Creatividad
Así es la vida
Ocultamos lo que somos, no queremos ser vistos como los raros. Es mejor pasar desapercibidos, a pesar de las cualidades que nos hacen distintos.
—¿Crees que soy egoísta?
—No estoy seguro, pero a veces te comportas como…
En cada circunstancia, en cada situación o coyuntura, nos comportamos de distintas formas, es la temporada, hay algunas en las que se suele reír más a menudo, otras, por el contrario, se suele ser más contemplativo; esta era una de esas veces, no se centraba, estaba dubitativo, ansioso, receloso del entorno.
—¿Por qué dices eso?
—En ocasiones te siento distante, solo piensas en ti, todo tiene que ir en función de cómo te pueda afectar y olvidas al resto. Te olvidas de que los demás también podemos sentirnos mal, desalentados, apartados —esto último es lo principal—, alejas a quienes quieren ayudarte.
—Sí necesito ayuda la pido.
—Sufrir en silencio no es el mejor camino.
Una palabra mal dicha podía vestir de otro aspecto la ciudad. Se preguntaba en ese momento: ¿Qué cambió?, infería la respuesta, no había pasado nada, era su estado de ánimo.
—Aún no has respondido mi pregunta.
—En determinados momentos, eres tú y nadie más. Puedo entender que te sientas mal, pero olvidarte de los demás no viene a cuento.
—No obtengo la respuesta.
—Tú quieres una determinada y no será así.
—Di lo que piensas, solo eso.
—Es complicado responder una duda de este tipo, lo mejor sería que analices todo y tú te des cuenta, además: ¿estás preparada para la respuesta?
—No sé.
—Hace mucho me dijeron: No hagas preguntas para cuyas respuestas no estés preparado.
Esas pocas ganas de levantarse, de seguir como si nada hubiera sucedido, conforme pasaban los años, se hacía más duro. Sentirse solo en compañía era la peor de las sensaciones, ¿cómo se le puede dar tal poder a alguien?, hacía y deshacía con él, siempre fue así, nada nuevo bajo el cielo, quedaba expuesto.
—Cada uno somos un mundo —lo entiendo—, pero, sí solo nos centramos en nuestros asuntos, olvidándonos de los demás, al final terminaremos solos.
—No es así. Por lo que dices, hasta yo me llamaría…
—No quiero decir que lo seas, pero, en ocasiones, te comportas… —te lo acabo de decir—. En esas circunstancias me sacas de centro, siento que no te conozco, en otras me parece que sí —no te lo voy a negar—, porque, aunque no quieras verlo, nos parecemos más de lo que crees. Sin embargo, cuando estás rara —por así llamarlo— es como chocarse con la dura realidad y duele.
Te conoció en un momento de tu vida diferente, en donde mostrabas tus debilidades —se decía—, por eso te dominaba, no podías hacer nada, quedabas en evidencia. No estaba así, quejándose, por cómo era con él, sino, por su actitud.
¿Sí fuera otro? era su gran pregunta, no se veía siendo de otra manera sin afectar a su esencia… Las pajas mentales se iniciaban, callaba y se decía que no debía pensar tanto.
—No quiero complicar las cosas.
—No sé si es tu intención. Al final debes de velar por tu confort —yo también lo haría—, pero consigues que a uno le entren dudas, temores de sentirse un extraño. Tal vez, no tenemos demasiada confianza, lo entiendo, pero creo que hemos jugado en distintas ligas, cada uno se ha mostrado como ha querido, más cada uno ha ocultado lo que ha querido.
—Eso no es cierto…
La calle no era otra, tú eras el que no te sentías igual, ¿te compensa pasar por todo esto? —te preguntabas—, tener cientos de cosas planificadas y que todo dependiera del estado de ánimo —no era posible—. No se podía dejar tambalear de ese modo lo que se había empezado.
—No tienes por qué abrirte conmigo, tampoco entiendo porque me preguntas eso.
—Era una pregunta que tengo guardada desde hace tiempo.
—¿Por qué?
—Por mi forma de ser, me parece.
—No te llamaría…, simplemente, tus tiempos no los entienden los demás, eres como eres, así de simple, quien lo quiera bien y quien no, que se joda.
—Muchos están jodidos.
—Llevas muchos muertos a tus espaldas.
—No en ese sentido.
—Es broma.
En determinados momentos le daba igual echar todo a perder, por su mala cabeza, malas ideas, malas… —Sin darse cuenta cruzó en rojo por el paso de peatones, el ruido de una bocina lo hizo tomar consciencia de ese hecho—.
—Creo que tú y yo, haríamos buena pareja.
—Podemos creer tantas cosas.
—¿Ahora quién es el …?
O estás aquí o no estás, no puedes aislarte de todo, no puedes ser una isla. Las dudas y penas se enfocaban en los males que a todo el mundo le afectan. Sin estabilidad emocional, se imaginaba como parte de algo y no lo era, también como parte importante, pero simplemente era un pasatiempo… c’est la vie.
—No te valdría mi compañía. Suelo rallarme a menudo, tengo altibajos, soy inestable emocionalmente; puedo ser malo, muy malo, se me da mal ese jueguito, ya lo intenté.
—Siempre puede haber nuevas oportunidades.
—¿Quieres que diga te quiero?
—No.
—¿Por qué?
—Porque el día que me digas te quiero, todo habrá terminado.
Mitchel Ríos