Perdiendo la noción
¿Qué es un beso? —me preguntas—, mientras nos besamos, mientras estamos en ese momento de dos, un momento al que costó llegar, pues mi reticencia a ser expresivo en la calle me empujó a no dejarme llevar por la situación.
Sentía que todo el mundo me miraba y que estaba pendiente de lo que hacía, porque al considerarme el personaje principal de lo que vivía, me sentía el tipo importante, el héroe de mi relato, aunque solo era un figurante, alguien que aparecía en la historia de otros como un ave de paso.
Y seguimos los dos en esta situación, olvidándonos de lo anexo, de todo aquello que no nos aporta nada y nos distrae de lo importante, haciéndonos perder en situaciones insustanciales, esas que consiguen alejarnos de lo importante, sumiéndonos en disputas vanas.
Había pasado noches enteras imaginándote, ansiaba que aparecieras para que lo cambiaras todo, para que me empujaras a dejar de pensar y me dejara llevar por el momento, como algo que no había vivido, abriendo mis sentidos satisfactoriamente a la incertidumbre de querer.
Aunque en algún momento pensé que no pasaría, solo era un sueño, algo ilusionante, un ardid del destino que desplegaba distintos matices ante mí para confundirme, para lograr que el caos se magnificara en mis desórdenes.
Por eso era reticente a dar muestras públicas de afecto, no quería pasar por una situación vergonzante, una situación lastimosa que dejara heridas, que dejara tumbas abiertas a su paso.
Hasta que apareciste, tras un hola que durmió durante varios meses como un mensaje lanzado en el gran mar de la red de redes, sin un sino aparente, sin un significado material, un conjunto de delirios carentes de cordura.
Reconozco que fue sorpresivo conocerte. Fuiste un error, algo no planificado, un desliz de mis debilidades, un instante frágil que no atesoraba, un suspiro que se fue, un saludo que no debió ser formulado, una mirada fugaz a un tal vez.
Aunque inicialmente solo fuiste una voz, un ente inmaterial que retumbaba en mis oídos, me hacía ser otro, haciendo replantear mis certezas y que pensara en diferentes contingencias, ayudando a que me dispusiera a ser diferente y a que me alejara de los hilos que me mantenían inmóvil, procrastinándome. Así te fuiste metiendo en mi vida.
Pero no todo fue perfecto, hubo momentos en los que pensé que solo habías sido un sueño, una creación de mi mente que parecía real, pero que no lo era, una idealización de mi soledad, un engaño patente para hacerme comprender la necesidad de abrirme a nuevas experiencias.
Por suerte todos esos temores se desvanecieron cuando tu voz dejo de ser un sonido y le pude asignar un cuerpo, en ese momento me dije que olvidaría mis temores y dejaría en manos de los hados lo que pudiera pasarme, me permitiría vivir momentos de pasión, momentos de insinuaciones, de seducciones, momentos, simplemente momentos a tu lado.
Todo aquello que por un instante me hizo dudar desapareció, estábamos juntos y eso no se podría evitar, ninguna duda opacaría el recorrido iniciado, más pronto que tarde nos acompañaríamos.
¿Qué es un beso? —me vuelves a preguntar—, no te digo nada, mientras tanto cierro los ojos y toco tus labios con los míos, esa es mi respuesta, la respuesta silenciosa a un acto de complicidad en el que ambos nos respondemos sin hablar.





































































































































































































































































































































































































































































































































