Creatividad
Lugar con fama
La noche era cerrada, las calles no estaban del todo alumbradas, algunas farolas tenían bombillas, pero otras, a causa del actuar de los ladrones que pululaban últimamente por ahí, no. Este hecho estaba normalizado por los lugareños, sin embargo, a los foráneos les daba temor.
Debido a esto se la consideraba como una zona peligrosa, lo que en consecuencia perjudicaba a sus habitantes, ya que a cierta hora algunos vehículos no querían ir en esa dirección, ante tal negativa, muchos se veían obligados a ir caminando.
Diversos vecinos afirmaban que era una tontería, no había por dónde cogerla, ya que no lo notaban, había asaltos, sí, pero como en cualquier otro lugar.
Sin ir muy lejos, en las zonas turísticas había inseguridad, a pesar de estar resguardadas por la policía local, pero nadie se atrevería a decir que fueran espacios de riesgo. Más bien se animaba a la gente a visitarlos, pues el turismo era la base de la economía de la ciudad, hablar mal de esos espacios tan esenciales, era ir en contra de sus propios intereses.
Este era el caso de los que por estar tomando unas copas en el centro olvidaban este inconveniente, viéndose en la tesitura de buscarse la vida.
El mal cálculo los empujaba a ir de paradero en paradero buscando movilidad, pero si sus esfuerzos eran infructuosos debían sopesar, sí o sí otras opciones.
En estos grupos siempre había uno que intentaba convencer al resto para ir caminando, arguyendo que su barrio estaba a una hora de distancia, la ruta a seguir era simple: se bajaba por la avenida principal, se continuaba en dirección al puente de nombre rimbombante y para concluir se pasaba al lado de unos cultivos, era una caminata tranquila, el recorrido era agradable.
Sin embargo, la mayoría se decantaba por ir en coche, lo de caminar no les iba y, mientras deambulaban, daban sus argumentaciones.
De tal modo que, cuando menos se dieron cuenta, se encontraban cerca del parque principal, un sitio por el cual había que pasar de largo, sin fijarse en nada, pero en todo grupo siempre había alguno que se envalentonaba y se sentía un héroe, haciendo oídos sordos a quien le aconsejaba que dejara de hacer el tonto, ya que por experiencia sabía que esa actitud no traía nada bueno. En tal tesitura al resto no les quedaban más opciones que rogar por no haber incordiado a los habitantes nocturnos de aquel reducto, ya que si tenían mala suerte podían encontrarse en una situación peliaguda, exponiéndose innecesariamente a ser perseguidos por hampones o drogatas que los obligarían a ser los financiadores de sus vicios.
Así pues, se debía tener cuidado al voltear por cualquier esquina, evitar los grupos de desconocidos, si los había, y no responderles nada, dijeran lo que dijeran.
Mientras tanto, entre broma y broma, al resultar infructuosa su búsqueda de transporte, se iban acercando a su destino, a pesar de que el trayecto les resultaba divertido, muchos solo pensaban en llegar lo antes posible a casa, situada en ese lugar con fama de peligroso y no así la del centro que estaba sobrevalorada. ¡Qué lamentable que la fama lo sea todo! —expresó el más espabilado del grupo.