Creatividad
En vela
Serían alrededor de las ocho de la mañana del…, la temporada comenzaba a elevar sus temperaturas y en los bloques de pisos era usual que la mayoría tuviera las ventanas abiertas, para que, de algún modo, se refrescara el interior de los departamentos. Algunos no lo hacían, porque echaban mano del aire acondicionado, pero ese uso se veía reflejado en el recibo de la luz a final de mes.
En tal contexto era usual que con el mínimo esfuerzo, se escucharan las conversaciones de los vecinos, no era necesario ser cotilla, pues bastaba con elevar un poco la voz para que traspasara las fronteras de la intimidad.
Es una tontería salir con pobres —dijo, mientras se quitaba la chaqueta—, ¿te lo puedes creer?, quedo con los colegas y al final tengo que pagar todo. Te juro que será la última vez que salgo con esos mindundis.
El día anterior, lo que parecía ser una noche tranquila, de repente, se interrumpió por el alboroto proveniente de la calle, después de eso no pudo retomar el sueño, a pesar de que lo intentó por todos los medios.
Según las últimas disposiciones la luz se pagaba por tramos, el costo dependía de la hora en la que se utilizara el servicio.
Lo peor de todo no es eso, sino que soy el tonto útil, pero ya te digo, se les acabó, hoy fue la última vez.
Cerró los ojos, como lo hacía a menudo, tratando de imaginarse una historia que lo hiciera conciliar el sueño, en otras circunstancias hubiera funcionado, ya que era su as bajo la manga.
Las distintas informaciones se encargaban de concienciar a la población sobre el hecho de acostumbrarse a los nuevos horarios, para esto repartieron panfletos en los que indicaban los famosos tramos, pero, por la manera en la que venían explicados, daba la impresión de que no querían que la gente pudiera aprender a manejarlos. Probablemente ese era el fin, mantener en el oscurantismo a los ciudadanos.
El calor hacía que las terrazas estuvieran llenas desde primera hora de la tarde hasta altas horas de la noche, esta era la señal de que hacía bueno, de que era necesario cambiar la ropa del armario, guardar la de invierno y sacar la de verano.
En ocasiones se imaginaba siendo parte de la serie que le gustaba, era uno de los personajes y recorría el escenario con el resto, a esas alturas el sueño lo vencía y se quedaba dormido.
No te lo voy a negar, me lo pasé bien, salir con esos es para no parar de reír, tienen cada ocurrencia que ya le gustaría a cualquier guionista. Algunas veces se me ha ocurrido grabarlos, pero siempre lo recuerdo cuando estoy volviendo a casa, cuando ya todos se fueron.
Siguió dando vueltas en la cama, no sabía en que posición ponerse, cualquiera le resultaba incómoda, en ese momento, se dio cuenta de que la ventana no estaba del todo abierta, de algún modo (no sabía cómo), no estaba como la había dejado al acostarse.
En ese caso nadie podría argüir que no fue informado, los volantes estaban por todas partes, si se daba la situación podrían echarle la culpa a su poco interés en esos temas tan fundamentales.
Si que amanece tarde —expresó mirando el horizonte a través de la persiana—, ya van a ser las nueve y no sale el sol, esto confunde, uno cree que es temprano y en realidad es tarde.
Se puso en pie y recorrió el trecho que lo separaba de la ventana, con cuidado para no tropezarse.
En cierto modo era verdad, la desidia del ciudadano de a pie era un arma que se utilizaba en su contra, porque no le gustaba informarse de primera mano, prefería ver a tipos que fungían de especialistas y no sabían en donde estaban parados.
Si no fuera porque tenemos relojes viviríamos en la anarquía, no sabríamos como movernos.
Cuando estuvo cerca de la ventana la abrió completamente, esperando que en esta oportunidad no se cerrara.
Tampoco los medios ayudaban, ya que, en lugar de aclarar, confundían, estaba claro que tampoco ellos lo habían entendido.
De soslayo escuchó voces, probablemente sería el vecino del primero, el borrachín, no había fin de semana que no saliera, bien por él, si el cuerpo le resiste, por qué no —se dijo.
Debatían dando vueltas a la misma idea y no llegaban a ser certeros en sus aseveraciones.
Raras veces me percato del tiempo, pierdo la noción de todo, será porque no me gusta ser esclavo de él, me gusta ir a mi ritmo —mirando hacia la calle volvió a recordar lo de sus colegas.
Regreso a la cama y cerró los ojos.
Lo más curioso de todo era que el panel de comentaristas sabía de todo y manejaban todos los conceptos (o eso era lo que aparentaban), no se cortaban a la hora de hablar.
Todo está bien, pero tampoco es justo el abuso, me mantengo en todo lo que dije hasta ahora —se echó en la cama y trató de dormir—, no vuelvo a salir con pobres.
Cuando parecía que venía el sueño, se dio cuenta de que ya era hora de levantarse. Sintiendo pesado el cuerpo, hizo el esfuerzo para levantarse, para quitarse esa sensación se metió en la ducha, esperaba que el agua le ayudara a espabilar.
Si por lo menos se hubieran preocupado en interiorizar toda esa información, podrían explicarla correctamente y no entremezclar conceptos que no venían a cuento.
Debía hacerlo pronto o no podría aguantar el inicio de semana, si ya de por sí era pesado, en esas circunstancias, lo sería aún más.
Su público al parecer era poco crítico, no ponían en duda sus datos, más bien los seguían, entreverando las medias verdades que soltaban, lo burdas que resultaban sus explicaciones y el sinsentido de sus consejos.
Por cierto —expresó tras recordar lo de los tramos— haz la colada, a esta hora la luz es más barata —le dijo a su esposa antes de irse a dormir mona.