Creatividad
Otra temporada
El clima estaba haciendo de las suyas en la ciudad, un día salías abrigado y al otro, si no te fijabas en la previsión meteorológica, lo pasabas mal por el aumento de temperatura.
Todo esto lo achacaban al fin del invierno y al inicio de la primavera, por lo visto, el primero no quiere irse —afirmaba un colega—, por esta razón estamos así, sufriendo con el frío y las lluvias, otros años, a estas alturas, ya se hacía sentir el calor, no se sufría como ahora, algo tendrá que ver el calentamiento global —añadía.
Como pude juntar varios días para dedicarlos a descansar, decidí salir de viaje, me enfoqué en ir a una zona tranquila, apartada, en la que pudiera desconectar, sin embargo, no contaba con el mal tiempo, llovía de tal forma que fue imposible salir del apartamento, estuve dando vueltas sin nada interesante para hacer, podía quedarme quieto en el sofá, pero ese no era mi plan. Es así como, en estas circunstancias, mi desplazamiento se echó a perder.
Mientras veía las horas pasar recordé que hace algunos años atrás me pilló un temporal en un paseo rutinario, las calles, en un lapso corto, parecían ríos difíciles de transitar, las prendas que llevaba no aguantaron la fuerza de la naturaleza, el agua comenzó a entrar por todas partes, quise coger un taxi, pero fue imposible, tuve que volver a casa caminando. Quería llegar cuanto antes y darme una buena ducha caliente, con eso esperaba poder entrar en calor. Desde aquella oportunidad, cada vez que llueve, prefiero no salir a la calle.
Como debía estar enclaustrado me ubiqué en el sofá, sobre el papel no era una mala idea, podría revisar las cosas pendientes que tenía, pero había dejado todo, pensando en desconectar, quizás no fue la mejor decisión, mirándolo en retrospectiva. Quise coger un libro, pero el ruido del agua en las ventanas me desconcentraba, por eso busqué otra distracción, mirar la televisión no era una mala opción, sin embargo, solo se podían ver canales locales, esto complicó más las cosas, no podía disfrutar de algo, por lo menos interesante, tendría que conformarme con lo que disponía, lo mejor fue apagar aquel trasto.
En esos momentos, en los que aparentemente no hay nada para hacer, es cuando uno comienza a darle vueltas a la cabeza, se piensa en cosas en las que, estando ocupados, no se pensarían, sintiendo que, a pesar de tener la posibilidad de divertirse en soledad, nada nos satisface, creyendo que estamos dentro de una constante monotonía que no nos aporta nada relevante (y si lo hace no nos damos cuenta), como si no tuviera sentido el estar desocupados.
Llegué a pensar que de repente esto quiere el sistema, que consideremos que los momentos de descanso no valen la pena, sino, más bien, el mantenernos trabajando, pues lo otro nos quita ritmo.
A pesar de todo esto, las minivacaciones pasarán y volveré a ver la previsión del clima, cuando vaya, una vez más, en dirección al trabajo.