Creatividad

Aficionado ocasional

El encuentro se fue calentando durante la semana, los jugadores ayudaron con sus declaraciones. Manu, un forofo de la vida, no se perdía los programas especializados, por eso mismo, era consciente de la importancia del choque, si su equipo quería mantener intactas sus aspiraciones al título tenía que ganar, cualquier otro resultado no le valía.
Por esta razón iría al estadio, lo haría después de una larga temporada alejado del mismo, debido al bajo nivel que ofrecían los equipos visitantes quienes, conscientes de su inferioridad, echaban mano de cualquier ardid para obtener un buen resultado, su forma de entender el juego era perfecta, pero las formas que utilizaban eran criticables.
Cuando iba a ver el futbol no le gustaba como lo contrincantes se dedicaban a perder tiempo, una y otra vez, siguiendo, muchas veces, las indicaciones de su técnico.
Esto, para el espectáculo, era un lastre, ya que solo un equipo se proponía jugar y el otro, se enfocaba en fingir lesiones que no existían y aunque los árbitros, estaban obligados a compensar el tiempo perdido, muchos no daban los minutos suficientes, lo cual era un sinsentido, pues perjudicaban al equipo que iba a por la victoria.
Esto, sumado al calendario lleno de encuentros intrascendentes, iba en contra de la popularidad de este deporte, lo que devenía en la perdida paulatina de seguidores, tanto en los estadios como en las transmisiones televisivas.
Los dirigentes, en esta situación, querían que este deporte mantuviera su estatus y que su prestigio no sufriera mella, pero visto lo visto, con jugadores que hacían cualquier cosa menos jugar decentemente y con hechos extradeportivos que no ayudaban en nada, lo tenían crudo.
Por eso mismo, tenían que revisar el calendario de encuentros e implementar sanciones para todos aquellos que perdieran tiempo de forma alevosa, sin una razón aparente, en contra del espíritu deportivo.
Sentado en su sitio recordaba haber sido testigo de encuentros gloriosos, en los que su equipo demostraba su clase, practicando un fútbol destacable, aunque era consciente de lo desdibujadas que podían ser esas rememoraciones, en ese instante fue interrumpido por los gritos de las graderías.
Manu no entendía el fanatismo de algunos, él simplemente se sentaba en su asiento y observaba las jugadas, sin embargo, muchos no paraban de gritar, como si los jugadores estuvieran pendientes de lo que proferían.
En situaciones así, recordaba por qué no era un asistente asiduo al estadio y prefería ver a su equipo por televisión, lo que se sumaba a las aglomeraciones que se producían en los alrededores, a las dificultades que implicaba hacerse con una entrada y que, a pesar de ser seguidor de toda la vida, no tenía privilegios.
No obstante, a causa de la importancia de este partido, en esta oportunidad decidió coger una entrada, fue intricando, pero tras muchos intentos, lo consiguió.
Conocía el estadio al dedillo, sabía perfectamente la disposición de los asientos, a veces se entretenía observando a los despistados que iban por primera vez. A veces le preguntaban por dónde se ubicaba tal asiento, si estaba de buen ánimo, hacía su buena obra del día, si no, simplemente se negaba y miraba como se angustiaban al no poder dar con el lugar, la incertidumbre que les ocasionaba daba para muchas elucubraciones.
No bien se situó, se percató de que la gente estaba alterada, probablemente por todas las noticias que salieron en los distintos medios.
A pesar del incordio que le causaban los gritos, se centraría en disfrutar del encuentro, confiaba en un buen resultado y aunque lo haría en silencio, no era menos hincha que los seguidores bochincheros.

APP

300

Dos