Creatividad

SIN OPCIÓN

Aquel día lluvioso al pasar por el puesto de periódicos se fijó en los titulares de los diarios, todos eran alarmantes haciendo más gris el entorno, solo los leyó por encima sin detenerse, pues iba en dirección a un edificio en el que, según un anuncio, se ofertaban puestos de trabajo para los que no se requería experiencia, la actividad se realizaba por la mañana y se debía preguntar por…. Al leerlo se dijo que era el puesto para él, a esto se añadía la simplicidad de su mensaje, por eso se apuró en coger uno de los papeles que estaban pegados a la farola.
El nombre de la calle le resultaba raro, quizás justificado por el poco tiempo que llevaba en la ciudad, viviendo en un piso que le disgustaba, pero era el que le permitía disfrutar su economía, la cual era cada vez más precaria.
Pensó que cambiando de ciudad todo sería diferente, dejaría de ser él, se haría de un círculo de amigos. Muy a su pesar esto no se estaba cumpliendo, era uno más, un desconocido en esta urbe en la que venía gente de todas partes, probablemente, con las mismas expectativas.
Pero ahora tenía entre las manos una oportunidad que no pensaba desaprovechar, había dado el paso para empezar a cumplir los planes que había creado cuando, hacía un mes atrás, solo en su habitación, se había decidido a dejarlo todo.
Durante un tiempo dejó volar su imaginación y se vislumbró siendo otro en aquel nuevo destino, alejado de todo aquello que consideraba la causa de los problemas que lo aquejaban.
Metió la mano en el bolsillo y volvió a leer el anuncio, siguió pensando en lo sencillo del mensaje, iba directo al tema, eso le resultaba llamativo, en un mundo en el que todos los carteles estaban llenos de palabras innecesarias, encontrar algo tan resumido era un oasis.
En aquel lugar, del que procedía, no quedaba mucho por conocer, todos se trataban de forma familiar y daba la impresión de que no pasaba nada, solo tenían la satisfacción de haber nacido en un lugar que lo era todo, aunque con el tiempo esta afirmación era solo una idea que se inculcaban los unos a los otros para conservar el amor a la tierra.
Ahora, de camino a la dirección, pensaba en que todo esto se debía a los convencionalismos, la necesidad de encajar lo empujaba a seguir los senderos normalizados, en aras de volverse una persona de bien.
A pesar de estar rodeado de su gente se sentía vacío, como si ese no fuese su lugar, por eso se le anidó un sentimiento de soledad, todo lo que hacía dejó de tener valor, ya no le reconfortaban del mismo modo sus acciones, esa realidad estacionaria se volvió insoportable.
Mientras iba en el metro pensó como había sido ese cambio, fue de improviso, fue como despertar de un aletargamiento que había durado muchos años.
Salió de su ensimismamiento, así sin más, como si hubiera sufrido una epifanía.
Pero con el tiempo se dio cuenta que su problema era más profundo, podía cambiar de ciudad las veces que fuera necesario, pero si seguía siendo el mismo nada de eso serviría, de esta forma surgió su determinación, cambiaría.
Durante el tiempo que pasó en el metro, miraba a todas partes y se preguntaba si todos buscaban lo mismo, se fijó en varias personas que iban sentadas delante de él, parecía que todos pensaban en sus problemas, en ese momento le vino la idea que siempre se decía, yo no estoy aquí, aunque me vean aquí, pues mi mente vuela y está en otras partes, era algo tonto que se le ocurría, pero le resultaba intrínseco a su personalidad.
Al darse cuenta de que el dinero no le alcanzaría para seguir viviendo de forma contemplativa, se vio en la necesidad de buscar ingresos.
En este lugar le resultaría difícil conseguirlo, pues cada cierto tiempo lo hacían sentirse diferente, su acento lo delataba y sacaba a relucir que era un foráneo, uno de los tantos inmigrantes que habitaban el lugar.
Tenía una formación que aquí no valía, por eso se convenció de que tendría que trabajar de lo que fuese, dejando de lado sus ideas iniciales, pues al chocar con la realidad no serían viables si no podía tener unas comodidades mínimas, si fuera otra la situación, elegiría el puesto, pero no tenía opciones.
A pesar de su reticencia a preguntar en cual estación debía bajar, la poca familiaridad con el metro lo empujó a hacerlo, se dirigió a quien tenía más cerca, una señora con un libro en la mano que, amablemente, le indicó en dónde debía bajar para llegar a la calle del anuncio.
Llegó al edificio señalado en el papel. Al ingresar lo atendió una recepcionista, preguntó por…, le dijeron que esperara.
Tras varios minutos lo hicieron pasar a una pequeña oficina, en donde había una mesa, con muchos papeles y dos sillas.
No bien entró, notó que lo miraban de la cabeza a los pies, lo estaban analizando, se sintió incómodo, en ese instante le hubiera gustado estar en otro lugar, paseando por las calles aledañas en donde había visto un enorme edificio de estilo brutalista llamativo.
Un tipo lo invitó a sentarse y le dijo que imaginaba que estaba ahí por el puesto de trabajo, respondió que sí y comentó que lo había intrigado que fuera un puesto para el que no se requería experiencia.
Después de decir esto le preguntaron ¿qué sabes hacer?, en ese momento se quedó pensando, podía haber respondido que era experto en todo y era bueno en lo que le pusieran por delante, pero sólo atinó a responder que estaba abierto a hacer lo necesario. Esta respuesta no pasaba de ser algo formal.
El hombre siguió hablando, mientras lo hacía se fijó en la forma en la que iba vestido, sus ropas hacían contraste, el entrevistador iba en traje con una corbata granate, él simplemente en vaqueros y con una camisa a cuadros. Por lo visto quien lo entrevistaba tenía experiencia, pues no dejaba de hablar y resultaba convincente con sus palabras.
Nosotros nos encontramos en un sector, para él cual se necesita mano de obra cada cierto tiempo, por eso solemos contratar a gente como tú. No lo tomes a mal, tu acento te delata.
En este punto notó que el tono de voz había cambiado, trataba de ser amigable, probablemente se dio cuenta que había metido la pata, se tomó licencias innecesarias.
No había nada más que decir cuando escuchó la frase: gente como tú, entendía que ese no era su lugar, a pesar de necesitar el dinero, se despidió y no se detuvo ante la réplica de aquel extraño, en ese instante, no quería estar ahí, cerró la puerta y salió, pensando que no todo estaba perdido, aún tenía orgullo.

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