Creatividad

Frases hechas

Sería la enésima vez que cogía un hotel, el rito era el mismo en todos los lugares: llegar, descalzarse, abrir la maleta para coger ropa cómoda y ver como estaba la agenda. Si no tenía mucho trabajo, programaba alguna visita por el lugar al que llegaba, en tanto le fuera novedoso, por el contrario, si lo conocía, volvía a los lugares que le habían gustado.
Esa vez se echó en la cama, al día siguiente tendría una reunión de empresa, daría un discurso motivador, pues los comerciales estaban en horas bajas.
A veces se daba el caso de que le informaban con poca antelación que debía viajar, en ese momento, dependiendo de los días, cogía lo necesario y hacía la maleta, no obstante, cada vez que salía con premura le quedaba la sensación de que se dejaba algo.
Mientras estaba pensando en que decir, cayó en que lo mejor sería coger una hoja y anotar los puntos claves, no podía extenderse demasiado, pues conocía a su gente y sabía que no le prestarían atención, con verles la cara bastaba, si alguno cogía el móvil, significaba que ya se había explayado de más. Por eso mismo tenía claro que no debía darles la chapa, simplemente comentarles lo más sustancial.
En esta ocasión tuvo los días suficientes para informarse sobre lo que se podía conocer en aquel sitio. Recomendaban visitar la basílica y varios restos romanos. Como el trabajo que debía efectuar era en viernes, decidió hacer puente, se quedaría todo el fin de semana, el hecho de no haber estado ahí antes le generaba curiosidad.
Cuando tuvo todo claro, decidió descansar. Al día siguiente se pasó temprano por la oficina, habló con la gente y les aclaró sus dudas, les explicó las nuevas políticas de la empresa y les confió algunos secretos para que se sintieran parte importante del andamiaje corporativo al que pertenecían.
Siguió a rajatabla las indicaciones de los lugares que debía visitar, incluso se tomó el tiempo necesario para perderse por sus calles estrechas. El último día salió por la noche, sin excederse, pues le sentaba mal el alcohol, tener resaca en un vagón no es buena idea, todo va dando vueltas y el mal momento es insoportable, por este motivo volvió pronto a su alojamiento.
Efectivamente, durante su cuasi charla, habló con todos y les explicó los pormenores de la empresa, eso sí, dejándoles claro el agradecimiento a su esfuerzo y los beneficios que obtendrían si lo mantenían, en ese sentido, recalcó que habría jugosos premios si subían las ventas, asimismo, les explicó varias ideas que tenían para el futuro, en aras de lograr los objetivos que se habían marcado.

Cuando salía de los hoteles se percataba de que no se dejaba nada, incluso miraba debajo de la cama, aunque lo de dejarse alguna pertenencia no era de muerte, bastaba con llamar a la dirección del hotel, le resultaba un incordio debido a que dejaba en evidencia su poco cuidado al alistar sus cosas, por eso mismo cuando no era importante lo olvidado, lo dejaba pasar.
Al salir de la reunión confió en que sus palabras habrían logrado tocarles la médula a sus chicos, si era así podía estar tranquilo. Total, para eso lo enviaban, para calmar las aguas y para conseguir que los agentes obtuvieran una mejor producción, no obstante, si tuviera que volver no tendría problemas, se sentía a gusto en ese espacio, si por él fuera pasaría más tiempo.
En esa ocasión, recorriendo aquellas calles, le parecieron similares al lugar en el que había nacido. El blanco de sus paredes, las farolas, el tipo de árboles, el estilo arquitectónico, todo en conjunto, le sirvió para tener la imagen de su ciudad, aquella ciudad tan grande y en ocasiones tan limitada.
A pesar de esa sensación, estaba más a gusto en su departamento, decorado conforme le apetecía, en donde podía pasar días enteros sin salir, pues siempre encontraba algo que hacer, aunque vivía en una tranquilidad aparente, ya que bastaba una llamada de los jefes para romperla.
Siguió caminando, rememorando todo lo que le traía a la cabeza el paisaje, igual, sin querer había llegado a un sitio en el que podía sentirse a gusto, en el que podía satisfacer sus vacíos y pasar la tarde sin más, sin complicaciones y confiando en volver, pero ya no por trabajo, sino en plan de vacaciones, más desestresado.
A veces hubiera querido no estar disponible para nadie, pero por cuestiones de la empresa siempre tenía que estarlo, aunque estuviera centrado en cualquier otra actividad, las cosas que le apetecían pasaban a un segundo plano, como si no le importaran a nadie más. Esto lo desmoralizaba, sentía que no lo valoraban. Sin embargo, no perdía la esperanza de encontrar algo en lo que hiciera acciones de provecho y no solo se dedicara a usar frases adornadas para convencer a los incautos.
Mientras esperaba el tren para volver a casa, se fijó en los campos que tenía delante, todos cubiertos por olivares, se fijó también en una cadena de montañas, pero fue de soslayo, no lo pudo hacer como hubiera querido, porque el tren se detuvo en la estación.

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