Creatividad
Igual y diferente
Se puso delante del espejo, ¿desde hace cuanto que no te detenías a verte así?, colega. Continuó con el rito habitual, cogió el peine y comenzó a adecentarse el cabello, mientras lo hacía se encontró con varias canas, estás envejeciendo, a pesar de tu negación el tiempo también estaba pasando para ti.
Cuando años atrás hacía esta escena, le gustaba golpearse el pecho y se decía: que mal envejecer tengo.
Al notarse esos primeros pelos blancos, consultó con su peluquero de cabecera cuál era la mejor forma de combatir esa señal inequívoca del paso de los años, escuetamente le mostró las distintas posibilidades que existían, desde teñirse, hasta usar un método novedoso para engañar a la vista.
Aun con dudas, pues sentía que no era una decisión a la ligera, lo consultó con alguien de confianza y la respuesta no se hizo esperar, es una tontería hacer eso, no hay nada peor que negarse a envejecer, además, conociéndote, te sentirías ridículo.
El consejo provenía de una persona que lo conocía desde hacía varios años, veinte años, colega, no lo olvides. Desde el primer momento toda palabra suya condicionaba los pasos que daba, por eso, se sosegó y le hizo caso.
Solían quedar una vez a la semana, ese día se volvió especial, era un sinvivir la espera, vivía aguardando los encuentros con aquella a la que profesaba su amor, entre sábanas y conversaciones placenteras.
¿En qué momento se hicieron tan importantes sus consejos?, ¿recuerdas?, no tienes buena memoria, pasas de largo ante hechos importantes, como no los tienes presentes en el día a día, no vale la pena, en tu mundo, vivir de aquello que condiciona tu rutina.
Aquella vez, cuando se conocieron, estaban en una cabina telefónica, sí, de esas que han ido desapareciendo, pero en aquel momento había muchas repartidas por la ciudad, no tenías suficientes monedas para seguir hablando. Como notaste que había alguien más, te acercaste a solicitar cambio, en ese momento no prestaste demasiada atención, estabas centrado en continuar tu llamada, pero una vez concluida y al acercarte a dar las gracias, notaste algo diferente, ¿un gesto quizás?, que te dejó prendado.
Esa primera vez no compartieron demasiadas palabras, entre bromas le dijo que sería bueno quedar a tomar un café, no quería ser impertinente, aunque se demostraba desenvuelto, por dentro, se moría de nervios, nunca fuiste tan lanzado, ¿verdad?, colega, pero pasó algo, sus palabras fueron aceptadas y quedaron.
Después de esa salida vinieron muchas más, no llevaba la cuenta, pero dentro de sí sabía que eran más de las que podía recordar.
Así fue el modo en el que coincidieron, ¿tuvieron suerte?, al parecer, el tiempo se encargó de darles la razón, no se equivocaron en las sensaciones de aquella primera vez.
Pero claro, de eso no te acuerdas, solo sabes que está en tu vida y tiene la potestad de decidir, aunque tú digas que no, en tu afán de dar la impresión de que nadie puede manipularte tú le llamas aconsejar, sigue en tu burbuja, colega.
Para no romperse la cabeza, por ahora, dejaría pasar lo de las canas, mejor lo vería más adelante.
Algo que sí lo desconcertaba eran las ojeras, cada vez más marcadas, ¿tenías preocupaciones?, desconocía el motivo por el cual siempre estaba cansado, no importaba la hora en la que se acostara, más tarde o más temprano, al despertarse sentía la sensación de que no descansaba como quería o como era más saludable, si la situación empeoraba lo normal sería ver a un especialista, por la necesidad de saber cual era la razón de su cansancio.
Empezar los días con pocas ganas era un lastre, aunque hacías el esfuerzo por trasmitir energía, se notaba que no estabas al ciento por ciento, nadie te lo decía, por temor a que te sentara mal y soltaras una monserga, ya que no escuchabas a nadie, siempre te ponías a la defensiva. Por eso a todos les causaba curiosidad la razón por la que hacías caso a esa persona que conociste por casualidad, de repente, tendría un don que la hacía especial.
Siguió analizándose, por suerte, para él, el físico no era lo central, en su rubro conocía a muchos para quienes lo más importante era este aspecto, era fácil percatarse de ello, se cuidaban porque afirmaban tener una trayectoria y una imagen que mantener, ellos sí se decantarían por teñirse, a pesar de que alguien les dijera que no era lo correcto.
Siguió arreglándose, sonrió varias veces, sintió que su expresión fingida era cada vez más veraz, aunque ese día no tenía nada de que reír, su admirado había fallecido y sentía que era una gran pérdida, que la tierra le sea leve, una pena, colega. Le jodía no haberlo conocido, haber charlado y compartido algunas ideas.
Ahora, en tal circunstancia, no se podía hacer nada, pasaría a engrosar la lista de gente que ya no estaba en estos lares, quizás en otra vida lo conocería, aunque nadie le aseguraba que hubiera otra realidad en la que estuvieran todos los que se iban.
Mientras pensaba en esto siguió con el proceso, una vez que se sintió preparado, salió a dar la función que todos esperaban.