Creatividad
Desinterés
Estaba en aquella planta, haciendo tiempo hasta que se acercara algún encargado para que me aclarara unas dudas. Tenía en mis manos un aparato que prometía hacer maravillas.
Esperé, pero nadie se acercaba, se sentía un ambiente de dejadez dentro del local.
Hace poco, un par de semanas, compré otro, revisé los pros y los contras, no quería hacerme con algo que no sirviera, un trasto más que invadiera mi poco espacio.
Basándome en los comentarios de la plataforma parecía una correcta opción. Para reafirmar que era buena me puse a revisar manuales en los que mostraban las ventajas del aparatejo. Con las ideas claras, gestioné el pedido.
Cuando lo recibí me pareció que venía en una caja pequeña. No bien lo tuve en mis manos, me resultó más simple de lo que parecía, imaginaba que sería más intricando, que vendría con más componentes.
Para no parecer un memo decidí recorrer el lugar, noté que tenían muchas ofertas.
Después de esta pequeña desilusión, cogí todo y lo ensamblé, ahora podría conectar la antena y poder ver canales de aquí hasta Marte, prometía tener un rango amplio de señal.
Cuando lo encendí parecía ir bien, pero no funcionaba como indicaba en el manual. No captaba ninguna señal que no fuera de las habituales, intenté cambiarla de posición, la coloqué cerca de una ventana, no hacía nada de lo que esperaba.
Como soy algo cabezota, seguí intentándolo hasta que me di cuenta de que, hiciera lo que hiciera, no llegaría a ninguna parte, solo terminaría frustrándome, por lo tanto, conseguiría ponerme de mal humor.
Seguí en allí, no observé que hubiera demasiado personal, tal vez, eso solo era en ese departamento, la plantilla estaría ocupada en otras cuestiones más importantes. Otra opción era la de preguntar al momento de pagar, pero era probable que no manejara esa información, no supiera asesorarme.
Es así como, por primera vez, desde que comencé a hacer compras online, devolvería el producto. Esto implicaba averiguar el modo de hacerlo, en ese instante pensé que no había sido buena idea hacer la compra, lamentaba que no hubiera funcionado como esperaba.
Los empleados de esa área no se dedicaban a brindar información, solo cobraban, nada más, por eso, me reafirmé en lo que pensé inicialmente, tendría que seguir esperando a que alguien se acercara.
Con cuidado coloqué todo de nuevo en su caja, de tal modo que todo cupiera a la perfección. Luego lo llevé a dónde indicaban los expertos y ahí lo dejé. Supuestamente este era todo el proceso, algo fácil, pero estaba sin el trasto que prometía captar la señal de muchas frecuencias.
Como no quise quedarme con las ganas, continué indagando, esta vez me haría asesorar por alguien que se dedicara a vender esos artefactos.
Al final nadie se acercó, los dependientes pasaban de mí, quizá tenían demasiados clientes, estaban saturados.
Era una pena no poder aclarar mis dudas y poder salir de ahí con lo que fui a buscar, no me animaba a ir por libre.
En tal contexto recordé que había otro lugar que estaba a dos bloques de distancia, al lado de una administración de lotería, probablemente ahí también lo encontraría.