Creatividad
Evocaciones
La clase había comenzado —el profesor alzaba la voz y comenzaba el dictado de la lección—.
—Como les venía diciendo en clases anteriores —todos lo escuchaban en silencio.
Durante su disertación hacía que cada alumno se sintiera importante, compartía de forma ingeniosa sus conocimientos. Con palabras sencillas lograba que lo entendieran y ante cualquier intervención —aunque se salieran un poco del tema— ayudaba a dilucidar las dudas de sus oyentes. En lugar de alumnos estimaba que tenía compañeros; él también aprendía durante el dictado de la asignatura.
En el momento en el que concluían las labores; se dirigía a la cafetería, era habitual que alguno de los chicos se ofreciera a acompañarlo; charlaba mientras consumía alguna bebida y en ciertas ocasiones evocaba algunos eventos.
En la época en la que estudió, la educación en los colegios era de estilo castrense; formaban a los alumnos en filas y ponían en práctica diferentes preceptos, los hacían desfilar; escuchar disciplinadamente las palabras del director como una tropa ordenada.
Cualquiera que estuviera en ese entorno podía decir que estaba en un centro de formación militar; era risible ver a niños siendo objeto de tal rigor de vez en cuando se les escapaba una sonrisa y los instructores los castigaban, los apartaban y los vilipendiaban por su mal comportamiento. Solo así conseguirían rectificar su conducta.
—Una buena acción correctiva permitirá convertir a ese mocoso en un hombre de bien —La razón por la que en el mundo había pocos hombres de provecho se debía al libertinaje extendido, faltaba mano dura—. Si todos comprendieran que el castigo es parte de la preocupación que tenemos por su futuro, ¡qué grandes seríamos!, pero no, todos prefieren el camino fácil, vivimos en una sociedad al revés; lamentablemente tendremos que seguir aguantando los estropicios de bribones mal educados.
Ese tipo de enseñanza era poco motivador —reflexionaba mientras bebía—. Enseñaban a repetir una y otra vez lo mismo; en su afán de instruir a buenos ciudadanos inculcaban los valores que consideraban adecuados. Enseñar a cumplir las normas y a respetar a la autoridad, era el fundamento primigenio, sin embargo, olvidaban algo esencial, dejaban de lado la motivación de la creatividad en sus discípulos, tampoco dejaban que se desenvolvieran en los espacios en los que mejor se sentían —no siempre se puede hacer lo que a uno le guste —argüían—. Consideraba que el problema se encontraba en las bases de todo el sistema, debía ser derrumbado para poder construir uno más amigable; no dejaba de ser una utopía realizar un cambio a ese nivel. Una transformación de ese tipo implicaba que el nuevo producto fuera irreconocible; sin embargo, no era posible desaparecerlo del todo, en alguna parte quedarían rastros de ese estilo practicado durante décadas.
La quimera comenzaba a difuminarse, las anécdotas volvían a ser pasado, percibía que despertaba de un sueño, cada vez que recordaba se sentía como un soñador diurno; inmediatamente se percató de lo que sucedía a su alrededor. Cogió la taza con café y la volvió a dejar en la mesa.
—Lo que estudiamos en la universidad solo nos interesa a los que estamos dentro de la misma; a los de fuera no. Organizamos debates, conversatorios y diferentes actividades intelectuales sin salir de estas cuatro paredes. Nos hemos alejado de la realidad, sacar una buena nota por aprender determinados conceptos ¿nos hace más útiles para la comunidad?; esa calificación que te ponen ¿demuestra el uso pragmático que puedes dar a esas nociones?, debería ser importante que se exija la debida aplicación de lo que se estudia. Lo que se memoriza para aprobar se olvida pronto, no basta con decir tengo un sobresaliente o matrícula de honor, ¿para qué sirve?
Observaba desde una posición expectante, la pequeña discusión entre sus alumnos.
—Por lo menos sirve para decir que valió la pena asistir a clases.
—¿Solo por eso?
Así podían pasar horas charlando, nunca se ponían de acuerdo, uno estaba en contra de ser elitista con el discernimiento y el otro, en cierto modo, tenía un revoltijo de concepciones en la cabeza, por eso solamente escuchaba.
El receso terminó, consumió toda su bebida, se levantó y se despidió, tenía que volver a la facultad a dictar clases.
Mitchel Ríos