Creatividad
ALGUIEN
Hace poco descubrí un bicho. Es tímido, de pocas palabras, sus silencios duran mucho rato, pero es bueno escuchando. Se esconde de todo el mundo, deduzco que le han hecho daño, pero serán especulaciones mías, me alarmo por nada.
Desde aquel día hasta hoy hemos descubierto cosas el uno del otro. Tenemos puntos en común, pero también temas en los que opinamos diferente. No solemos discutir, ya que sabemos cuando parar. Nos alteramos fácilmente, por eso mismo no queremos sobrepasarnos.
Aunque quiere ir de humilde, esta actitud suele ser impostada, pues con raer un poco la superficie que recubre su personalidad, se notan rasgos egocéntricos, no es algo malo, le digo, es su forma de ser, asimismo añado, mientras seas consecuente con tu naturaleza no hay ningún problema, el problema lo tienen los demás.
¿Cómo puedes ser tan listo y tonto a la vez?, sostengo, al momento responde que todo es un pack, si quieres lo bueno, tienes que aceptar lo malo, es una dicotomía, afirma, indivisible, y a veces incomprensible, cuando dice esto suelta unas carcajadas contagiosas, imposibles de pasar por alto, desapercibidas.
Cuando se enfada deja de hablarme, en ese momento el cambio es palpable, puede pasar días sin dar signos de vida, aun así, le dejo lo necesario para que pueda subsistir, no quiero que se quede en los huesos, tengo que entenderlo.
¿Cómo alguien puede vivir en un lugar así?, yo no podría, sin las comodidades del mundo moderno, sin las salidas después del trabajo, sin ir de bares, sin ir a comer a un buen restaurante, sin salir de noche, sin disfrutar de la hora golfa.
Siempre que le pregunto como hace para vivir entre cuatro paredes, afirma que es un asceta, alguien que ha decidido alejarse de lo mundano, pues no lleva a nada bueno. Él disfruta de la realidad a su modo, tendría que ponerme en sus zapatos para comprenderlo, afirma, asimismo, tendría que vivir la experiencia, solo así, sabría en que consiste, pero no me animo a hacerlo, prefiero seguir como hasta ahora, prefiero saber de segunda mano lo que se siente.
También tiene ratos melancólicos, de añoranzas, extraña muchas cosas, pero suele afirmar que no, porque nada de eso lo define, nada de eso lo ata, está en dónde quiere estar. Aunque es creíble, en un primer momento, luego se descubren flecos que dan pie a hacer ciertas elucubraciones.
No intento ser chismoso, meterme en dónde no me llaman, quiero darle su espacio y que confíe en mí, de este modo iré descubriendo los claroscuros de su carácter. Le daré tiempo.
Cuando estoy en horas bajas, suele ser un buen consejero, me anima a seguir adelante, a ver mis circunstancias desde otra posición, en ese instante entiendo, que no tengo que desesperarme, todo es cuestión de perspectiva, no hay más ciencia, sostiene.
En cierto modo tiene razón, no hay que ser muy espabilado para entender que ni eres muy bueno cuando todo va bien, ni eres una mierda cuando todo va mal, así de sencillo,
He descubierto que lo suyo es una coraza forjada durante años. La fortaleza inicial que mostraba no es tan resistente como cree, pues sus gestos lo dejan desnudo, aunque no es algo que se perciba fácilmente, solamente sucede cuando se le presta mucha atención, cuando se lo analiza sin que se dé cuenta.
Durante esta temporada, desde que lo conozco, he sentido que es alguien con quien puedo charlar, con quien puedo compartir lo que sea, ya que no me juzgará, pero tampoco dará por buenas las tonterías que pueda soltar, ya que tiene un buen ojo crítico, además sus consejos suelen ser útiles, por eso mismo los sigo a rajatabla. He sentido que tenemos complicidad que no tengo que explicarle mis nimiedades varias veces, las comprende a la primera.
Esta complicidad, que debería reconfortarme, también me da temor, ¿cómo alguien sin más puede aparecer y tratarte como si te conociera de toda una vida?, me pregunto.
No indaga en mi pasado, deja que vaya a mi aire, si quiero contarle algo personal está para escucharme, no hace aspavientos, se mantiene impasible, tranquilo, con la mirada fija en mí, eso sí, en cierto modo esa adustez consigue ponerme nervioso, algo que nadie más hace.
En esa misma línea, con solo una palabra logra que me calle y que le preste atención. No le gusta ser interrumpido, ya que pierde el hilo de lo que esta diciendo, y empezar de nuevo no es lo suyo, cuando eso sucede suele olvidar su argumentación, cambia de tema y no lo vuelve a retomar, no por no tener interés, sino porque volver sobre sus pasos no le gusta.
Desde que está, el apartamento es menos tétrico, la soledad no aparece como antaño, da la impresión de que nunca estuvo en estos lares, de que nunca tuvo vía libre para aparecer y siempre tuvo obstáculos para que se asentara, para que hiciera de las suyas en este pequeño espacio.
Incluso, en el caos hay un orden, comenta. Cada átomo ocupa una posición determinada, inamovible, estacionaria, ese suele ser el sentido más significativo de lo ininteligible. No obstante, la naturaleza de los objetos sigue siendo la misma, eso no ha cambiado, probablemente darles otras características sea imposible, son lo que son y no hay nada más. Tal vez si las pensamos diferente trocaran de esencia, me dice, pero en este caso ese simplismo no funciona, habría que ser alquimista para realizar algo así.
A veces, cuando estoy cansado, quisiera alejarme, deshacerme de él, decirle que ya es hora de que busque otros rumbos y explicarle que ahora mismo su compañía no me resulta cálida, más bien me llena de pesimismo. Podría simplemente mirarlo a los ojos y explicarle mis cuitas. Sé que entenderá, sabrá recibir ese mensaje sin tomarlo como un desplante, es lo suficientemente maduro para hacerlo, pero tengo el temor de desaparecer en el proceso, pues ese bicho soy yo.