Creatividad

Cuarto sin ascensor

Debido a las diferentes circunstancias cuando firmé el contrato no hice demasiadas preguntas. Me centré en lo fundamental: la duración del contrato, los servicios que incluía, si estaba amueblado y lo cerca que estaba de la estación de metro —no quería recorrer bloques enteros para llegar—, las respuestas que recibí fueron satisfactorias, por eso, sin dudarlo, tramitamos todo para cerrar el trato.
Quería mantenerme por la zona y este piso me venía perfecto, no fue difícil tratar con la agencia de alquiler y, fue relativamente sencillo coordinar una visita, no como en otras oportunidades en las que parecía que era parte de un casting, en el que el mejor perfil era el de quien tuviera una nómina, o cuenta en el banco, con muchos ceros a la derecha.
Quizás la única pega —por poner alguna— era que el departamento no tenía ascensor, al ser una construcción antigua —me comentó el de la inmobiliaria—, el ayuntamiento no dejaba que se hiciera modificaciones en la propiedad, pues, era parte del patrimonio de la ciudad.
Pero esto me dio igual, al final solo era cuestión de subir y bajar escaleras, nada más (una acción tan natural como el respirar). Además, sería una buena forma de hacer ejercicio —me dije—, si bajaba y subía varias veces al día podía ponerme en forma para el verano, aunque probablemente no fuera a veranear, en esa temporada aprovechaba que la ciudad quedaba casi vacía, había pocos coches y se podía ir a los lugares que quisieras sin necesidad de hacer reservas.
El cambio de piso fue sencillo, no hubo tiempo de aclimatación, parecía que siempre hubiera vivido ahí, sin embargo, lo que al inicio obviaba, la cantidad de veces que subía y bajaba escaleras, con el paso de los días comenzó a hacerse pesado. En tal tesitura, después de esta experiencia se había convertido en algo importante para mí, que mi próximo piso fuera un bajo, un primero o un segundo como mucho, ya no me bastaría con hacer unas cuantas preguntas, ahora sería más quisquilloso a la hora de elegir. Lamentablemente, me había dado cuenta, de la peor forma, que no estaba para esos trotes, subir y bajar desde un cuarto sin ascensor está bien si se hace muy de vez en cuando, pero hacerlo todos días, no, porque al cansancio diario se sumaba el hecho de subir todos los peldaños. Dependiendo del día era un calvario, en especial aquellos en el que, por cuestiones laborales, debía recorrer media ciudad a pie.
Con todo ese cansancio encima, el de la caminata, no hallaba la hora de llegar a casa, sentarme y recobrar fuerzas; pero tras cruzar el rellano notaba que el día no había terminado, era necesario hacer un esfuerzo extra.
Por este motivo con el paso de los meses comencé a buscar otras opciones, aun teniendo que hacer un desembolso mayor que el actual, tenía la prioridad de encontrar un bajo, un primero o, hasta, un segundo en condiciones, pero no logré encontrar nada que se acercara a mis expectativas.
Y así estoy, subiendo y bajando escaleras todos los días, espero que más pronto que tarde logré encontrar lo que busco, no puedo seguir así, una vez que lo haga contactaré con mi casero, le diré expresamente que quiero finiquitar el contrato, para mí será una liberación.

APP

300

Dos