Creatividad

Entrampado

Dejó el mando, era hora de dormir, apagó las luces y se dirigió a la cama, no sin elucubrar una última forma de salir airoso de aquel juego.
Hasta unos momentos antes no tuvo complicaciones, pero llegó a un punto en el que se estancó, su frustración salió a flote, de repente no era tan hábil para esas lides como creía.
Para cualquier otro estar enfrascado en algo así sería impensable, más aún con una actividad considerada por muchos como pueril, a pesar de esos juicios, no los tomaba en cuenta, ya que le ayudaba a abstraerse, además, cuando estaba sumido en ella se sentía importante, se veía dueño de un talento que se le había negado en otras áreas.
Con pesar, recordaba la época en la que no tenía límite para dedicarse a sus pasatiempos, pero, conforme se iba haciendo mayor, tenía que cumplir horarios, no tenía la misma disponibilidad, incluso había días en que llegaba agotado del trabajo y se conformaba con descansar.
Si le dedicara tanto tiempo como en el pasado, sin las distracciones de las responsabilidades, ahora habría terminado todos los niveles del videojuego, hubiera conseguido todos los trofeos y habría engrandecido su fama en aquel mundillo virtual, pero hacer algo que le gustara era utópico, solo era un currito, no podía elegir, tenía que resignarse a sobrevivir haciendo labores que no le aportaban nada sustancial.
Por buscarle peros, para desencantarse, a esta actividad, pensaba en que no tenía la disponibilidad necesaria, su nivel de atención con los años había disminuido, probablemente lo mejor hubiera sido buscar algo que no le requiriera esfuerzo, que solo le sirviera para distraerse y que no se sumara a lo estresante de su jornada, no tenía por qué ser un dolor de cabeza.
Aún sin aceptarlo, volvió a rondarle la idea de que no era tan hábil como creía, quizás sería mejor enfocarse en gestiones de adultos, ir a un bar, estar con los colegas, en lugar de quedarse en casa, dedicándole tiempo a un algoritmo programado por el demonio.
Analizando el nivel no parecía difícil, más aún cuando revisó varios tutoriales y notó que solo era cuestión de centrarse, una vez que hiciera eso, bastaría con sortear los distintos escollos que fueran surgiendo.
Mas no quería dejarse vencer por aquel acertijo, si descubría sus secretos, solo bastaría con efectuar los movimientos adecuados, pero se le escapaba la solución, no encontraba un punto claro por donde tirar, no se le ocurría la forma acertada para descifrar el intríngulis que tenía delante.
Su orgullo no podía verse manchado por un juego tonto que, si lo hubiera pillado en otro momento de su vida, no le habría causado tantos quebraderos de cabeza y habría demostrado su habilidad al primer intento.
Tras elucubrar una última táctica, volvió a encender todo, cogió nuevamente el mando, emperrado en que esta vez sí lo lograría, no se dejó amilanar con los primeros sinsabores, continuó con paso firme, dentro de todo el sentirse derrotado era algo mental, pero su entusiasmo inicial fue desvaneciéndose, en sus primeros intentos casi no logró avanzar, volvió a meterse en el fango, sin darse cuenta, volvió a sentir que no avanzaba que estaba en medio de una traba y que dejaría de estarlo una vez que descubriera la forma de salir del atolladero en el que estaba.
No se iría a dormir aún, ya que, durante el día no dejaría de pensar en ello, en la oficina seguiría maquinando una forma de sortear el obstáculo, en pocas palabras, en lugar de trabajar tendría la mente en otro lugar.
En ese instante se dijo que lo intentaría una última vez, esperando tener buena suerte.

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