Creatividad

Contacto impersonal

Esta historia no tiene un comienzo claro, no es del estilo que puedas contar al mundo de forma simple y añadir: lo primero que me encandiló fue su mirada, sus gestos, la forma en la que caminaba, ya que nada de eso pasó.
Si hay un inicio, por decir algo, se originó en mi mente, en la forma en la que idealizaba las palabras que leía en el monitor del portátil, ese conjunto de caracteres unidos de forma arbitraria para ofrecer una significación.
Aunque es preciso hacer hincapié que todo lo presente en pantalla no deja de ser un espejismo, pues lo que tomamos por letras simplemente es una mezcla de unos y ceros, lenguaje binario le llaman, que debidamente colocados nos adentran en una irrealidad que nos parece fáctica.
Volviendo sobre mi historia, no tengo clara su génesis, simplemente hubo un intercambio de letras, en las que encontraba frases complejas colocadas, no por azar, pero en cierto modo hiladas para atraer mi atención.
Podría hacer una serie de evaluaciones y enfocar desde otra perspectiva el hecho, pero siempre me topo con mi Rubicón, no lo tengo claro, quizás surgió porque debía hacerlo, porque era la forma en la que el destino me expresaba su influencia, no soy determinista, pero así le encuentro una explicación que me deja tranquilo.

Me han dicho que parezco insensible e intento mostrar un rostro impasible, eso no es cierto, quizás es la mala interpretación de mis afirmaciones lo que da esa idea. Solo yo sé el sentido de las cosas que digo, no puedo meterme en la cabeza del otro para que me entienda a cabalidad.

De un tiempo a esta parte he sentido la necesidad de dejar mi retiro alejado de la vida social y me decanté por quedar, así, a la de Dios, sin planificarlo, por mala o buena suerte, eso depende de como se quiera mirar, empecé a salir con alguien que estaba más pendiente del móvil y dejaba de lado a quien tenía delante, ergo yo.
A esa dependencia creo que se le llama agorafobia, ¡coño!, como siempre, por ir de listo, confundo términos, en realidad quise decir nomofobia, no sé quién carajos les pone nombres, probablemente alguien tan aburrido que debe usar lenguaje obtuso para aparentar sapiencia.
En esa situación, si hubiera sabido de esa necesidad, hubiera llevado mi teléfono, así podría haberse dado una charla más fluida, pero no lo tuve en cuenta, pensé que sería una experiencia normal y no tecnológica.
¿Ese ser que tenía delante no se percataba de la barrera que estaba levantando?
En lugar de irme me quedé ahí, admirando la escena que daba para mucho:
Érase una mujer a un móvil pegada,
érase un móvil poco asertivo,
érase un móvil molesto y relativo,
érase una musa tonta muy desacertada.
Disculpa Quevedo, como estoy por El Barrio de las Letras, decidí tomarme algunas licencias, gracias a ellas mi noche se hizo más llevadera, la imagen era tal que no dejaba de divertirme.
Por un momento se me ocurrió levantarme y expresar cualquier pretexto para escaquearme, pero decidí quedarme, no todo estaba perdido, de repente podía hacer que la cita reflotara.
Sin embargo, no funcionó, no coincidíamos en nada, puse de mi parte, pero todo le incomodaba, incluso creo que ella misma no se soportaba, mas no ahondé en el tema, lo dejé sin explorar. Cuando me convencí de que su mundo giraba alrededor de ese trasto, perdí cualquier interés, no quería estar ahí con cara de memo observando a alguien hacer el tonto en internet.
Al final me dije que era una tara de las nuevas generaciones, que contra eso poco se puede hacer, debía entender las nuevas costumbres.

No soy de dedicarle tiempo a las redes sociales, prefiero el contacto humano, aunque apeste, siento que es más fácil crear nexos, aunque últimamente estoy pertrechado en mi guarida, pero como nada es inmutable, tampoco los posicionamientos, decidí crearme un perfil y adentrarme en ese mundillo, dejé de lado mis reticencias.
Me habían comentado que se podía conocer gente, solo bastaba con mandar un saludo y listo. Confiando en que eso era suficiente, lo hice al perfil más llamativo, pero con el paso del tiempo noté que la respuesta no sería inmediata, demoraría.
El mensaje no dejaba de ser lanzado al gran mar que eran estos reductos, probablemente se tomaría sus lapsos, es lo que tiene hacer cosas en la que uno es un ignorante integral.
Probablemente en otro campo demostraría más destreza, pero aquí era imposible, por eso tras la dilación del saludo, sentí que algo no funcionaba, quizás tendría que acostumbrarme a que en ese espacio no todos estaban dispuestos a hablar con desconocidos, tendría que pillarle el truco, tendría que ser paciente, no podía solicitarles que mostraran interés por mí de un momento para otro.

Me había imaginado recibir una respuesta y que surgiría algo especial, dejaría de lado mi timidez, sería diferente, me abriría. Se iniciaría una conversación con alguien que me generaría expectativas, me haría pensar en el futuro, plantearme diferentes escenarios en los cuales podría hablar de la forma en la que había surgido aquella historia, el alcance de esas palabras iniciales.
En tal contexto lamenté haber caído en las redes de la modernidad, yo que me había cuidado de esas trampas, al final bajé la guardia e hice lo que todos, no había nada que me diferenciara, no tenía nada distintivo, mi naturaleza era tan común como la del resto.

La historia no tiene un comienzo claro. Podría hacer una elucubración e inventarme los hechos, pero mi imaginación no es tan lúcida como para darme herramientas para una empresa así.
¿Qué me motivó a contactar?, aun me lo pregunto, no encuentro respuesta a cuál fue el detonante para animarme a hacerlo en un lugar en el que conocer gente no deja de ser una moneda al aire.

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