Creatividad
La última opción
Programar es de las actividades menos entretenidas que existen en el mundo de la informática (por no decir de las más aburridas). A pesar de mi reticencia, poco a poco, me he ido haciendo asiduo a los entornos en los que se pica código, pues me di cuenta de que al manejar esa herramienta se pueden hacer tareas que, en otro contexto, resultarían difíciles.
Gracias a los diferentes tutoriales existentes en la red, me fue sencillo adquirir las capacidades básicas para comenzar a idear mis proyectos e indagando encontré una plataforma en la que era necesario crearse un usuario para acceder a ciertas herramientas que, de otro modo, no se podría siendo un simple visitante.
Al darme de alta en aquella plataforma me dieron a elegir entre varios planes, destacando por encima de todos el premium. Para mis fines, me bastaba el paquete gratuito, no quería elaborar un proyecto a gran escala, era uno simple, para una sola persona, yo.
Siempre me he dicho que lo sencillo es guiarse por los que saben, desentrañar el sistema que aplican a su actividad, y, a partir de ahí, encontrar un camino a seguir. Suelo hacer ingeniería inversa, ver la forma en la que llegaron a concretar su obra, busco algún hilo conductor e intento no perderme en los laberintos intrincados de su creatividad y así dar con el misterio que ocultan, con ese lenguaje de programación base del cual partieron para elaborar sus creaciones, algo fundamental para no morir en el proceso de aprendizaje.
Los primeros progresos que hice los celebré, me sentí satisfecho al poder desentrañar algunos códigos y cuando vi el resultado fue una alegría única, sentí que el tiempo invertido valió la pena, el solo hecho de poder admirar mi creatura, me resultaba satisfactorio.
Sin embargo, inocentemente, mis aportaciones las dejaba accesibles a todo el público, consideraba que no era necesario ponerle candado, todo lo que creaba era para mi uso, no estaba pensado para que le fuera útil a alguien más (o eso era lo que pensaba).
Por eso cuando, de repente noté que tenía un seguidor (lo que para otros sería un halago), para mí significaba que me estaba poniendo en el punto de mira, me estaba haciendo notar en un espacio en el que quería pasar desapercibido, pues entre menos notorio seas, mejor, así nadie te incordia, puedes publicar lo que quieras.
Aquel día me lo pasé dándole vueltas a como había sido el proceso hasta llegar a este punto y me surgieron dos preguntas: ¿quería hacerme conocido en este mundillo, quería llamar la atención? o ¿quería pasar desapercibido? Esto me estaba rompiendo la cabeza, ya que no me consideraba alguien que pudiera destacar en este campo, por eso mismo me resultaba sospechoso tener un seguidor, tal vez era un topo que quería monitorizar lo que hacía, en este sentido, controlaría cada uno de mis pasos.
Para mí esta actividad no dejaba de ser un pasatiempo, no tenía planificado pasar del nivel usuario y hacerlo de forma profesional, por eso mismo, no quería que el hacerlo me generara inconvenientes, era para pasar el rato, no para toparme con los entes que controlaban aquel sistema, en tal tesitura, la respuesta era clara, si esto se iba a convertir en un dolor de cabeza, lo mejor era, desde mi posición, dejar de lado lo que estaba haciendo y pasar página.
Muchos podrían decirme que era una tontería, pero a mí me sentaba fatal que algo simple se convirtiera en una piedra en el zapato, las cosas estaban bien como estaban, no valía la pena complicarlas de forma tan pueril.
Por eso al descubrir que alguien más podía estar desentrañando mis códigos, a mí no me sentaba bien, me resultaba un sinsentido, pues no era ningún profesional, no quería pasar del nivel usuario.
Busqué las opciones que tenía, podía hacer que mi perfil fuera privado, ocultando todas mis aportaciones, hacer como si nada hubiera pasado o borrar todo lo que había creado. Como no quería ponerme en la mira de nadie, me decanté por esto último, así eliminaría mis huellas, sería una forma de decirle a los censores: no era mi intención joderles, por eso, como disculpas, borro todo y aquí no ha pasado nada, me da igual si alguien más imita lo que hice, quiero dejar patente que esto no dejaba de ser un pasatiempo, será la última vez que me verán por aquí.
Cumplí con mi premisa, apliqué la opción definitiva: borrar todo rastro de mi actividad en ese medio, aunque no era iluso, sabía que mis huellas quedarían a la vista de los especialistas, esos que se encargan de dirimir si algo está bien o mal, pero por lo menos le había cerrado el paso a los menos preparados. Me quedé tranquilo, por ahora.