Creatividad
Los mejores…
Veía la escena a la distancia, un par compartiendo un momento de compañía, por un momento se le ocurrió desear estar en el lugar de uno de ellos.
Últimamente se sentía solo a pesar de ir con el cuento de que la soledad era su amiga, sentía que sus mejores años estaban siendo desperdiciados, podía quedar con alguien, sin ser nada serio, para pasar el tiempo o hasta sentir la necesidad de volver a ser independiente.
Desde hacía unos meses, se dio cuenta de los cambios a su alrededor, los temas de las charlas pasaron de centrarse en los juegos a tocar asuntos que se alejaban de ellos; esto lo pilló por sorpresa, no entendía algunas particularidades ni las bromas que algunos contaban para aderezar las charlas, esto lo achacaba a su poco sentido del humor (en realidad era porque no pillaba la gracia).
Sus mejores años, se dijo, ¿cuáles eran?, ¿había mejores y peores o solo era una forma de consolarse? —no estaba seguro—. Esta formulación la escuchó en una conversación mientras esperaba el autobus. No era cotilla, pero resultaba imposible no oír los gritos.
—Siento que he perdido el tiempo a tu lado —calló, para continuar con más fuerza y furia—, esto es insoportable, la cuerda ya no se puede seguir estirando. Lo he intentado… —rondó por su mente la frase: no eres tú, soy yo, a pesar de que le parecía demasiado simple decirla. Si no quería echar a perder todo tenía que parar, pensó hacerlo, pisar el freno; no pudo y añadió— No me aportas nada, lo tuyo lo puedo encontrar en cualquier lado —estas palabras tocaron hueso, todos se dieron cuenta por la atmósfera y el llanto que ocasionó.
Esta discusión no era de ahora, venía de mucho tiempo atrás, sin embargo, en ese punto se les había ido de las manos, habían cruzado una línea.
No era necesario estar atento, todos se enteraban de lo que sucedía, las lágrimas, las palabras le parecieron patéticas, ¿qué querían conseguir con ello?
Gracias a ese imprevisto recordó una canción de moda, I’ll Never Break Your Heart, quiso traducir en ese instante el título, aunque recordó que siempre le repetían: No traduzcas, no te das cuenta que pierdes el tiempo. Cuánto más lo piensas, y te obcecas en ese acto, pierdes el hilo de lo que estás leyendo, ¿entendiste?, entonces no tiene sentido… Se preguntó cuál era el grupo que cantaba esa canción… no pudo dar con él.
No tenían gracia o no se la encontraba, le parecía una visión demasiado pueril. El tema tendría que tomarse seriamente, en especial, el que se refería a la forma de interrelacionarse; burlarse era de mal gusto.
Ver a esos dos discutiendo dejaba mal cuerpo, daba ganas de decirles: iros a vuestra casa.
Se jactaba de sentirse a gusto solo, pues era dueño de su tiempo, nadie le marcaba un horario, se ahorraba disgustos, no tenía que dar explicaciones, ¿eso era ser libre?, se sentía bien así o era algo que repetía para convencerse de que estaba en una mejor situación.
Menudo espectáculo ¿eran conscientes de que estaban delante de más personas? ¿en ese contexto se perdía la noción del espacio tiempo y la vergüenza?, si fuera su caso no soportaría estar en una situación así, se iría o evitaría pasar por un trance semejante. De algo estaba seguro, para una discusión se necesitaban dos personas, el pasaría, consideraba que seguir dándole caña a un tema peliagudo conseguiría que las cosas se salieran de las manos.
¿Sería por haber desperdiciado al lado de la persona equivocada los mejores años de su vida?, ¿simplemente era una excusa para buscar un motivo para terminar la relación?, un pretexto tonto, si era así —se dijo—. Después de oír esas palabras se quedó con lo de los mejores años, no quería estar en una situación así, sacarle en cara a alguien haber perdido el tiempo.
Las bromas no terminaban, pero cuando comenzaban a meterse con él dejaban de tener gracia, ¿acaso no eran sus amigos?, por eso aguantaba, este gesto daba muestras de la amistad que los unía.
Le gustaría disfrutar de esa compañía, probar por una vez en su vida lo que era tener pareja, sabía que los deseos no se cumplían, en especial por su forma de ser, además le habían augurado que estaría siempre solo.
Quería tener una relación para situaciones puntuales, sin tener que cumplir determinados ritos, sin compromisos, estar acompañado cuando quisiera y quedarse solo de la misma forma, que todo se hiciera a su antojo, ser el centro, el inicio y el final de los encuentros, sin duda, era una utopía, era imposible que se hiciera de ese modo, lo ideal no existía.
Siguió con lo de los mejores años de su vida (qué cansino), de repente la pareja se fue hacía otro lugar, no los siguió, querrían estar solos. Al ver la escena decidió dejar todo como estaba. Si una persona era un mundo aparte, toda relación era un universo difícil de prever.
Mitchel Ríos