

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