Creatividad
Encuadres despistados
Trataban de sacar la mejor toma, por lo visto, su cámara era nueva, un armatroste que llenaba las manos de quien la tenía cogida. Primero se acercaron a una de las estatuas de la plaza (ecuestre por el tipo de diseño) y mientras lo hacían, uno comenzó a dar alcances con respecto al objeto fotografiado.
—En una época, esta —se refería al monumento— tenía un caballo con la boca abierta —señaló el hocico— ahora la tiene cerrada.
Hace tiempo, durante una revuelta, la dejaron maltrecha y al reconstruirla los operarios encontraron en el interior, por no decir en la panza, muchos pajarillos muertos.
—Entonces, ¿era el cementerio de las aves?
—Más o menos —tomó un poco de aire y continuó—, pues al ver la cantidad de bichos muertos, decidieron modificar el diseño, la imagen tuvo que ser dantesca.
—Y el olor…
—No, no, olor no desprendían, al parecer los restos estaban momificados, así que decidieron que no tendrían un lugar de descanso gratuito.
—Para variar, en esta ciudad no se puede descansar en paz y más aun siendo un «pájaro».
La poca pericia a la hora de hacer las fotos quedaba demostrada, no sabían realizar los enfoques correctos, se equivocaban entre el modo manual y automático, con lo fácil que hubiera sido leer entero el manual de uso o, en su defecto, el libro con las recomendaciones. En él indicaban cosas básicas como el nivel de ISO, la iluminación, la elección del objetivo correcto, así como otras minucias que eran necesarias para hacer una buena captura. Una de las indicaciones que les causó curiosidad fue la de cómo proceder con el clima nublado, en esas circunstancias (recomendaban) era mejor centrarse en los detalles, no tanto en el paisaje —por obvias razones—, pero no continuaron más allá de esa página, pensaron que sabían más que suficiente, estaban preparados para guardar sus momentos especiales y hacer de ellos obras de arte que, por qué no, con el tiempo podrían ser expuestas en una de las tantas galerías que existían, no sería difícil. Conocían a gente que por una módica suma podría alquilarles un local, eso sí, ellos se encargarían de organizar la exposición, sin embargo, pensar en esto era demasiado, les faltaba experiencia.
—Todo eso lo leíste en ese libro Los misterios de…
—Sí, te da ciertas referencias, está claro que este espacio ha cambiado, si te das cuenta, pasó de ser uno en dónde se castigaba a los herejes, aunque decir castigar es quedarse corto, se ajusticiaba, torturaba, mataba…
—¿Te refieres a la Santa inquisición?
—Claro. Este suelo que pisas, siglos atrás fue recorrido por desgraciados cuyo único delito fue pensar diferente, fue creer y confiar en ideas distintas a las establecidas… no me quiero imaginar lo que hubiera sido vivir en esa época, sin poder ser libre, sin poder hacer lo que te saliera de la…
—Ahora se ha convertido en un lugar turístico, viene mucha gente, una vez levantaron un campo de fútbol.
—En pocas palabras, la significación del mismo ha variado…
Confiados en su aprendizaje (acelerado), se embarcaron en la aventura de ser fotógrafos, amateurs, pero fotógrafos, al fin y al cabo. Sin pensarlo demasiado se dirigieron al gran parque, en él podrían captar a los viandantes y a las familias que salían en fin de semana. Comenzaron por las áreas verdes, hoy haremos capturas bucólicas —se dijeron—, algunos paseantes, al ver que trataban de fotografiar se apartaban o se detenían para no interrumpir (o no salir en las mismas), a otros, por el contrario, les daba igual, cuando eso sucedía comenzaban de nuevo, tenemos tiempo —arguyeron.
—No solo eso, también leí sobre otras estatuas que están desperdigadas por…
—Sácale una foto a esa fachada de ahí, se ve chula —interrumpió.
—Venga, ahora lo hago.
—Con la cámara así, colgando del cuello, pareces un guiri…
—De… no tengo nada.
Se acercaron al lago, cerca de una de las construcciones más concurridas, en él se podía apreciar una fauna curiosa, peces, tortugas y gilipollas. Uno de ellos estaba trepando por una reja donde colgaba un cartel cuya leyenda recalcaba expresamente que no se podía subir, por lo visto, eso le daba igual, iba por libre, sus intereses prevalecían por encima de los del resto.
—Además de los monumentos, también hay lugares centenarios para visitar, recomendaban uno que queda por aquí.
—Dime el nombre para meterlo en la app de los mapas, así llegamos más rápido, se me da bien la tecnología.
—Espera, tengo el nombre anotado en la agenda.
—Vale.
—El nombre es «El destino».
—Según los datos debemos ir dos calles hacia la derecha.
Tras ese sinsabor continuaron con su trajín hasta que se detuvieron para sacar el mejor encuadre que encontraron, demoraron un poco, era importante evitar los obstáculos. Pasados unos minutos consideraron que era el momento adecuado, hicieron la toma y dieron por concluida su aventura, para ser la primera vez, no estuvo del todo mal, verían el resultado a la vuelta, en su apartamento.
—¿Cuál es el nombre de esta calle?
—Estamos en…
—Según esto, nos hemos desviado demasiado…
—Pensé que habías dicho que esto se te daba bien…
—Claro, se me da bien cuando me dan las indicaciones correctas.
—Ya, sí, seguro.
En casa se apresuraron a conectar el dispositivo al portátil, aguardaban con impaciencia ver su excelso trabajo, sin embargo, se fueron de cara, las fotos eran pésimas, para ser una cámara de alta gama, el resultado dejaba mucho que desear, no se explicaban como era posible que con el móvil obtuvieran resultados más satisfactorios. Ese desencanto por haber hecho una mala compra se quedó, tendrían que tomarse en serio el manual y también seguir, si era posible, un cursillo de fotografía. Ellos eran el problema.
—Tenemos que dar la vuelta aquí, luego seguir de frente (según esto).
—Menuda forma de perderse, parecemos dos lelos.
—Ya llegaremos, estamos a un minuto.
—Ya lo veo, ahí está, por lo menos no fue en vano, pero mira esa fachada.
—¿Es la que fotografiaste?
—Sí, la que fotografié, hemos caminado por gusto, parece que no somos de aquí. ¡Qué manera de perder el tiempo!
—No te das cuenta de que volver es una forma de llegar: ¡alégrate!
Mitchel Ríos