Creatividad
De repente un año…
Comencé a sentir que el mundo giraba a otro ritmo, de ir como un tren, a toda velocidad, a ir a cámara lenta, le costaba arrancar. Esa sensación recorría mi cuerpo de la cabeza a los pies.
De trecho en trecho tenía que detenerme, resultaba difícil seguir, ¿se debería a las malas noches?, ¿a los excesos durante los fines de semana?, ¿el hecho de quedarme hasta altas horas de la madrugada influiría?
Hasta ahora nunca me había planteado que un ritmo de vida demasiado atareado podría hacer mella en mí.
Además, ¿no dicen que la edad es algo mental?, sigo sintiéndome joven, no he notado cambios marcados como para pensar diferente, o tenerme en esa consideración, me veo en el espejo y no he cambiado.
Hace poco dejé un mensaje que se resumía en las siguientes líneas:
«No seremos jóvenes para siempre, si tu afán por no hablar conmigo sigue, la próxima vez que te apetezca hacerlo no seremos los mismos».
La respuesta fue el silencio, con toques de desdén inmerecido, un comportamiento distinto al que esperaba en una situación así.
Hubiera preferido un no rotundo, a una respuesta abstracta, que da pie a suposiciones que carcomen el pensamiento y no dejan vivir en paz.
La sensación se repartía por todas partes, golpeaba sin cesar, se producía en el centro del pecho y desde ahí se distribuía y se bifurcaba en cada tramo, siendo difícil no sentirla.
Para convencerme de que todo esto era algo momentáneo, seguí haciendo mi vida normal, es más, dejé de usar las escaleras mecánicas y comencé a usar las de toda la vida, quería demostrarme que aún estaba en condiciones.
La apatía me impedía vivir a gusto, me descolocaba, me dejaba expuesto ante las cosas que me aquejaban, no era una grata experiencia, pero estaba ahí.
Se me dio por contarlas, eran 54 en total, repartidas en tres tramos, cuando me propuse subirlas, iba convencido de que podría, sin embargo, no pude mantener el ritmo, las piernas no daban para más. Al principio parecía que era fácil, pero cuando me acercaba al final, los músculos se entumecieron. Conseguí subirlas, había mucha gente, por orgullo tenía que subir sí o sí, al final llegué extenuado, pero contento por haber logrado llegar a la cima. Incluso me tomé una foto sonriendo, fue todo un logro.
A raíz de estos cambios comencé a notar como si fuera otro, lo curioso es que hasta ayer todo iba bien, me sentía bien, como siempre, pero el bajón que hoy siento es jodido, me cuesta caminar, no tengo nada mal, el último chequeo médico hecho por teléfono siguió un curso normal, el doctor dijo que estaba bien, basado en las cosas que le dije, no era necesario que me acercara al centro de salud, me volvería a llamar, estaba en perfectas condiciones.
¿Lo mental podría tener sus límites?, ¿no era suficiente con querer estar bien?, tendría que darme por vencido, comprender que lo mejor no estaba por venir y que había más cuestiones que giraban en torno a esa consideración.
Por más que la edad sea una simple estadística, no podía negar que avanzaba, y no en la mejor dirección, así de un día para otro, sin avisar, sin notar que algo malo estaba pasando, sentir de improviso el golpe y caer ante la realidad.
Consideraba que este momento no llegaría, estaba libre de los cambios, me mantendría igual, estaría con las mismas fuerzas por siempre, era diferente al resto, a los demás que me rodeaban, era especial, tocado por la varita mágica para mantenerme inalterable.
Buscando en mis recuerdos para encontrar respuestas a lo que estaba pasando, no daba con ellas, más bien me creaba incertidumbre, ya que no estaba en mis planes sentirme así, como hoy me estoy sintiendo, sin la certeza de estar bien mañana.
Hasta ahora nunca me planteé lo que vendría, me gustaba vivir el día a día, sin planificar demasiado, el tiempo me sobraba, pero no es así, quizás se me esté acabando, quizás ha pasado más del que he pensado, he perdido varios años viviendo en una fantasía, considerándome diferente.
Ya consciente de este nuevo estado tendré que acostumbrarme a esta nueva realidad, he dejado de ser el mismo, ahora los años pesan, será necesario comenzar de nuevo, no me resigno…