Creatividad

Servicio al cliente

El día estaba tranquilo —le resultó llamativo—, casi iban a dar las doce del mediodía y no había incidencias, era extraño no tenerlas, más aún por esas fechas, cuando los problemas surgían por todas partes.
La incertidumbre lo estresaba. En tal tesitura, comprobó si el móvil funcionaba, tenía que estar pendiente porque en la empresa lo tenían monitorizado y le habían indicado que era importante que trabajara correctamente.
El horario de atención al público era de veinticuatro horas, aunque esto no se lo dijeron cuando aquella vez lo llamaron para que se hiciera cargo.
—Necesitamos de alguien como tú, comprometido con la empresa —le dijo su coordinador.
—Este servicio no se lo podemos confiar a cualquiera, por eso pensamos en ti —le explicó uno de sus jefes.
—Tú llevas muchos años con nosotros, sabemos de tu calidad como trabajador y también de tu don de gentes —añadió un desconocido.
Estas palabras le resultaron halagadoras, no sabía que lo tuvieran en esa consideración, incluso pensaba que iban a echarlo a la calle.
—Por ahora este servicio estará en pruebas —indicó el desconocido—, no tendrá una remuneración como tal, eso dependerá de…
—Lo que quiere decir… es que te recompensaremos si consigues que funcione —indicó el jefe.
—Tú ya sabes, aquí nos preocupamos por el lado humano, somos una familia —añadió el coordinador y continuó—, no tienes que darnos una respuesta ahora, piénsalo y nos dices.
—En ti confiamos —sentenciaron.
Tenía la libertad de elegir, por eso mismo se apuró en contestar.
—No hay nada que pensar, haré que el nuevo servicio funcione —su tono de voz fue convincente, aunque no se sentía lo suficientemente capacitado.
De este modo se hizo cargo del móvil de guardia.
Al inicio no resultaba pesado, pero conforme fueron pasando las jornadas, se dio cuenta de que debía dedicarle más tiempo del calculado, lo que implicaba dejar de realizar otras actividades, pues las llamadas podían ser a cualquier hora, incluso de madrugada. Asimismo, al finalizar cada jornada tenía que escribir un informe debidamente detallado de como había ido el día.
Así fue como se vio en la circunstancia de aprender a redactarlos, en dónde explicaba la incidencia de cada llamada que recibía. En la misma línea aprendió a vocalizar, a ser pausado en el momento de hablar y, por encima de todo, a expresarse, comprendió que esa era la mejor forma de hacerse entender, esto le servía para obtener la información necesaria y así dar el soporte que necesitaban los clientes.
Le sentaba fatal presentar un informe vacío, sin incidencias e indicar que sorpresivamente no había recibido llamadas.
El temor de no estar a la altura le inquietaba, pues esto haría que se replantearan lo del nuevo servicio, ya que si nadie llamaba no tenía sentido que hubiera un encargado. Sentía que le estaba fallando a la empresa.
En un escenario así habría una reestructuración, los encargados sopesarían otras opciones y lo relegarían a un segundo plano, sería confinado en otro departamento en el que no tendría las mismas oportunidades que en la actualidad.
Por suerte —se dijo—, aún no había terminado la jornada, confiaba en que, durante las próximas horas, les surgieran dificultades a sus clientes que solo él pudiera solucionar.

APP

300

Dos