Creatividad
Oferta y demanda
Recorriendo la calle, hoy por la mañana, pasé por una librería que, en un letrero llamativo, decía ser low-cost.
Los libros comprados por unidad valían… euros y si se llevaba cinco (aquí estaba la oferta) salían por… euros, una ganga.
Parecía una excelente oferta, más aún cuando pregunté si era cualquier libro y la respuesta fue afirmativa. No me venía mal sumar nuevos volúmenes a mi colección, por eso, entré y comencé a revisar la mercancía, tenía buenos títulos, así sin más cogí uno sobre cine, una biografía del director Frank Capra, ahora tendría que buscar otros cuatro, esto sería lo intrincado del asunto, debido a que no tenía claro que ejemplares comprar.
Mientras estaba ojeando los estantes, me pregunté la razón de sus precios bajos, la respuesta surgió sola.
Una señora, entrada en años, se acercó a la dependienta, llevaba una bolsa con varios textos, antes de que los sacara la encargada le advirtió que solo los compraban con una antigüedad máxima de treinta y dos años, le explicó que esto se debía a que comprarlos muy antiguos no era la suyo, no obstante, esto no fue lo llamativo, me sorprendió escuchar lo que ofrecía por libro, veinte céntimos, independientemente del tema, si estaba de acuerdo podía sacarlos y mostrárselos. La señora que se los ofreció le dijo que no lo hacía por necesidad sino, más bien, porque vivía en un piso pequeño y estos le estorbaban, además —añadió—: prefiero que los aprovechen otros en lugar de seguir cogiendo polvo en mi piso.
Esta aseveración me pareció correcta, pues, el fin de los libros es ser leídos, no ser objetos decorativos, no están hechos para verlos y decir qué bonitos, sino, para decir qué sustanciales.
De soslayo seguí la escena. Fue sacando las obras de la bolsa, quince en total, y los colocó en un mostrador. La encargada los revisó, le dijo que los compraría todos, ya que cumplían las exigencias que le explicó con anterioridad. Cuando los tuvo todos, le entregó tres euros —me pareció un chollo —igual podría hacer una contraoferta, me dije, pero descarté la idea.
Por eso tal vez parecían baratos a primera vista, incluso ofertando cada unidad a… euros y cinco por…, tenía buenas ganancias, si pensaba en lo que pagaba y luego en lo que cobraba, su ganancia era de más del ciento por ciento (un negocio rentable).
En tal tesitura perdí de vista que me faltaban cuatro para obtener la oferta. Di varias vueltas por el local (era más grande de lo que parecía inicialmente), había muchos que me interesaban, en este punto elucubré sobre la necesidad de ir con las ideas claras a la hora de comprar libros (llevar una lista), porque había tantos que no sabía cuales llevarme. Estuve dubitativo, sería mejor tomármelo con paciencia, para salir del paso le pregunté a la encargada si tenía web, dijo que no, me acerqué y dejé el libro que cogí, luego salí a la calle y seguí disfrutando de mi sábado.