Creatividad

Entre emisoras

Al subir al coche de alquiler y encenderlo, la radio comenzó a sonar automáticamente. Desde hacía mucho tiempo que les había perdido la pista a las emisoras en general, debido a los medios con los que contaba en la actualidad para escuchar música. Si lo consideraba conveniente podía apagarla, pero al no querer vincular su móvil, ya que no le apetecía dejar sus datos personales en un vehículo desconocido, y lo aburrido que le resultaba ir en silencio, decidió seguir con ella.
De repente notó que en la frecuencia sonaban composiciones que le gustaban, conforme las fue escuchando las reconoció, incluso se sabía la letra y, sin darse cuenta, comenzó a tararearlas, este hecho lo llevó a rememorar su época de estudiante.
Durante aquella temporada su mejor compañera para estudiar fue una estación local. Recordaba que en esos años si se quería escuchar una canción se debía estar pegado a la radio o, en su defecto, llamar a la cadena para que la programaran.
Solían poner música de todo tipo, gracias a ello conoció temas que con el tiempo pasaron a formar parte de su lista de reproducción personal, la cual se fue engrosando con el paso de los años.
Al inicio cuando se le dio por coleccionar las canciones comenzó a grabarlas de la radio, era difícil hacerlo, pues no solo bastaba con desearlo, sino también era importante pillar el tema al inicio, lo cual implicaba estar atento durante mucho tiempo, a esto se sumaba otro inconveniente, ya que la mayoría de las veces hablaba el locutor y, en consecuencia, jodía la grabación, en esa situación debía volver a la casilla de salida, hasta que tuviera una copia en condiciones.
Había otra opción, ir a una tienda especializada, pero para tener la canción deseada se debía comprar el álbum completo.
Durante el día la emisora tenía distintos programas, pero él escuchaba los que le coincidían cuando se ponía a hacer las tareas, fue así como conoció uno que lo marcó, este era atrayente por la voz de la locutora, tenía gracia a la hora de presentar las canciones, además de poner melodías también leía textos y daba recomendaciones sobre distintas obras literarias, asimismo ofrecía la oportunidad de conocer gente.
Como no era bueno en los procesos sociales le vino bien, pues gracias a él pudo interactuar con gente de muchos sitios, incluso algunos que vivían cerca, lo que le permitió salir y tratarlos, no sin antes pasar buen tiempo hablando por teléfono y compartiendo anécdotas.
De este modo conoció a alguien que le gustó desde la primera vez que salieron, aunque su timidez —algo que siempre le jugó en contra—, no le permitió decirle nada.
Le resultaba interesante por su forma de ver la vida, parecía tener más años de los que realmente tenía, sus afirmaciones exhalaban seguridad, era algo sorprendente, hecho que lo dejó encandilado, pues ya le hubiese gustado tener tan claro todo y no vivir en el mar de dudas que vivía, no sabía si realmente estaba haciendo lo correcto con su vida.
Con el tiempo, lo que parecía que tenía futuro para una relación solo quedó en amistad, los encuentros comenzaron a hacerse menos frecuentes, aunque durante una conversación muchos años después, tras encontrarse por casualidad, le dijo que si hubiera dado el paso tal vez habría sido su pareja, para sus adentros lamentó que no se hubiera dado, pero por algo pasan las cosas, no era para él —sentenció.
También recordó que solía quedarse hasta tarde escuchando la radio, incluso le ayudaba a dormir, en ocasiones, soñaba lo que iba escuchando en las letras, era de las experiencias más sustanciales, pues hacía que su creatividad bullera, que se quedara con imágenes que luego podía utilizar para su beneficio. También le servía como despertador, pues entre sueño y sueño sabía a qué hora debía levantarse.
Salió de aquellos recuerdos al notar que estaba llegando a la ciudad, no era difícil darse cuenta, ya que la cantidad de coches aumentaba, lo que generaba embotellamientos. En este contexto se centró en lo que tenía delante, entre más pronto estuviera en casa, mejor, pues el viaje le resultaba agotador.
Una vez que llegó a su destino, aparcó, apagó el coche, dejó de escuchar la emisora, cerró las puertas y volvió al mundo real.

APP

300

Dos