Creatividad
800 folios
Pensando en ganarse unas monedas se comprometió a rellenar una serie de formularios, habló con el responsable y llegaron a un acuerdo, le pagarían por página, de tal modo que resultó una cifra redonda con la que ambas partes salían ganando.
No le parecía un número desmedido de documentos, por eso el plazo de un día para la entrega le resultó adecuado, si le metía caña fácilmente podía concluir todo a la medianoche.
El encargado le indicó que el formulario a rellenar se debía descargar de una página específica, por este motivo le proporcionaron un enlace, una vez seguidos los pasos bastaría con imprimirlo en la cantidad necesaria. Pero pronto comprendió que sería una ardua labor el realizar ocho centenares de impresiones, más aún si las hacía en la impresora de casa, lo cual implicaba el estar pendiente de que las impresiones estuvieran impecables, una responsabilidad que no aceptaría, por ello se decantó por llevar el archivo a una copistería. Todo se hizo rápidamente y no le pareció excesivo lo que tuvo que pagar.
Ahora sí podría empezar con su trabajo, aunque tuviera que hacerlo a mano alzada, le parecía un despropósito, pero por cuestiones legales el estamento responsable requería como norma que fueran cumplimentados de este modo, una dificultad insalvable.
Así pues, tendría que dedicarse a escribir de un modo casi en desuso, debido a que ahora todo se hacía desde el ordenador, los programas de ofimática facilitaban la vida moderna. A muchos, con mala letra, les vino bien este cambio, sus escritos se entendían y no requerían esfuerzo, sus lectores ya no debían hacer malabares para dar con lo que querían decir. Descifrar aquellos garabatos, en ocasiones, resultaba soporífero.
Conforme avanzaba notó que le faltaban algunas fechas de nacimiento, algunos documentos de identidad y números de la seguridad social de los trabajadores de la empresa, este imprevisto retrasaría su labor −calculó.
En tal tesitura tendría que solicitar una base de datos al encargado. Tras ver la hora dudó si era pertinente o no, al advertir que era la única opción válida para cumplir con el plazo establecido, llamaría, aun a costa de sufrir una amonestación.
Su primer intento fue infructuoso, ya que probablemente estaría cenando o iría en el tren, por eso volvería a llamar más tarde, quizás en una hora o dos, mientras tanto se dedicaría a revisar que estuviera bien realizado su trabajo.
Por encima, su ortografía y caligrafía eran correctas, sin ser un especialista no encontró errores, solo espacios en blanco por la falta de información.
Esperó para volver a llamar. Esta vez su intento tuvo un mejor resultado, fue lo más directo posible, no quería resultar pesado, con la promesa de que le enviaría una base de datos completa cuando estuviera en casa, la consulta concluyó.
Mientras esperaba, siguió con las revisiones, era una forma de no agobiarse esperando el archivo. Cuando lo recibió, rápidamente buscó los datos necesarios, como venía correctamente ordenada no fue intrincado encontrar la información que requería.
A pesar de que parecía que faltaba poco, se le hacía eterno el tiempo que le estaba dedicando a la tarea, la sensación de estar inmerso en algo insustancial hizo que se aburriera y le resultara pesado rellenar los folios restantes, sólo el pensar en el dinero que se iba a embolsar le hizo sobreponerse y seguir adelante, aunque de vez en cuando bostezaba, como si el sueño fuera a aparecer en cualquier momento y truncara su buen ritmo.
Las hojas estaban dispersas por todo su espacio de trabajo, sin darse cuenta su habitación parecía una papelería, al estar todo desordenado el número de copias parecía mayor, analizando la situación no las tenía todas consigo, continuó.
Por fin, según lo planificado, había terminado su empresa, guardó todos los folios en una carpeta y los dejó en la mesa, a la espera de ser entregados.