Creatividad
Percepciones invisibles
Las ruinas, enormes y monumentales, se desplegaban por los alrededores y opacaban todo, sin haber estado en más ocasiones el entorno se le hacía conocido, no de una forma vaga, sino, certera.
No bien entraron la dependienta los saludó.
—¿Cómo se llamaba la película de Godard?
—Al final…
—Cierto, Al final de la escapada.
—¿Recuerdas la parte en donde citan a Faulkner?
—No lo tengo muy claro.
—Siempre estás a lo tuyo, pierdes los detalles fundamentales de las obras que vemos.
—Eso te parece a ti, no debió de ser tan importante si no lo recuerdo.
Apoyó su cabeza en la ventana, por una de las esquinas observó las sombras del recorrido.
Los carteles colocados a un lado de esa construcción, resaltaban su posición en la gran guerra, los cañones y la hierba reafirmaban su carácter, ¿cuánto no darían muchos por revivir esas hazañas y ser testigos de la grandeza que esas palabras representaban? En un punto de ese recorrido dio con la pista, debería volver sobre sus pasos, ubicarse en el muro, situarse en las alturas para encontrar sus respuestas y, de ese modo, observar aquellos restos que conseguían hacer divagar su imaginación.
Mientras se fotografiaban, hacían el tonto y se divertían, notaron que llamaban demasiado la atención. La cerveza estaba haciendo efecto. En una de las mesas una pareja, en lugar de estar a lo suyo, prefería pegar el oído a lo que hacía el resto.
—Pobre gente, prefieren estar de cotillas.
—Ese es su problema, tú ni caso.
—En situaciones así es mejor actuar de ese modo.
Los claroscuros se movían de distintos modos, en diferentes direcciones, sin motivación aparente como su sueño.
La gran guerra —resonó en su cabeza—. Recorrer las callejuelas de aquel lugar era similar a retroceder en el tiempo —así lo imaginaba—. Conforme se sumergía en esa dimensión, se le hacía familiar el medio.
—¿Qué opinas de esos discos?
—¿Cuáles?
—Esos, los de aquel estante, los que tienen en la portada a Louis Armstrong.
—Ni me fijé.
—Como siempre obviando los detalles.
—¿Quieres que te responda?
—Por lo visto están a la venta y valen doce euros.
Se detuvo, entró en razón, de repente esta aventura solo era un sueño, uno que lo venía persiguiendo desde hacía varias noches.
-¿Te imaginas reescribiendo una película?
-No me da para tanto la imaginación.
-Tengo una a la que estoy dándole vueltas.
Será al estilo de las parejas que se separan y vuelven a encontrarse, aunque se esfuercen por no hacerlo —me suena a una novela—.
Se sumieron en sus discusiones, de ese modo no prestaban atención a nadie más. Su diálogo giraba en torno al uso de los móviles, uno de ellos consideraba que la gente se hacía más estúpida al estar pendiente de ellos, podía citar a esas personas que bloqueaban los ingresos por estar dentro de conversaciones virtuales, era más la necesidad de estar centrados en gente lejana y no en la que estaba en ese lugar.
Siguió en esa posición hasta que comenzó a llover. Los coches aledaños se veían cubiertos por las gotas.
Una parte es solitaria, le gusta meterse en su mundo, alejar a todos, no estar pendiente de los demás —se parece a ti—. Hay días en los que no necesita a nadie, por nadie me refiero a los que le importan un carajo. Otros, en los que sí, como todo el mundo. En realidad, no necesita de todos, solo de los más cercanos, su familia, su pareja.
—¿tiene pareja?
Las historias de ciencia ficción y series que consumía habían conseguido alterar su percepción de la realidad. Era como un Quijote moderno, solo que a él no se le secó el cacumen y no perdió nada en el camino.
—Es para hacer más intrincado el asunto.
En esta parte, la de los más cercanos, no se encuentra el otro pilar de mi historia —relaciones pasajeras y complicadas—.
Era una situación curiosa, pero que se estaba haciendo común en la actualidad, la otra parte argüía que esa moda no era mala —no porque tú no la sigas los demás no deben hacerlo—, cada quien es libre de actuar como quiera, hasta ahí estaba de acuerdo —espetó una de las partes—, sin embargo, deberían hacerlo respetando al resto, era difícil entender la situación, se estaban comenzando a hacer dependientes de trastos que los deshumanizaban.
Su desplazamiento a alta velocidad levantaba la película de agua formada en la carretera, era mejor ir despacio y evitar cualquier tipo de inconveniente.
Hay días en los que se lo pasan genial, por lo menos una de las partes, otros en los que ni se comunican, por decisión unilateral —suena trillada la trama—. Esta parte es la fábula de la narración, juegan en diferentes ligas y el nudo se enfoca en lo controlado que está todo por una de ellas, la que maneja los hilos de las acciones.
Ves fantasmas en dónde no los hay —fue la respuesta que recibió—.
La parte que tiene poco dominio, podría ser más emotiva —¿estás describiéndote?-. Ambas formas de desenvolverse en la historia están bien, una no es mejor que la otra, por lo menos no quiero dar a entender eso —estás dando esa impresión—.
Con el paso de los acontecimientos una de las partes, la más descentrada, quiere más atención, pequeños gestos nada más —parecen La Maga y Oliveira—, un hola, una simple seña que le haga sentir como parte de su vida, sin embargo, le duele ser de esos a los que aparta, los que son nadie en su existencia. En silencio quisiera que fuera diferente, pero no puede ser de otro modo…
-¿Cómo continúa?, ¿Cuál es el desenlace?
-No se me ocurre nada.
—Deberías de completarla.
—Quiero, pero en varias partes me repito.
-Parece patética, la forma en la que se relacionan, alguien con un mínimo de amor propio no se dejaría ningunear.
-Hablar en frío es fácil, pero ponte en los zapatos del personaje ¿Qué harías?
-Mandaría todo a tomar por saco.
-No es tan sencillo como lo pones.
En un punto de la charla no consiguieron confluir sus opiniones, no era común que sucediera, pero había temas en los que no hallaban argumentos favorables, eso les pasaba porque el alcohol cumplía su labor, nublaba sus ideas, se volvían zombis, sin voluntad, limitando sus motivaciones.
Alguien dijo acuaplaneo, pero no entendió a qué se refería, volvió a su mundo.
-Pienso en la historia que acabas de contar, es demasiado previsible, están condenados a terminar, a alejarse, olvidarse, es imposible vivir de ese modo, yo no lo haría.
—A lo mejor tú ni nadie
—Por lo menos idearía un personaje que le respondiera de otro modo, más fuerte, más decidido, la cuestión es que debería ser diferente.
-En frío podrían decirse demasiadas cosas, pero ponte en su posición (la del personaje), él quiere a alguien y no es correspondido, esto puede ser real.
-¿Es real?
-No, es solo ficción, pero quiero que parezca real.
La sensación onírica lo lanzaba hacía el ensueño, tal vez era verdad y fantaseaba con ser parte de la gloria, en ese momento sus ideas viraron en dirección a senderos inusitados; se enfocó en las pistas que necesitaba unir para descubrir el mensaje…
—Algunas partes parecen basadas en hechos que has vivido.
—Es un invento, como tantas historias.
-Reincido en lo mismo, volviendo a tu narración, no vale la pena, no es más que un culebrón.
-Lo dices porque no pasas ese trance, hablar, sentado en una silla, es fácil.
-Yo soy así y lo haría.
-Muy cierto, pero tú no eres yo.
Mitchel Ríos