Creatividad
Una verdad
Vivía preocupado con la situación de su entorno, por eso formaba parte de un grupo que llevaba ayuda a los menos afortunados, todo en aras de paliar su situación.
Esas acciones eran su orgullo, ya que así podía demostrar su desapego a los comportamientos mundanos.
Por ese motivo solo se empapaba de las informaciones que le recomendaban los de su círculo, no se permitía escuchar opiniones fuera del mismo, la razón era simple: solían estar alejadas de la verdad.
Por eso renegaba de los titulares alarmistas que aparecían en la prensa colgada de los diferentes quioscos, en donde auguraban catástrofes y el peor futuro a la humanidad. Le quedaba con un mal sabor de boca. Esos papeles espurios soltaban datos sin contrastar, fundamentados en artículos escritos por periodistas que vendían su línea editorial al mejor postor, le daba pavor la facilidad con la que se podían inventar una historia paralela, mancillar honras y tocar de forma tan baladí temas enmarañados, esto es de primero de Goebbels —se dijo.
No todo valía para vender esos panfletos, de ahí que se le ocurrió responderles, indicarles su falta de ética y el sinsentido de su campaña de desinformación, con esto quería demostrarles que no eran intocables, eran dueños de los medios, pero sus espacios debían ceñirse a ciertos parámetros, los del bien común. Era consciente que, al hacer esto, corría el riesgo de ponerse en el punto de mira de esos amanuenses, pero era un riesgo que bien valía la pena correr con tal de dejarlos en evidencia.
Les diría claramente que sus titulares eran una farsa, elaborados para que los crédulos vivieran con miedo a salir. Para sustentar esta afirmación citaría a los medios alternativos, esos que no eran adversos, centrándose en ser verídicos, aludiendo a datos contrastados y no solo a chismorreos.
Al pensar en esto su seguridad se afianzaba, todos esos titulares eran un lastre para la sociedad. Indudablemente su actuar era deleznable, muestra de ello era que para enfatizar sus noticias aludían a lugares alejados, desconocidos, que ninguna persona con dos dedos de frente visitaría aun siendo obligada. Estaba claro que lo hacían para no hablar de los problemas del día a día que sí los afectaban, en dónde eran gobernados por un autoritario que buscaba llevar a la quiebra al estado y a enfrentar a los ciudadanos, pero de eso no se hablaba, estaba prohibido.
Evidentemente era un tema que daba para mucho, pero debía centrarse en lo importante, estaba convencido de que la verdad saldría a flote.
En esta lucha no estaría solo, conocía a muchos que pensaban como él, se sentía reconfortado.
Responder sería una buena forma de hacerles ver a quienes gobernaban que no todos se tragaban sus mentiras, esto les demostraría que la oposición estaba más fuerte que nunca, no era aquella pusilánime que creían y que se dejaba mangonear por cualquiera.
Mientras deambulaba leyó en un titular que se estaba produciendo una guerra, ¿guerra?, ¿qué guerra?, miró a todas partes, yo no veo ninguna guerra —se respondió—. Azuzado por ese libelo, se dijo que no bien estuviera en casa se pondría a escribir, mandaría su protesta cuanto antes, ese pensamiento lo tranquilizó.