Creatividad
Propuestas sin alternativas
Las noticias eran desalentadoras, todo iba mal, la democracia estaba en manos de grupos que la prostituían y la usaban a su antojo como arma arrojadiza para denostar a sus opositores.
Ojeó el periódico, para variar se quedó con el titular, nada bueno estaba pasando, solo quedaba sobrevivir.
Ya no colaban sus estratagemas (o eso era lo que decían los entes especializados), sin embargo, la ciudadanía parecía dormida, anestesiada, no se notaba ese desencanto, parecía resignada ante lo que estaba sucediendo, la respuesta estaba en los medios modernos de información que controlaban la opinión pública, solo así se podía vivir en esta situación contradictoria.
Su mirada se perdía en ese cuadro de pasquines y libelos, ordenados de acuerdo con su importancia.
Siempre defendió lo de mantenerse interesado en la política como medio de cambiar las cosas, le gustaba pensar en Platón, pero cuando lo hacía lo miraban como un apestado.
Su trabajo, aunque vacuo, le permitía cuestionarse sobre lo que sucedía, las cosas no estaban bien, nos mentían y eso era lo grave —se decía— vivíamos engañados, gracias a los dispositivos de los opresores.
Con el paso del tiempo entendía más a sus mayores, aquellos que se habían vuelto unos descreídos del sistema.
Nada cambiaba, era risible el hecho de tener conciencia política, su voto no valía, simplemente servía para que le restregaran en la cara que todo estaba atado (y bien atado) y que mientras estuvieran los mismos en el poder se encargarían de mantener sus prebendas invariables.
Pensar en esta época era un acto de rebeldía, se salía de la norma y de las directrices de aquellos entes virtuales que fungían como adalides de la libertad.
Si hubiese más gente como él, su espacio sería mejor.
Esta sensación era repetitiva, como si solo algunos elegidos pudieran gobernar, era cuestión de clase nacer para mandar, no cualquiera podía tener ese derecho, el resto debía conformarse con ser sumisos al sistema, con ser esa fuerza que movía al estado, pero que no disfrutaba de sus beneficios (por cuestión de cuna eran el combustible que movía la maquinaria estatal).
Debía ser cuidadoso, no podía comentárselo a cualquiera, en especial a aquellos que se denominaban a sí mismos como críticos de lo que pasaba en la realidad.
Los medios informativos castraban las aspiraciones de aquella masa, con contenidos hechos por encargo, en su afán egoísta de mantener su estatus, el de ser el perro de presa del sistema que se abalanzaba sobre el disidente o todo aquel que se saliera de la línea demarcada por sus amos. Asimismo, desacreditaban al adversario, en su afán de no permitir que ninguna mácula pusiera en duda su papel.
Pero él seguía posicionado, creía en algo e iba con ello hasta el final, era la forma de ver su realidad e interiorizar sus saberes. Las ideas que movían su mundo que, aunque no hecho a su medida, estaban ahí para ser elucubradas.
Resultaba extraño que nadie alzara la voz, todo parecía normal, se había hecho común vivir en un sistema en el que a diario salían casos de corrupción, lo raro era que hubiera brotes verdes en tanta podredumbre, pero sus asalariados se encargaban de hacer creer que todos eran iguales, convenciendo a los ciudadanos de que esos temas no les competían.
No le encontraba solución a lo que le aquejaba, a esa forma infecta en la que los gobernaban.
Por eso sacaban a flote realidades externas, dedicándoles sendos editoriales para que el pueblo olvidara lo que tenía delante, con el afán de mostrar que se podía estar peor.
Pero solo se preocupaba él, los demás vivían contentos.
Todo resultaba lejano, no sabía si realmente estaba sucediendo, parecía una fantasía detallada, solo con el fin de distraer y mantener a la gente asustada, en la ignorancia, mostrándoles todo aquello que les podía pasar, la forma en la que podían perder sus comodidades y motivándolos a pensar en su bienestar, en lo que tenían, la incertidumbre no era el camino.
Si se mantenía observando podían surgirle miles de ideas, todas con fundamento, en desmedro de los titulares que tenía delante, pero en ese momento no podía, era un proletario más.