Creatividad
En carne propia
Estoy en cama, no me puedo mover con facilidad, mando órdenes a mis brazos, no obedecen, lo mismo sucede con mis piernas, están torpes y mi cabeza está sin estar, es insoportable, en otra situación es una aliada, lamentablemente hoy es un lastre que me desampara ante la inclemencia del medio.
La enfermedad estaba por todas partes. Al inicio los especialistas afirmaban que no afectaría a la población, podíamos seguir con nuestras vidas, sin preocuparnos. Teníamos que dejar de lado el miedo y no permitirle que campara a sus anchas.
Pero todo comenzó a ir a peor, todos sentían que el tema se complicaba, el mal se extendía y seguiría haciéndolo hasta que supieran realmente el alcance de lo que estábamos atravesando.
De un momento para otro nos prohibieron salir a calle, al inicio a todos nos pareció una buena idea, serían una especie de vacaciones, sin embargo, al pasar la primera semana, ya no sabía que hacer, terminé lo que tenía pendiente, cuando quise centrarme en el ocio me di cuenta de que soy la peor compañía para pasar una reclusión.
Creí que este hecho era un ardid de los entes controladores, preferían tenernos en la mira y saber en dónde estábamos, de esa forma conocerían nuestros compromisos, por eso había que seguir unas normas, incluso para hacer las actividades más elementales, las disposiciones estaban ahí y se debían cumplir a rajatabla, no habiendo otra opción, pues negarse a efectuarlas implicaba sufrir represalias, parecía que vivíamos en un sistema militarizado, autoritario.
Me sentía por encima de los acontecimientos, siempre he sido diferente al resto, alguien con suerte, sé que esta situación está ocasionada por quienes desean manipular a las masas, así como para ganar dinero a costa del sufrimiento de las gentes.
Ahora mismo, mientras lamento mi suerte, estoy en una habitación, solo, aislado del mundo, sin más compañía que yo mismo.
Me han diagnosticado el mal que aqueja al mundo, soy uno más de tantos enfermos, siento que he dejado de ser yo, quizás sin que lo sepa he mutado en otra especie, pero eso no lo sabré hasta que me ponga en pie y pueda verme en el espejo para poder examinar mi reflejo.
Mi mundo se está desmoronando, todo lo levantado se viene abajo, los años de trabajo han sido en vano, la tranquilidad que pensé tener era un espejismo, los medios con los que contaba aún más, me doy cuenta de que no tengo nada, no hay nada que alivie mi sufrimiento y me haga confiar en el futuro.
Los dolores de cabeza son insoportables, dependo de un tratamiento en ciernes, el mejor que hay, aunque, eso sí, desde el desconocimiento de las posibles secuelas que me deje (esto es mejor a nada).
Por momentos siento paz, siento que mi cuerpo levita, que estoy aquí sin estar, soy una desfiguración de lo que he sido.
Trato de tranquilizarme, centrarme en temas que me hagan olvidar lo que estoy pasando.
No sé en que terminará todo esto, espero recuperarme pronto o, si no es posible, por lo menos volver a mis actividades de forma normal, aunque no lo creo factible, pues mi cuerpo me dice que nada será como antes, siente los males del mundo en carne viva, ha sufrido demasiado.



































































































































































































































































































































































































































































































































