—¿No sientes que hace calor?
—Dímelo cuando no vayamos tan abrigados.
En efecto, llevábamos varias prendas, lo que impedía que nuestros cuerpos se enfriaran. A veces llevábamos tantas que parecíamos tener varios kilos de más, quizás por esto prefería el verano, te sentías menos pesado al deambular por la calle.
—Siempre lo digo y siempre me repites lo mismo.
—Así es, cada vez que lo digas, te lo repetiré.
—De ahora, en adelante, lo evitaré, pierde cuidado.
El malestar de saberse repetitivo en las cosas que decía lo hacía darle vueltas a la idea pensar más lo que iba a decir.
—Con tantas prendas, lo raro sería sentir frío —explicó.
—Ya sabes a que me refiero.
Por un momento callaron, siguieron caminando, pero a él no le gustaba ir en silencio, le daba la impresión de caminar solo y, eso, no le agradaba, estar acompañado y sentirse solo era lo peor, por eso hablaba de lo que fuera, la cuestión era hacer entretenido el trayecto y tocar cualquier tema.
—¿Crees que este año nevará?
Recordaba que le gustaba caminar sobre la nieve, a pesar de que resbalara, esa sensación de ir sobre arena era de los pocos placeres que se podía permitir, aunque no era igual, le agradaba imaginar que sí. Le gustaba el mar y todo lo que estuviera ligado a ello, por este motivo todo lo relacionaba con él, no hallaba la hora de viajar y disfrutar del clima costeño en cuanto tuviera la oportunidad.
—Si ahora mismo se le diera por llover, claro, nevaría, creo que estamos a menos…
—¿Recuerdas lo del año pasado?
No se podía olvidar, fue el primer año en el que estuvieron de viaje, se lo pasaron genial, pero para no sobredimensionarlo se dijeron que el mejor viaje sería el siguiente, se decían que lo mejor estaba por venir.
—Claro, the best is yet to come.
Mientras hablaban pasaron junto a un banco, al instante notaron que un tipo estaba, al parecer, durmiendo la mona, si bien era temprano para estar así, muchos, por los alrededores, le daban duro al alcohol, parecía que su razón de ser era beber, pues siempre estaban igual.
—¿Tú crees?
Antes de hablar lo observó de soslayo, no se movía, parecía un ente inerte, quieto, sin sentir la inclemencia de la temporada.
—Siempre.
Pensaba en ese grupo de personas que se reunían por ahí. Le parecía raro que siempre tuvieran dinero para beber, pensaba en cuánto gastarían.
—Ese tipo de ahí, ¿estará durmiendo?
—Sí, durmiendo de borracho.
Una vez mientras volvía del trabajo se le acercó uno y le pidió unas monedas, el olor a licor barato lo hizo temer lo peor, pero hizo como si la cosa no fuera con él, siguió de largo.
—Menudo lugar para dormir.
—Quizás para ese sujeto sea un lujo.
—Una banqueta como lugar de lujo, no me hagas reír.
Quise acercarme, no me parecía normal que alguien, a esa hora, estuviera en aquel lugar con el frío que hacía, pero no me dejaron hacerlo, una pregunta me detuvo en seco.
—¿Estás loco?
—No, simplemente me da la impresión de que ese tipo está pasando un momento desagradable.
El hecho de acercarse era un gesto humanitario, sin más alcance.
—Eso tienen los borrachines, se quedan dormidos en cualquier parte, no es la culpa de nadie, es su no saber beber.
—Sí, seguro.
Podía ser su mal beber, pero no creía que estuviera a gusto, así como estaba, ya que si se daba un mal golpe tendría problemas muy graves a futuro.
—Déjame decirte que no podemos ir de buenos samaritanos, aunque suene egoísta, yo dudo de todo el mundo.
—¿Dudas de mí también?
—Tú no eres todo el mundo, tú eres mi mundo.
—Sí claro, eso siempre lo repites. ¿No te das cuenta de que de tanto repetir una frase esta se vuelve vacía?
—No creo, ya que ahora, gracias a la confianza que tenemos, no tendría que decir algo que no siento.
A pesar de todo, pensaba en ese pobre hombre, no quería hacer nada más, solo ver cómo se encontraba.
—Ni se te ocurra, no sabes si se está fingiendo.
—No creo.
—Tienes un problema grave al pensar en la bondad intrínseca de las personas.
—Soy así.
—La confianza apesta.
—A esta edad no pienso cambiar, seguiré confiando en la gente.
¿Qué podía pasar si le echaba un cable a ese desgraciado?, no lo sabría hasta hacerlo, además se sentiría mal si luego le pasaba algo, aunque no fuera su responsabilidad, esperaba durante el trayecto encontrarse con un policía.
—No es nuestro problema, simplemente está durmiendo la borrachera —no hizo ni el más mínimo esfuerzo para acercarse, siguió su camino.
—Pues menuda forma de dormir, a mí me resultaría incómodo.
—Esos duermen así, son como animalitos.
—Si estuviera mal y pudieras salvarlo, ¿no lo harías?
—A ver, a estos de aquí —expresó señalando los alrededores— no les creo nada, son unos sátrapas.
—Lo sé, pero…
—Son unos cantamañanas, gente que busca engañar, imagínate que nos acercamos y, de repente, vienen sus colegas. Al final nos veremos metidos en un problema.
—No tiene por qué.
—Ya te digo yo que sí, estos son unos vagos que buscan cualquier excusa para aprovecharse de la gente.
—No nos dejaríamos atarantar.
—Eso no lo sabrías.
—No creo.
—Estos abusan de la gente que les tiene lástima.
¿Cómo era posible que siguiéramos como si nada?, ahí yacía un tipo que, probablemente, se encontraba mal.
—Para ti todos buscan abusar de la buena voluntad, yo no creo que sea así.
—Tal vez no es así, pero mi experiencia me dice que sí, hay mucho aprovechado en este mundo.
—Pues ya me dirás eso de mirar a otro lado.
Como no quería discutir por una situación eventual que, aunque no me daba igual, podía pasar por alto, dejé de insistir, cualquier otra decisión hubiera implicado ponerme de mal humor y ya había otras cosas que lo hacían. Seguimos caminando, hablando de lo que fuera, centrándonos en nosotros.