Creatividad

Simplemente negocios

La empresa, hasta hace poco, se dedicó a ofertar productos importados, pero vio la posibilidad de expandir su catálogo, por diversificación —indicaron los responsables—, hubo distintas reuniones a la que asistió la plana mayor (los jefazos).
No fue hasta el día en el que, en una sala de convenciones, reunieron a los trabajadores del almacén, les informaron de los cambios: serían los distribuidores exclusivos de una de las editoriales más grandes de la ciudad.
Las palabras que soltaron en aquel momento motivaron a la plantilla, tendrían más volumen de repartos, una vez que los informáticos pusieran a punto la tienda online.
Los días posteriores al anuncio, los trabajadores fueron aleccionados, era importante el modo de almacenar la mercadería y, asimismo, el modo en el que los libros tendrían que llegar al usuario.
Cuando la logística estuvo a punto, los pedidos comenzaron a llegar.
Las primeras semanas costó acostumbrarse, al no conocer bien el producto, los encargados se demoraban en preparar los pedidos o, en su defecto, se equivocaban a la hora de embalarlos, esto ocasionó que tomara más tiempo tener la maquinaria engrasada.
Este inconveniente quedó en el pasado en las subsiguientes semanas, cuando los trabajadores cogieron ritmo, nadie diría que semanas antes no ataban ni desataban, era como si se hubieran dedicado a distribuir libros toda su vida.
Es así como, al dejar patente su agilidad a la hora de hacer las entregas, la empresa se hizo con más contratos de distribución, llegando a ser un referente en el sector, lo que le permitió seguir acaparando firmas.
Para convencer al público que comprar en su plataforma era la mejor opción y no en las tiendas de toda la vida, los responsables se enfocaron en hacer una campaña salvaje de marketing, en la cual dejaron patente las bondades de su negocio, estaba destinada a convencer a los consumidores que sus productos eran de calidad, quienes los adquirían demostraban ser listos, además tenían un valor añadido, ser fabricados en la localidad.
Con esto, la empresa se aseguraba estar bien considerada, generaba puestos de trabajo, siempre estaba dispuesta a colaborar con causas benéficas, incluso, y esto hacía que fuera popular, auspiciaba las diferentes actividades deportivas y culturales, asimismo, de vez en cuando, donaba el excedente, los libros en mal estado, para las distintas instituciones, bibliotecas o escuelas.
Los trabajadores se sentían a gusto trabajando en la empresa, se sentían parte de algo más grande, una idea que se iría acrecentando.
Por eso mismo, al ver la comodidad de la que disfrutaban, más gente se interesó en engrosar sus filas. Era fácil entrar a trabajar ahí, no se requería tener una formación particular, la empresa brindaba entrenamiento. Esto seducía y llamaba la atención, pues, todos, con o sin estudios, tenían las mismas posibilidades.
Mientras envolvían los libros para realizar las entregas, observaban como corría el tiempo, el trabajo no era difícil, se podían pasar horas sin hacer nada, pero, de repente, comenzaban a entrar pedidos a destajo y, esto, hacía que las cosas se revolucionaran en el almacén.
Los repartos tenían que ser puntuales y exactos, ya que llevaban los productos a la puerta de la casa del usuario, el consumidor no tenía que movilizarse innecesariamente, su satisfacción era la base de todo, evitaban los retrasos, su competencia, las tiendas de toda la vida, podía sacar ventaja de ellos, además de dar mala imagen, generaría desconfianza y no se lo podían permitir.
Esta época de auge la convirtió en un monstruo que no conocía límites, comenzó a acaparar el mercado.
Este negocio era el futuro —afirmaban—, comprar en tiendas era el pasado, te adaptabas o desaparecías…

APP

300

Dos