Creatividad

Arrebato

Gracias a ver un documental, que echaron de madruga —para trasnochadores—, se le anidó la idea de emprender, únicamente era necesario tener las ganas suficientes y el negocio saldría adelante.
Se imaginaba que en un futuro próximo alguien estaría hablando sobre ese momento, cuando decidió fundar su empresa, imaginaba que su foto saldría en el libro de los empresarios más influyentes, con alguna frase a pie de página que hubiera dicho en alguna suerte de foro para personas exitosas.
Confiando en sus posibilidades se embarcaría en un curso acelerado de mercados, afianzaría las ideas que le quedaron y lograría el tan ansiado éxito que le estaba siendo esquivo.
Para reafirmar su opinión haría una recolección de ideas y así, de soslayo, daría forma a su arrebato.
Sin embargo, al comentárselo a un colega este le soltó que no creía en esas tonterías, son cuentos chinos para engatusar a los débiles mentales.
Sus prejuicios lo cegaban ante cualquier opción que surgiera por muy buena que fuera —se dijo a sí mismo.
Cuando por enésima vez sintió que denostaba su idea de ser emprendedor, confirmó que nadie podría bajarlo de la burra, era un cabeza dura, incapaz de ver que el sistema lo había castrado.
Por cierto, esa gente exitosa hizo realidad sus sueños porque tenía los suficientes recursos para hacerlo. Algo que no te cuentan es el dinero que manejaban, dejan en el aire la idea de que cualquiera lo puede hacer, pero crees que si vas ahora a un banco te facilitará un préstamo para dar forma a tu proyecto, ya te digo que no, lo primero que harán es estudiar tu caso, luego, si llegas al segundo paso, te solicitaran un aval, nosotros no podemos pasar del primero, somos una apuesta de riesgo.
Debes cuidarte de todo aquello que suene demasiado bien, más aún viniendo de esa cadena, no te das cuenta de que siempre están hablando bien de un modelo económico, el capitalismo, y están en contra de todo aquello que no comulgue con su ideología.
Incluso, de refilón, te lavan el cerebro debido a que siempre te están diciendo que ellos son los buenos y los demás son los malos, por ahí no paso —afirmó—, es más, desde hace mucho tiempo me di cuenta de que nos quieren manipular, quieren hacernos creer algo que no es cierto, pensar que se puede vivir de sueños, apostando por un modelo en el que no encajamos.
Antes tales afirmaciones cambiaron de tema, no se pondrían de acuerdo. Su charla versó sobre deportes, eran seguidores del mismo equipo, cuando concluyó su encuentro estuvieron de acuerdo en tomar algo la siguiente vez en la que coincidieran, se despidieron.
Una vez que se quedó solo, comenzó a repasar todo lo que dijo su colega, incluso aquellas palabras que, en cierto modo, sintió como ofensivas, de este modo llegó a la conclusión de que su obcecación, quizás, era un escudo que se había fabricado para no sentirse desdichado, a pesar de que este era el causante de que estuviera malviviendo y efectuando actividades insustanciales. Lo sabía por las conversaciones que tenían, siempre se estaba quejando, un día sí y otro también, afirmaba que renunciaría, no se sentía valorado en ese trabajo de mierda, en dónde tenía muchos jefes y debía informar a otros tantos sobre su desempeño. Pero lo de renunciar no pasaba de ser una amenaza, que sólo comentaba en el bar.
¿Cómo tomar en serio a alguien que siempre se estaba quejando?, era un sinsentido, era como querer salir de la depresión consultando a un depresivo crónico, no obstante, en su siguiente charla, le explicaría mejor sus ideas, se haría escuchar y haría entender que su planteamiento era interesante, él no era un pusilánime, alguien influenciable con cuatro formulaciones, no era un débil mental.
Tras ese monólogo sus ganas no decayeron, incluso se acrecentaron, además volvería a sintonizar la cadena en la que ponían los documentales, no podían ser un engaño —como le habían afirmado—, trasnocharía y se empaparía de aquellas historias de progreso y crecimiento personal.

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